Una cara lisa y otra llena de cicatrices
La cara visible, conocida como lado cercano o nearside, está salpicada de grandes llanuras oscuras llamadas mare. Estas zonas son antiguos mares de lava que se solidificaron tras erupciones volcánicas. En cambio, el lado lejano o farside está cubierto de cráteres y presenta un terreno más accidentado. Esta diferencia visual es solo la punta del iceberg: sus causas están en las profundidades de la Luna.
GRAIL: radiografía de un satélite
En 2011, la NASA lanzó la misión GRAIL (Gravity Recovery and Interior Laboratory), que puso en órbita dos sondas gemelas, Ebb y Flow. Estas sondas midieron pequeñas variaciones en la distancia entre ellas mientras orbitaban la Luna, permitiendo a los científicos crear un mapa de su campo gravitatorio. Es como si hubiéramos podido ver el «esqueleto» lunar y descubrir sus secretos internos.
Gracias a esta información, se revelaron tres razones principales que explican por qué la Luna es tan asimétrica.
La Tierra como escultora: deformación por marea
La fuerza gravitacional de la Tierra tira constantemente del lado cercano de la Luna, generando un efecto llamado deformación por marea. Este estiramiento hace que esa región sea más maleable geológicamente.
Podríamos imaginarlo como una esponja blanda frente a una piedra: el lado cercano, más «blando», ha sido capaz de cambiar con el tiempo, permitiendo erupciones volcánicas y movimientos internos. Esto ha contribuido a su apariencia más lisa y menos craterizada.
El científico Ryan Park, del Jet Propulsion Laboratory, explica que este lado es más cálido y activo en su interior, lo que facilitó la formación de las llanuras oscuras que vemos desde la Tierra.
Un pasado ardiente: volcanes en un solo hemisferio
Hace miles de millones de años, el lado cercano vivió una intensa actividad volcánica. Grandes cantidades de magma emergieron desde el interior, formando extensiones de basalto que al enfriarse generaron los mare. El lado lejano, por el contrario, se mantuvo mucho más tranquilo, conservando una corteza antigua y liviana, sin grandes rastros de erupciones.
Esta diferencia también está relacionada con la distribución desigual de ciertos elementos radiactivos, como el torio y el titanio. Estos materiales se concentraron en el manto del lado cercano, elevando su temperatura interna entre 100 y 200 °C más que en el lado opuesto. Es como tener una estufa encendida de un lado y una ventana abierta del otro.
Grosor desigual de la corteza lunar
El grosor de la corteza también juega un papel clave. En el lado cercano, la corteza es más delgada, lo que facilita la salida del magma. Por eso, hay más regiones planas y menos cráteres.
En cambio, el lado lejano tiene una corteza gruesa que actuó como una muralla, dificultando la actividad volcánica. Como consecuencia, su superficie se ha mantenido intacta durante milenios, acumulando cráteres como cicatrices de un pasado violento y sin remodelar.
Más que curiosidad: implicaciones para futuras misiones
Comprender esta asimetría lunar tiene aplicaciones muy concretas. Los mapas gravitacionales creados por GRAIL son esenciales para elegir lugares seguros de aterrizaje, planificar recorridos y calibrar sistemas de navegación lunar. La geología interna influye directamente en la estabilidad del terreno y la posibilidad de instalar bases o instrumentos científicos.
Además, la metodología usada en GRAIL puede aplicarse a otros cuerpos celestes. Lunetas como Encéladus (Saturno) o Ganímedes (Júpiter) podrían estudiarse de forma similar, abriendo la puerta a descubrimientos sobre condiciones habitables fuera de la Tierra.
La Luna y su impacto en la Tierra
Más allá de su valor como objeto de estudio, la Luna tiene un papel vital en nuestro planeta. Regula las mareas, estabiliza el eje de rotación terrestre y probablemente fue clave en la aparición de condiciones propicias para la vida.
Entender su historia interna nos permite también reconstruir la historia de la Tierra. Cada hallazgo en la superficie lunar es una página más en el libro de nuestro origen.
Aún hay muchos misterios por resolver, pero gracias a misiones como GRAIL, la Luna deja de ser una simple compañera nocturna para convertirse en una biblioteca geológica flotante, repleta de pistas sobre nuestro pasado.
☞ El artículo completo original de Natalia Polo lo puedes ver aquí
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