11 de agosto de 2025

ARN en la agricultura: qué se investiga, qué es real y qué es puro invento

Hace unas semanas, comenzó a circular por redes sociales una afirmación alarmante: Bill Gates había recibido «luz verde» para rociar cultivos alimentarios con ARN sintético en Estados Unidos. Según los promotores de la historia, esta tecnología serviría para reprogramar las plantas desde fuera, e incluso podría llegar a manipular a quienes las consumieran. El relato venía aderezado con la dosis habitual de palabras clave diseñadas para activar las alarmas del público: «ARN», «no regulado», «sin consentimiento», y, por supuesto, la presencia de Bill Gates, que en el ecosistema conspiranoico actual funciona como comodín para casi cualquier narrativa distópica.

La fuente de esta historia es el sitio The People’s Voice, antes conocido como NewsPunch, célebre por su historial de bulos sensacionalistas. En un artículo publicado el 26 de julio de 2025, afirmaban que Gates respaldaba a una empresa llamada Terrana Biosciences, y que esta había obtenido permiso para desplegar aerosoles con ARN sintético sobre cultivos sin que el público lo supiera. Pero hay un problema: nada de eso es cierto.

La realidad es bastante menos cinematográfica. Terrana Biosciences es una empresa biotecnológica recientemente creada que investiga el uso de tecnologías de interferencia por ARN (RNAi) para tratar plagas y enfermedades vegetales. Su idea es aplicar compuestos de ARN sintético que las plantas absorban y que puedan, por ejemplo, bloquear un virus o hacer a la planta más resistente a la sequía. En principio, se parecería a una vacuna para cultivos, pero sin modificar su ADN: solo interfiriendo temporalmente en su expresión génica.

Suena moderno, y lo es. Pero también está en una fase muy preliminar. Terrana no tiene productos aprobados, ni autorización para aplicar aerosoles, ni vinculo alguno con Bill Gates o su fundación, según confirmó un portavoz de Flagship Pioneering, la firma que está realmente detrás del proyecto.

Lo cierto es que la interferencia por ARN no es una amenaza secreta, sino una herramienta agrícola en desarrollo, y en muchos casos ya en uso, pero de formas que no tienen nada que ver con aviones rociando el campo con sustancias misteriosas. Por ejemplo, el maíz SmartStax PRO, desarrollado por Bayer y Monsanto, contiene ARN interferente integrado en su ADN. Ese ARN actúa sobre una enzima esencial en el gusano de raíz del maíz: cuando la larva lo ingiere, su fisiología se ve afectada y muere. Todo esto ocurre dentro de la planta y dentro del insecto. Nada se rocía.

Otras aplicaciones de RNAi también están en marcha en laboratorios: desde aerosoles que protegerían al tomate frente a virus, hasta tratamientos selectivos para langostas o pulgones. En estos casos, la idea sí es aplicar el ARN desde fuera, como si fuera un medicamento en espray para plantas. Pero hablamos de ensayos experimentales en ambientes controlados. Para que un producto así llegue al mercado, debe pasar por evaluaciones muy estrictas de la EPA en EE. UU. o la EFSA en Europa, que valoran su efecto ambiental, su seguridad para animales y humanos, y su persistencia en el ecosistema.

No hay ningún producto comercial hoy que utilice ARN sintético aplicado por vía externa en cultivos alimentarios. Y si lo hubiera, se sabría. Porque la regulación exige transparencia y pruebas, y porque, a diferencia de lo que sugiere el bulo, la ciencia no trabaja en las sombras.

Entonces, ¿de dónde viene esta narrativa? Probablemente del mismo sitio de siempre: una mezcla de desconfianza tecnológica, rechazo a lo que suena a transgénico, y el reciclaje de viejos mitos sobre magnates con afanes de control global. Gates no necesita rociar cultivos para salir en los titulares: basta con que alguien lo mencione. Y Terrana Biosciences, por ahora, es solo una empresa con una idea, no un eje de dominación mundial.

Estate tranquilo. No están rociando ARN sobre tu comida. Pero si algún día lo hicieran, lo sabrías porque estaría regulado, documentado, y habría gente protestando por ello en televisión, no solo en Facebook. La ciencia avanza, pero no lo hace en secreto, ni a lomos de teorías de la conspiración en forma de aerosol.



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