17 de febrero de 2021

Ni Zoom ni Meet: El desafío de los profesores rurales en pandemia

«Buenos días apoderados, recuerden que el próximo lunes empezaré a visitarlos desde las 11 de la mañana. Si alguien tiene dudas o consultas, por favor que se asome a la calle. Pasaré casa por casa». Todos los miércoles el profesor de inglés Adán Maureira enviaba mensajes como estos, -con varios días de anticipación- para asegurarse de que al menos una parte de los destinatarios consiguiera verlo a tiempo, ya que en Rapelco, una zona rural de la comuna de Mulchén, ubicada en la región del Biobío, la señal telefónica es muy baja.

Debido a la escasa conectividad del sector, los 15 alumnos de esta escuela multigrado no pudieron optar por tener clases online como lo hicieron la mayoría de los establecimientos chilenos durante 2020. Se priorizaron cuatro asignaturas: lenguaje, matemática, inglés y una artística. “Durante este tiempo sólo hubo visitas domiciliarias, salían los apoderados a atendernos con el niño y tú entregabas una guía de trabajo. Ellos la resolvían y cuando los visitabas cada 15 días, respondías todas sus dudas”, explica Maureira, quien además trabaja en otros cuatro establecimientos rurales de la comuna.

Por un mes incluso no se pudo visitar a los estudiantes, ya que existió un alza en los contagios del sector. Así empezaron las “fonoclases”, denominada así por los mismos profesores, quienes llamaban a los alumnos de cuarto a sexto básico que “de repente tenían un poco de señal”. Conversaban las dudas en torno al material entregado, el que por lo general iba acompañado de las canastas de alimentos otorgadas por la Junaeb.

“Durante este tiempo sólo hubo visitas domiciliarias, salían los apoderados a atendernos con el niño y tú entregabas una guía de trabajo. Ellos la resolvían y cuando los visitabas cada 15 días, respondías todas sus dudas”,

La Escuela Básica de Rapelco no es un caso aislado, según la Encuesta Educación Rural en Chile hoy: Desafíos y Oportunidades que nos plantea la Pandemia por COVID-19 elaborada por Fundación 99 que reveló que el 34% de las escuelas rurales no tuvo clases online ni presenciales durante la pandemia. En este mismo informe se consultó a los docentes sobre la cobertura de internet en cada institución, y solo un 4,5% afirmó tener una conexión estable “que permite descargar recursos y navegar en internet adecuadamente”. 

La Escuela Rural Yelcho ubicada en la isla Cailín, en Chiloé, está dentro del 50% de las instituciones rurales que no tiene acceso a internet. Incluso, hace dos años atrás tampoco tenían electricidad y el establecimiento funcionaba con generador, “teníamos luz tres horas al día”, recuerda la profesora y encargada del área de integración, María José Olguín. 

Escuela Rural Yelcho. Archivo Personal.

En 2020 su escuela contó con 10 alumnos distribuidos en aulas multigrados, una de primero a sexto básico y otra de séptimo a octavo. Para sobrellevar el año escolar, al principio optaron por trabajar con los cuadernillos entregados por el Mineduc, sin embargo no estaba al nivel de los estudiantes, ya que en la isla no existen jardines infantiles. “Yo no podía pasar un cuaderno enfocado en niños de primero básico que tuvieron prekinder y kinder, a uno que no sabe cómo tomar el lápiz o cuál es letra «A»”, explica la docente. 

El primer semestre fue sólo a través de guías. “Fue súper complejo porque pescar una hoja y que te digan «Lee, lee y responde»: cero motivación”, dice Olguín. Luego de diferentes reuniones de profesores, crearon una nueva fórmula: “Separamos las 10 asignaturas en dos carpetas. Cada 15 días eran cinco ramos, y luego las otras cinco. Así logramos generar evaluaciones, hacíamos guías y también adjuntábamos videos cortos explicativos de YouTube”, afirma.

Las carpetas eran personalizadas para cada estudiante, quienes debían retirar el material en la escuela. Ahí, cada alumno tenía un horario -cada 30 minutos- junto a los respectivos profesores que explicaban hoja por hoja en qué consistía el material solicitado.

WHATSAPP COMO CANAL OFICIAL                               

El último día de cada mes, música alegre y diferentes bocinas se podían escuchar en el Camino Santa Adriana de la comuna de Mulchén. Se trataba de las “caravanas motivacionales” que organizaban los profesores de la  Escuela Básica Casas de Pile para celebrar otro mes sin contagios. Allí, se le entregaba un diploma acompañado de un regalo a cada uno de los 28 alumnos -mitad rurales y mitad urbanos-.

Esa actividad era el único contacto cara a cara que tenían los estudiantes. “Los apoderados tuvieron bastante miedo para trabajar de forma presencial, entonces lo que se hizo fueron desafíos educativos a través de WhatsApp, porque aquí había mejor señal”, señala el profesor Maureira, quien trabaja en esta institución los días martes. 

Desafío mediante WhatsApp. Archivo Personal.

Según el estudio de la Fundación 99, el 93% de los profesores se comunicaba con los estudiantes a través de WhatsApp (93%) o por medio de llamada telefónica (73%). Pía Irigoyen, profesora de Inglés en la Escuela Básica Cielo Claro de Paihuano, región de Coquimbo, optó por grabar videos didácticos, ya que era muy difícil realizar clases en línea, tanto por la falta de conectividad como la escasez de recursos, además desde el establecimiento no entregaron lineamientos claros sobre qué metodología seguir. “Las cápsulas se enviaban por WhatsApp para no gastarles el plan de datos, porque la mayoría de las personas compra bolsas de Internet y tiene redes sociales libres. No era viable mandarles un video de Youtube porque eso significaba que la familia iba a gastar, las veces que necesitara reproducirlo”, explica.

La Escuela Cielo Claro tuvo 144 alumnos en 2020 e Irigoyen hacia clases de prekinder a octavo básico, por lo que para adaptarse a este nuevo método, tuvo que invertir en un nuevo teléfono, un aro de luz y una aplicaci&oacu te;n de edición de videos. “Nosotros utilizábamos modalidad asincrónica, que tiene ventajas y desventajas: porque eso significaba que estábamos 24/7 a disposición  de los niños y sus padres. Considerando que muchos de ellos continuaron trabajando durante la pandemia, entonces cuando tenían dudas siempre eran fuera del horario de trabajo y los fines de semana“, cuenta.

A pesar de esos inconvenientes, la dinámica tuvo muy buenos resultados. Los apoderados agradecían el material, porque les permitía aprender, mientras se divertían en familia. La profesora fue invitada a dar charlas, e incluso colegas de diferentes escuelas le pedían consejos. 

Hoy, la docente critica los dichos del Ministro Palacios y del senador Ivan Moreira, quienes han acusado a los profesores de estar “de vacaciones todo el año” y no tener ganas de trabajar. “Me hirvió la sangre, ellos no saben todo el esfuerzo que requirió sacar adelante el año. Estamos en un aprendizaje adaptativo y de emergencia. Uno no tenía los lugares para sentarse a trabajar, un escritorio, un horario definido. Habían días que me amanecía editando los videos porque a esa hora mi hija estaba durmiendo y la conexión era mejor”, sentencia la maestra.

En la Escuela de Santa Adriana, el profesor Maureira también trabajó mediante videollamada de WhatsApp y entregas de guías. En octubre, luego de conversar con los apoderados, optó por un nuevo método: “Hice una sala móvil en mi camioneta. Llevaba una mesa plegable de estas de paseo, con  dos sillas. El alumno en un extremo y yo en el otro y así trabajábamos”, cuenta Adán Maureira.

El docente comenzaba a la una del día y terminaba entre las siete y ocho de la tarde, siempre utilizando todas las medidas sanitarias, de hecho, por tanto hablar con mascarilla se le produjo una herida al costado de la boca. “Se te llegaba a marcar (la mascarilla), tú sentías la cara como cuando te quemas al sol”, agrega. 

” Ellos no saben todo el esfuerzo que requirió sacar adelante el año. Estamos en un aprendizaje adaptativo y de emergencia. Uno no tenía los lugares para sentarse a trabajar, un escritorio, un horario definido. Habían días que me amanecía editando los videos porque a esa hora mi hija estaba durmiendo y la conexión era mejor”.

También en octubre, según cuenta el profesor Maureira, la Escuela Básica Bureo fue autorizada por la Seremi y el Ministerio de Educación para realizar clases presenciales, aunque los profesores les llamaban “refuerzos educativos” ya que se hacían con grupos de tres alumnos durante 45 minutos, mientras que durante el resto del año se implementaron videollamadas masivas vía WhatsApp. 

LA VUELTA A CLASES 2021

Ninguno de los docentes entrevistados para este reportaje descarta volver a clases presenciales para el año escolar 2021. Sin embargo, existen diferentes factores a considerar desde la situación sanitaria de cada comuna hasta el transporte de los alumnos. A nivel nacional, se espera que todos los profesores sean vacunados contra el Covid-19 a partir del 22 de febrero, mientras que los docentes mayores de 60 ya están siendo inoculados.

Gonzalo Plaza director ejecutivo y cofundador de Fundación 99, entidad que trabaja para reducir la desigualdad desde la educación en sectores rurales, plantea que las clases presenciales: “No se reemplazan con nada, son lo más importante sobre todo en el mundo rural donde la solución remota no es tan viable porque no hay conectividad, pero primero obviamente está la salud”.

Respecto a la situación sanitaria de las escuelas rurales explica que: “No se resuelve solo con una vacuna, lo que falta ahora es un tema de confianza, que los papás y las mamás puedan confiar en mandar a sus hijos a los colegios”. Así, explica la importancia de tomar los resguardos necesarios, pero “no solo la mascarilla y alcohol gel, sino también con infraestructura adecuada y conectividad apropiada para los que no quieran mandar a sus niños porque tienen miedo, puedan tener una solución”, sentencia Plaza.

Se espera que en las escuelas rurales de la comuna Mulchén vuelvan a clases presenciales desde el primer día y con jornada completa. “Igual tenemos colegas que tienen miedo, si igual da susto que te contagies y puedas morir. Tuvimos 3 colegas que se contagiaron de un total de 36. Menos mal no les pasó nada grave. Están bien ellos ahora”, concluye el profesor Adán Maureira. 

                          

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☞ El artículo completo original de Valentina Morales Erdmann lo puedes ver aquí

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