1 de agosto de 2025

Tiangongensis: la bacteria polizón de la estación espacial china

En mayo de 2025, varios medios oficiales chinos anunciaron con discreta solemnidad el hallazgo de una bacteria desconocida en la estación espacial Tiangong. A partir de ahí, los titulares se dispararon: «¿Nueva vida?», «¿Mutación en órbita?», «¿Peligro invisible a bordo?». A lo largo de la historia, las bacterias han sido tan vilipendiadas como malinterpretadas, y si además son descubiertas en el espacio, el campo está abonado para la especulación.

¿Pero eso quiere decir que ha nacido en el espacio? No necesariamente. Lo más probable es que tenga un origen terrestre y que, como muchos otros microorganismos, viajase de polizón en alguno de los cargamentos enviados a la estación. Lo que sí es extraordinario es que, al vivir en un ambiente tan hostil como el interior de una estación espacial —expuesta a radiación cósmica, microgravedad, limitación de nutrientes y estrictos protocolos de limpieza—, esta cepa haya desarrollado adaptaciones únicas. Entre ellas, una capacidad llamativa para resistir el estrés oxidativo y reparar daños en su ADN.

¿Estamos ante una forma de vida peligrosa? Todo indica que no. Su pariente más cercano en la Tierra, Niallia circulans, es una bacteria que vive en el suelo, inofensiva en la mayoría de los casos. Y aunque en condiciones muy específicas puede comportarse como oportunista, N. tiangongensis no ha mostrado ningún comportamiento patógeno. Su hallazgo no ha alterado la operación de la estación ni ha supuesto un problema médico para los tripulantes. Eso sí, su resistencia la convierte en una especie a vigilar, no por miedo irracional, sino porque entender cómo sobrevive puede ayudarnos a diseñar mejores sistemas de descontaminación y bioprotección en futuras misiones.

Este descubrimiento forma parte del programa CHAMP, una iniciativa del programa espacial tripulado chino para estudiar el microbioma de Tiangong. Un esfuerzo riguroso y científico, que demuestra que la vigilancia microbiológica en el espacio no sólo es posible, sino también necesaria. Porque, queramos o no, donde va el ser humano, van sus microbios.

La historia de Niallia tiangongensis no es única. En la Estación Espacial Internacional ya se han descubierto cepas nuevas, algunas de ellas igualmente desconocidas en la Tierra, como Solibacillus kalamii o ciertas variedades de Methylobacterium. Todas tienen algo en común: son testimonios microscópicos de la persistencia de la vida en condiciones extremas. Y de paso, nos recuerdan algo fundamental: que la frontera entre lo conocido y lo desconocido está mucho más cerca de lo que creemos. A veces, justo en el asa de una puerta orbital.

Así que no, no hay alienígenas escondidos en la Tiangong. Pero sí hay vida, adaptándose, evolucionando y —quién sabe— enseñándonos cosas sobre nosotros mismos que no podríamos haber aprendido en la Tierra. Para eso está la ciencia. Lo otro, ya lo sabemos, es solo ruido.



☞ El artículo completo original de lo puedes ver aquí

No hay comentarios.:

Publicar un comentario