Para ello, y empleando una técnica que permite mapear los puntos de referencia en estructuras anatómicas, los investigadores dividieron cada cráneo en cuatro secciones. Analizaron los marcadores de cara superior, cara inferior, parte frontal y posterior de la cabeza y compararon entre todos los cráneos analizados.
Como grupo de control, utilizaron a los hilobátidos, pues la especie se separó de los homínidos hace unos 20 millones de años y se dieron cuenta de algo: mientras los gibones se parecen muchísimo entre sí, los homínidos son muy diferentes unos de otros. Y, entre ellos, los humanos son los que más evolucionaron. A una velocidad pasmosa, además.
Cara + neurocráneo. La conclusión es que el cerebro humano evolucionó el doble de rápido que el de otros homínidos. Ya se habían hecho estudios sobre que factores adicionales impulsaban cambios acelerados en el cerebro y el cráneo, pero este estudio es el primero en cuantificar la velocidad a la que evolucionaron las diferentes especies.
Y, además de la velocidad, lo que hallaron es que la cara humana se transformó casi tan rápido como el neurocráneo. La expansión cerebral y el aplanamiento facial está relacionado, pero en otras especies no hay una relación tan clara entre la evolución del neurocráneo y la cara. Por tanto, el equipo llegó a la conclusión de que hubo algo externo en juego: una presión selectiva causada porque empezamos a vivir en una sociedad.
“La cara es la interfaz a través de la cual interactuamos con otras personas, por lo que una posible explicación es que la presión selectiva que causó su acelerada evolución está relacionada con cómo interactuamos entre nosotros en un grupo social”, expone Gómez-Robles.
Implicaciones. Esto no ha ocurrido exclusivamente con los humanos. En el caso de los gorilas, el equipo de la UCL concluyó que habían tenido la segunda tasa de evolución craneal más rápida, probablemente también impulsada por la selección social, que implica que una cresta craneal más grande sea símbolo de un mayor estatus social.
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La noticia Todos los cráneos de los grandes simios eran igual de grandes. Hasta que el homo sapiens metió quinta fue publicada originalmente en Xataka por Alejandro Alcolea .
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