Marcos, estudiante de 21 años, reconoce que le cuesta “muchísimo” leer un libro entero porque no encuentra “ni el tiempo, ni la forma, ni las ganas”. Por ello se ayuda de la IA cuando necesita leer un texto o libro para clase. “¿Quién no la ha usado a día de hoy?”, se pregunta.
Por su parte, Raquel, de 24, también se apoya en herramientas de inteligencia artificial cuando no tiene tiempo o “ganas” de leer. Admite que alguna vez ha sentido que por usar la IA se perdía una historia que le podía llegar a gustar, pero no se arrepiente de haberlo hecho —y está segura de que lo volverá a hacer—.
Ni Raquel ni Marcos creen que ayudarse de este tipo de herramientas sea algo peligroso o preocupante, lo consideran simplemente un cambio como cualquier otro en su generación. “No es tan impactante, simplemente las generaciones cambian, leemos de otra forma. Somos una generación que lee por el móvil y aparatos tecnológicos”, explica Marcos.
La búsqueda de atajos para no leer no es algo nuevo ni exclusivo de las generaciones actuales. Los estudiantes siempre han encontrado formas de esquivar los libros y salir del paso en trabajos o exámenes: copiar resúmenes ya hechos por editoriales, pedir la explicación a un compañero o recurrir a plataformas como El Rincón del Vago.
Con la llegada de la IA, no leer es aún más fácil. Basta una búsqueda en redes sociales para encontrar decenas de publicaciones con recomendaciones de aplicaciones, webs o herramientas de IA que “prometen” a quienes las usen no necesitar a abrir el libro. Bajo títulos como “¿Te cuesta leer libros por falta de tiempo? ¡Te comparto 4 IA que leen por ti (y mejoran tu comprensión)!”, se dan a conocer herramientas que resumen cualquier texto o libro, y que también son capaces de crear a partir de ellos mapas mentales, presentaciones, vídeos o incluso podcast (por si no tienes tiempo ni para leer los resúmenes).
En estas mismas plataformas los jóvenes expresan el alivio que sienten al no necesitar leer cuando no quieren hacerlo. Una usuaria de Tiktok insinúa en sus vídeos ser más “feliz” por no tener que “leer 765 páginas de un pdf”, ya que solo lee “el resumen y las flashcard” que le crea una aplicación.
“Los españoles cada vez leen más”
La IA se ha convertido en un accesorio más en nuestro día a día, en una herramienta de la que echamos mano para cada vez más cosas. Hemos comprobado su potencial resolviendo operaciones o programando, pero también redactando y resumiendo textos. De ahí surge una pregunta: si la inteligencia artificial puede escribir, resumir y hasta contarnos historias, ¿Puede la IA sustituir a la lectura? Por ahora, en España, no.
Las estadísticas de lectura en nuestro país reflejan un interés por la lectura creciente en casi todos los grupos de edad: el porcentaje de españoles que lee en su tiempo libre ha superado este 2025 por primera vez el 65%, rompiendo el mito de que los jóvenes ya no leen —el 75,3% de la población entre 14 y 24 años lee en su tiempo libre—.
Esta buena salud lectora convive con una realidad nueva: los jóvenes incorporan la inteligencia artificial a su día a día con una naturalidad asombrosa.
Según el informe Así somos. El estado de la adolescencia en España, de Plan International de 2025, el 62% de las chicas y el 59% de los chicos de entre 12 y 21 años encuestados usa la IA para resolver dudas relacionadas con sus estudios. De hecho, un 68% de ellas y un 61% de ellos temen “desarrollar cierta dependencia a esta tecnología”. La lectura, por tanto, no desaparece, pero empieza a compartir espacio —y tiempo— con una herramienta que puede sustituir, complementar o transformar la forma en que los jóvenes se relacionan con ella.
Las habilidades de la IA para redactar textos son ya de sobra conocidas por los docentes. Lo que, según Patricia Sánchez, profesora de Lengua y Literatura en un instituto de Leganés, empieza a inquietarles ahora es otro efecto, menos visible: cómo puede afectar al desarrollo de los estudiantes delegar en la IA tareas como la lectura, la comprensión o la interpretación de un texto. “A ciertas edades hay tareas que no debemos dejar en manos de la tecnología”, asegura la profesora.
No le preguntes de dónde saca el resumen del libro, eso sí. (Emiliano Vittoriosi/Unsplash) Docentes como Sánchez advierten que recurrir a la IA para leer, resumir o redactar en lugar de hacerlo uno mismo —especialmente en edades tempranas— puede frenar el desarrollo de habilidades fundamentales como la comprensión lectora, la escritura o la capacidad de análisis. Sánchez ve problemático que “no adquieran ciertas competencias”, que “no hagan esfuerzos, que no cometan errores y por ello no sean capaces de solventarlos”.
Organizaciones como la Unesco o el Foro Económico Mundial señalan cómo delegar actividades —como la lectura— a la tecnología puede afectar a la memoria y a la capacidad de aprendizaje.
Según un análisis de investigadores de la Universidad de Chile, el “uso pasivo” de herramientas de IA como ChatGPT puede “socavar las bases mismas de la alfabetización”. Los autores reconocen que la IA tiene un gran potencial en el ámbito educativo, pero advierten de la necesidad de trabajar y “practicar intensamente con textos escritos” para poder desarrollar “una buena comprensión lectora y habilidades de escritura”. Coinciden con Sánchez en que con la lectura no solo adquirimos información, sino que es clave para fortalecer el vocabulario, la comprensión, el razonamiento y el pensamiento crítico.
Según los investigadores, “leer actúa como un entrenamiento para el cerebro”.
Los CEOs que ya no leen
A Sánchez no le preocupa que sus alumnos no hayan leído Luces de Bohemia; le inquieta que en un futuro "no entiendan" una noticia cuando lean un periódico, o les resulte más complicado “comprender el mundo en general, tener la paciencia para parar, pensar, asimilar, ser capaces de crear una opinión…”. Es por ello por lo que un buen uso de la tecnología debe tener una “base previa”.
Una vez adquiridas las competencias y habilidades básicas que rodean a la lectura, para Sánchez la IA puede ser una aliada.
Por su parte, Nerea Blanco, filósofa y escritora española creadora de la plataforma Filosofers, cree que para la lectura la IA “no es una herramienta que vaya a ayudar”. Advierte del peligro de crear dependencia y de necesitar ayuda de la inteligencia artificial para “explicarnos todo”. Echar mano de ella cuando no comprendemos algo concreto puede ser muy útil, pero para Blanco esto se puede volver en nuestra contra, porque “podemos dejar de poner a nuestro cerebro a funcionar”.
Parece que hay consenso en que el uso de la IA para evitar leer está más extendido en el ámbito académico: “¿Quién quiere leer Beowulf?”, comenta un usuario de TikTok en un vídeo que recomienda apps de IA que resumen libros. Sin embargo, este discurso también cala entre algunos empresarios o “gurús” de internet. El ritmo acelerado que marca la sociedad actual es capaz de hacer atractivos estos “atajos” a la lectura.
Nikesh Arora, CEO de Palo Alto Networks —una multinacional estadounidense de ciberseguridad—, reconocía sin tapujos en una entrevista que era “más de resúmenes que de libros”. El alto cargo de la empresa —que está impulsada por IA— cuestionaba la “utilidad” de leer un libro de 500 páginas para finalmente “destilar únicamente 10”.
Su postura encarna una tendencia que parece estar cada vez más extendida entre líderes tecnológicos que ven en la IA un sustituto perfecto para cada vez más tareas. De hecho, el CEO de OpenAI, Sam Altman, reconoce usar la IA para todo tipo de actividades, incluido “resumir documentos”. Por su parte, Mustafa Suleyman, CEO de Microsoft AI, está seguro de que “en el mundo de antes, leer te ponía por delante de los demás. Muy pronto tendremos que asumir que un usuario experto acompañado de una inteligencia artificial podrá actuar como si supiera más”.
La irrupción de la IA afecta hasta a la percepción de la formación tradicional y las titulaciones universitarias. Ryan Roslansky, CEO de LinkedIn, tiene claro que los empleos más atractivos del futuro no estarán reservados únicamente a graduados universitarios. Este responsable valora más "la disposición de los profesionales a actualizarse constantemente y adoptar nuevas herramientas tecnológicas".
Esta perspectiva también la secunda Benjamin Mann, uno de los seis ingenieros que abandonaron OpenAI para crear su propio modelo de IA: Anthropic. Mann comenta que, hace una o dos décadas, quizá habría intentado preparar a su hija para ser la mejor en la escuela y apuntarla a todas las actividades extracurriculares, pero que ahora sentía que nada de eso tenía verdadera importancia, y lo que busca es que sea “feliz, considerada, curiosa y amable”; poniendo en valor nuevas habilidades en detrimento de los títulos y la formación tradicional.
Hacia una buena integración
La capacidad de la IA para sintetizar ideas, proporcionar resúmenes o responder a preguntas no sustituye en absoluto la experiencia de la lectura para Javier Bardón, profesor de psicología social en la Universidad Rey Juan Carlos. El autor de ‘Ana contra Gürtel’ cree que es imposible que la IA reemplace lo que nos puede hacer sentir un libro.
“La literatura implica recrear mentalmente una historia y vivir vicariamente los conflictos de los personajes, algo que se pierde completamente con un resumen de IA”. Al usar la IA para resumir o leer, se pierde la "vivencia" de "seguir de la mano al personaje" y la capacidad de "experimentar por ti mismo los conflictos de otros". El autor lo compara con “ver fotografías de París” en lugar de haber estado. Aunque se tiene la información, no se ha vivido la experiencia.
Patricia Sánchez está de acuerdo en que esa parte de “emoción” que tiene la literatura —y que es la más “humana”— “es realmente la que se está perdiendo". La profesora cree que, si toda la lectura está mediada por la IA, no es posible el “disfrute de la literatura”, el descubrir lo que nos gusta y lo que no.
El miedo y la preocupación de un uso excesivo de la IA conviven con la visión del potencial que pueden tener estas herramientas. Lejos de “remar contra corriente”, como señala Bardón, la clave está en aprender a integrarla en el proceso educativo: usarla para acercar textos complejos, despertar la curiosidad por autores clásicos o reforzar la comprensión de lo que leemos.
Tanto Bardón como la profesora Sánchez coinciden en que el valor de la IA depende de tener unas bases sólidas. Puede ser muy útil para guiar la redacción o estructurar ideas, siempre que los estudiantes sean quienes reelaboren y aporten su propio criterio. La filósofa Blanco añade que también puede actuar como un “compañero de lectura”, una ayuda que nos permita entender mejor aquello que no comprendemos a primera vista.
En Xataka | El "superpoder" de leer mucho en poco tiempo es menos superpoder cuando escuchas cómo lo consigue Bill Gates
Imagen | Brad Rucker
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La noticia El nacimiento de un movimiento anti-lectura: cada vez más personas admiten utilizar la IA para resumir libros fue publicada originalmente en Xataka por Anabel Cuevas Vega .
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