La revolución silenciosa mientras dormimos
Pasamos aproximadamente un tercio de nuestras vidas durmiendo, lo cual representa unas 58,400 horas si llegas a los 80 años. ¿No te parece una barbaridad de tiempo? Yo creo que por eso hay gente que no puede soportar la idea de «desperdiciar» tantas horas sin hacer nada productivo. Y ahí es donde entra toda esta locura tecnológica.
Resulta que algunas empresas emergentes están desarrollando algoritmos de inteligencia artificial combinados con dispositivos wearables que prometen algo bastante alucinante: inducirnos sueños lúcidos personalizados a voluntad. Una startup llamada Prophetic está creando un dispositivo llamado Halo que se prevé lanzar en 2025 con un precio de alrededor de $2,000.
El cacharro en cuestión parece una especie de corona que te pones en la cabeza. Funciona enviando haces de ultrasonido enfocados hacia regiones específicas del cerebro que están involucradas en el soñar lúcido, activando las partes que controlan la toma de decisiones y la conciencia. Vaya, que básicamente le dicen a tu cerebro: «Oye, despierta dentro del sueño, pero no despiertes del todo».
¿Cómo funciona esto de programar sueños?
Lo interesante de todo esto es la tecnología detrás. El dispositivo Halo utiliza una combinación de ultrasonido y modelos de aprendizaje automático creados con datos de EEG y fMRI para detectar cuándo los usuarios están en fase REM e inducir sueños lúcidos. En mi opinión, suena como si estuviéramos hackeando el cerebro de la forma más elegante posible.
Los investigadores de Northwestern están usando un método llamado reactivación de lucidez dirigida (TLR), que combina entrenamiento antes de dormir con señales sensoriales durante el sueño para inducir un sueño lúcido. La belleza del asunto es que estos científicos han conseguido que funcione hasta con una simple app de smartphone. Nada de equipos de laboratorio carísimos.
Pero aquí viene lo verdaderamente flipante: al presentar entradas sensoriales como sonidos, palabras o incluso olores durante el sueño, los investigadores han demostrado que se pueden tejer temas específicos en los sueños. ¿Quieres soñar con el océano? Reproducen sonido de olas. ¿Prefieres algo más específico? Te susurran palabras que pueden guiar la narrativa de tu sueño.
¿Para qué querría alguien programar sus sueños?
Aquí es donde la cosa se pone interesante. Prophetic promete que con su dispositivo, los ingenieros podrían programar código mientras duermen, y los arquitectos podrían diseñar edificios en sus sueños. Yo, personalmente, encuentro esto un poco excesivo. ¿No podríamos simplemente dejar que el sueño sea… sueño?
Pero hay aplicaciones más serias. Los sueños lúcidos pueden ayudar a tratar pesadillas relacionadas con el trastorno de estrés postraumático (TEPT), mejorar la calidad del sueño y el estado de ánimo matutino. Imagínate a un veterano de guerra que revive traumas constantemente en sus pesadillas. Con esta tecnología de sueños programables, podría aprender a tomar control de esas narrativas nocturnas y transformarlas en algo menos aterrador.
Las pesadillas están relacionadas con todo tipo de trastornos psiquiátricos y del sueño, incluyendo adicción, psicosis, narcolepsia e insomnio, así como mayores riesgos de ansiedad, depresión y suicidio. Cuando lo ves desde esa perspectiva, programar sueños deja de parecer un capricho de Silicon Valley para convertirse en una herramienta terapéutica legítima.
La inteligencia artificial también sueña (más o menos)
Pero no todo es dispositivos que te pones en la cabeza. La IA generativa también está entrando en el mundo onírico de formas bastante curiosas. El proyecto «Onírica» del estudio fuse* utiliza inteligencia artificial y aprendizaje automático para traducir relatos textuales de bancos de sueños de miles de voluntarios en imágenes animadas y voces generadas artificialmente.
Y hay aplicaciones más prácticas para el día a día. Dream Interpreter AI utiliza el modelo de lenguaje GPT-3 para interpretar sueños, alimentándose tanto de algoritmos como de toda la información que hay en internet relacionada con la interpretación de sueños. Básicamente, le cuentas tu sueño raro de anoche y la IA te devuelve un análisis personalizado. Según Psychology Today, esta tecnología podría tener valor terapéutico al dar a las personas un sentido más amplio del potencial de su propia imaginación.
Los escépticos tienen razón en preocuparse
No todo es color de rosa en este mundo de narrativas nocturnas personalizadas. Antonio Zadra, profesor de psicología especializado en sueño y soñar, advierte que no es tan simple como parece: los durmientes pueden entrar en el estado de sueño lúcido pero rápidamente olvidar que están soñando o emocionarse demasiado y despertarse.
Yo creo que hay algo fundamentalmente perturbador en la idea de controlar completamente nuestros sueños. Los sueños son ese espacio donde nuestro inconsciente se expresa libremente, sin censura, sin agenda. ¿Qué pasa cuando empezamos a programarlos como si fueran episodios de Netflix?
El cerebro no es una máquina que pueda programarse con precisión. Los sueños son impredecibles, y las intervenciones pueden tener consecuencias no deseadas. Estimular ciertos circuitos neuronales podría interrumpir los ciclos naturales del sueño, provocando daños cognitivos o emocionales. Esto sin mencionar las implicaciones éticas de tener empresas con acceso a tus experiencias oníricas más íntimas.
¿Qué viene después?
REMspace Inc ha abierto un laboratorio en Silicon Valley donde están desarrollando tecnologías para explorar sueños lúcidos, parálisis del sueño y otros fenómenos relacionados con el sueño REM. Su equipo ha demostrado que se pueden transmitir voz y melodías desde los sueños en tiempo real. Suena totalmente surrealista, pero es real.
Las imágenes cerebrales han comenzado a reconstruir imágenes de sueños decodificando patrones neuronales, insinuando un futuro donde los sueños podrían grabarse o incluso compartirse. Esto abre un universo de posibilidades y, siendo honesto, también de potenciales pesadillas distópicas.
En mi opinión, estamos en los albores de algo grande. La tecnología de control de sueños todavía está en pañales, pero avanza rápido. Quizás en unos años todos tengamos nuestro propio «programador de sueños» en la mesita de noche. La pregunta es: ¿realmente queremos eso? ¿O hay algo valioso en dejar que nuestros sueños sean ese último reducto salvaje de nuestra mente, libre de algoritmos y optimizaciones?
Lo que está claro es que la frontera entre la vigilia y el sueño se está volviendo cada vez más borrosa. Y eso, amigos, es tanto emocionante como inquietante a partes iguales.
☞ El artículo completo original de Natalia Polo lo puedes ver aquí
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