9 de septiembre de 2025

Un nuevo tipo de plástico convierte la contaminación en una solución climática

El nuevo material se llama BAETA, y es el resultado de un proceso químico que reutiliza el plástico PET (polietileno tereftalato), el mismo que se usa en botellas, textiles y envases. Lo que hace especial a este desarrollo es que no requiere condiciones extremas para su producción, lo que lo convierte en una opción escalable y energéticamente viable.

Cómo funciona BAETA para capturar CO2

El funcionamiento de BAETA se basa en una transformación del plástico PET a nivel molecular. En el proceso, se descompone el polímero y se le añade una sustancia llamada etilendiamina, que tiene una alta afinidad para unirse al dióxido de carbono. Así se obtiene un nuevo material con una estructura y composición química que absorbe el CO2 del aire de forma muy efectiva.

Este material tiene forma de polvo y se puede compactar en pequeñas píldoras que, una vez saturadas de CO2, se pueden calentar para liberar el gas y reutilizar el BAETA. Esta capacidad de regeneración hace que sea particularmente atractivo para su uso continuo en entornos industriales. Según los investigadores, puede funcionar en un rango amplio de temperaturas, desde ambientes normales hasta 150 °C, lo que facilita su incorporación en las plantas de producción donde los gases de escape suelen estar calientes.

Una tecnología pensada para escalar

Uno de los aspectos más prometedores del descubrimiento es su potencial de aplicación a gran escala. Mientras otras tecnologías de captura de carbono requieren procesos intensivos o costosos, la síntesis de BAETA puede realizarse a temperatura ambiente, lo que simplifica la infraestructura necesaria para su fabricación.

Los científicos explican que el objetivo es integrar BAETA en las salidas de gases de plantas industriales, donde se pueda «filtrar» el CO2 antes de que llegue a la atmósfera. Una vez capturado, el dióxido de carbono puede almacenarse de forma segura o utilizarse en procesos como la producción de combustibles sintéticos o materiales industriales en proyectos Power2X.

Compatibilidad con el reciclaje tradicional

Una preocupación frecuente al introducir nuevas tecnologías es si competirán con soluciones ya existentes. En este caso, el equipo responsable del desarrollo de BAETA aclara que no hay conflicto con los sistemas de reciclaje actuales. BAETA no pretende usar plástico nuevo, sino aquellos residuos PET que no pueden reciclarse fácilmente por su baja calidad, contaminación o degradación. En lugar de desechar este plástico complejo, se le da un uso que contribuye al equilibrio ambiental.

Esto significa que la tecnología puede complementar los esfuerzos de reciclaje, utilizando lo que de otro modo se convertiría en un pasivo ambiental. De esta manera, plásticos que terminarían en el mar o en vertederos podrían formar parte de una cadena de valor positiva y sostenible.

Un incentivo económico para limpiar los océanos

Otro punto relevante es el valor económico potencial de los residuos plásticos marinos. Los investigadores señalan que el PET altamente degradado de los océanos es particularmente adecuado para este tipo de transformación, lo que podría ofrecer una razón concreta para fomentar su recolección masiva.

Hasta ahora, la limpieza del plástico oceánico ha sido una tarea compleja, cara y sin incentivos claros. Con este enfoque, el plástico deja de ser basura y se convierte en materia prima con valor industrial, lo que podría dinamizar nuevas cadenas logísticas para su recuperación y transformación.

Este cambio de paradigma permite ver los problemas ambientales como parte de un sistema interconectado: al resolver uno, se puede impactar positivamente en otro. BAETA no solo captura CO2, sino que también redefine el concepto de residuo plástico, mostrandolo como un recurso infrautilizado con potencial climático.

Lo que sigue: inversión y adopción industrial

El camino desde el laboratorio hasta la industria siempre requiere tiempo, inversión y colaboración. El equipo liderado por Margarita Poderyte y Jiwoong Lee ya está buscando financiamiento para producir BAETA a gran escala. El reto principal, según los investigadores, no es técnico, sino político y económico: convencer a los responsables de tomar decisiones para que apuesten por esta tecnología.

Si logran superar esa barrera, podríamos ver en los próximos años plástico transformado en dispositivos activos dentro de chimeneas industriales, ayudando a reducir el impacto de las emisiones con un material que antes solo generaba problemas.

Este tipo de innovación representa una nueva generación de soluciones climáticas, aquellas que nacen de los residuos y utilizan lo que antes era descartado para proteger el planeta. BAETA nos recuerda que el futuro no solo depende de nuevas tecnologías, sino de nuestra capacidad para reconectar los puntos entre lo que contaminamos y lo que necesitamos cambiar.




☞ El artículo completo original de Natalia Polo lo puedes ver aquí

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