Este cambio abrupto ha sido objeto de estudio de muchos economistas, pero pocos han profundizado tanto como Joel Mokyr, historiador económico premiado este año con el Premio Nobel de Economía. Mokyr comparte el galardón con Philippe Aghion y Peter Howitt, quienes desarrollaron la teoría del crecimiento sostenido mediante la destrucción creativa.
Ciencia, tecnología y una mentalidad dispuesta al cambio
Joel Mokyr ha dedicado décadas a estudiar por qué el crecimiento económico despegó justo en ese momento y en ese lugar: Gran Bretaña a comienzos del siglo XIX. Para él, la clave no solo estuvo en los avances científicos o tecnológicos, sino en la forma en que esa sociedad los adoptó y aplicó.
Otras civilizaciones también conocieron descubrimientos importantes, pero nunca alcanzaron una aceleración sostenida del crecimiento. Mokyr explica que lo que hizo diferente a Gran Bretaña fue su habilidad para traducir el conocimiento científico en aplicaciones prácticas. Es decir, no se trató solo de tener ideas brillantes, sino de contar con artesanos, técnicos y emprendedores capaces de convertirlas en inventos útiles.
Aquí entra en juego el movimiento de la Ilustración, una corriente intelectual que impulsó el pensamiento racional, la ciencia y el cuestionamiento de lo establecido. Aunque fue un fenómeno europeo, Mokyr sostiene que Gran Bretaña supo operativizar la Ilustración, llevando sus ideas desde los salones filosóficos hasta los talleres y fábricas.
Esa transición de la teoría a la práctica generó una sinergia entre los macro inventos (grandes descubrimientos científicos) y los micro inventos (mejoras tecnológicas aplicadas al trabajo cotidiano), lo que permitió elevar la productividad y, con ello, el nivel de vida.
Un entorno institucional que no bloquea la innovación
Otro factor decisivo, según Mokyr, fue el papel de las instituciones británicas. A diferencia de otros países, el sistema político de Gran Bretaña fue relativamente receptivo a los cambios disruptivos que traía consigo la tecnología. El Parlamento y otras estructuras no se opusieron sistemáticamente a las transformaciones, incluso cuando estas afectaban los intereses de grupos de poder establecidos.
Esto resulta clave para entender por qué algunos avances tecnológicos tienen un impacto profundo en la economía y otros no. La tecnología necesita un ecosistema social e institucional que la acoja, que le permita desarrollarse y transformarse en valor económico real. De lo contrario, las ideas quedan archivadas, como tantos manuscritos olvidados en una biblioteca.
La destrucción creativa como motor del progreso
Complementando el trabajo de Mokyr, los economistas Philippe Aghion y Peter Howitt fueron premiados por su modelo matemático que explica el crecimiento sostenido a través de la destrucción creativa, un concepto propuesto por Joseph Schumpeter.
Este concepto se refiere al proceso por el cual nuevas tecnologías y modelos de negocio reemplazan a los antiguos. No es un camino sin pérdidas: implica que algunas empresas desaparecen, que se pierden empleos y que se generan tensiones sociales. Pero ese movimiento, aunque doloroso en algunos casos, es fundamental para que la economía evolucione.
Lo que Aghion y Howitt demostraron es que el crecimiento a largo plazo depende de aceptar el cambio constante, y de permitir que nuevas ideas desplacen a las obsoletas. Es como podar un árbol para que crezca con más fuerza: eliminar ramas no es agradable, pero estimula el desarrollo de nuevas.
Lecciones para la era de la inteligencia artificial
Este reconocimiento llega en un momento en que el mundo enfrenta una nueva ola de tecnologías disruptivas, como la inteligencia artificial, la automatización avanzada y la biotecnología. El mensaje implícito en la obra de estos tres economistas es claro: el éxito económico del futuro no dependerá solo de cuánto sepamos, sino de cómo lo pongamos en práctica.
Tener algoritmos poderosos o descubrimientos prometedores no basta. Se requiere una sociedad capaz de adaptarse rápidamente, integrar el conocimiento en la economía real y aceptar las incomodidades del cambio. Las resistencias naturales al progreso, como las de algunos gremios ante la automatización, deben ser gestionadas con empatía pero sin frenar la evolución.
Las teorías premiadas este año no solo explican el pasado, también iluminan el camino hacia el futuro. Y en ese trayecto, comprender los mecanismos del crecimiento sostenido es tan importante como fomentar la creatividad y abrir espacios para que las nuevas ideas florezcan.
☞ El artículo completo original de Natalia Polo lo puedes ver aquí
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