Muchos de nosotros aprendimos primeras lecciones de genética a través de guisantes y del color de ojos. Pero hay más ciencia a la hora de explicar el color que adquieren nuestros ojos. En ello no solo interviene la física sino también una biología algo más compleja de lo que creíamos en un principio.
La naturaleza y el azul. El color azul no es uno de los más frecuentes en la naturaleza. Quizás por eso nos resulten llamativas las excepciones como las flores de este color, los plumajes de algunas aves o las alas de ciertos insectos.
Un motivo está en la optimización de recursos. Los pigmentos azules son moléculas que reflejan la luz en determinados segmentos del espectro electromagnético, los propios de los tonos azules, dando color así a un objeto.
El problema con estas moléculas es que suelen tener un gran tamaño. Esto las hace difíciles de sintetizar por los seres vivos por lo que, si no ofrecen una ventaja evolutiva significativa, no serán creadas por nuestro cuerpo.
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La noticia No hay nada que haga azules a los ojos azules. Si queremos entender por qué, tenemos que recurrir a la física fue publicada originalmente en Xataka por Pablo Martínez-Juarez .
☞ El artículo completo original de Pablo Martínez-Juarez lo puedes ver aquí
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