Blue Origin ha dado un nuevo paso en su historia espacial con el exitoso lanzamiento de su cohete New Glenn, que transportó dos pequeñas sondas marcianas de la NASA. Esta misión, además de inaugurar un enfoque innovador para enviar cargas a Marte, logró por primera vez el aterrizaje controlado de su primera etapa, consolidando la capacidad reutilizable del vehículo.
Un lanzamiento bajo condiciones desafiantes
El despegue, originalmente previsto para días antes, se retrasó debido a una combinación poco común de mal clima terrestre y una tormenta solar de alta intensidad. Las condiciones extremas podrían haber interferido con los sistemas eléctricos tanto del cohete como de su carga útil, lo que obligó a los responsables de la misión a esperar a que el entorno fuera seguro. Finalmente, el 13 de noviembre de 2025, el New Glenn encendió sus siete motores principales alimentados por metano y despegó desde la plataforma LC-36 en Cabo Cañaveral.
La atmósfera entre el personal de Blue Origin era de entusiasmo. A varios kilómetros del sitio de lanzamiento, los equipos aplaudieron mientras el gigantesco vehículo de 321 pies de altura ascendía sobre una columna de fuego con una potencia de empuje de 3,8 millones de libras.
Aterrizaje exitoso: un hito para Blue Origin
Este vuelo fue el segundo para el cohete New Glenn, pero el primero en lograr el regreso exitoso de su primera etapa, una parte crucial del diseño reutilizable. El módulo, bautizado con el nombre «Never Tell Me The Odds», implementó varias mejoras respecto al intento anterior, que no logró aterrizar.
Siguiendo una secuencia similar a la de los cohetes Falcon 9 de SpaceX, el New Glenn ejecutó una frenada con tres de sus motores, luego otra ignición antes del aterrizaje, finalizando con un descenso controlado con un solo motor. La etapa tocó con precisión la cubierta del barco de recuperación Jacklyn, llamado así en honor a la madre de Jeff Bezos. Esta recuperación exitosa representa un avance significativo para la empresa, que ahora puede comenzar el proceso de evaluación y posible reutilización del componente.
Una misión económica hacia Marte: Proyecto ESCAPADE
El objetivo principal de esta misión era desplegar las sondas Blue y Gold, parte del programa ESCAPADE (Escape and Plasma Acceleration and Dynamics Explorers), gestionado por la Universidad de California en Berkeley y financiado por la NASA. Estas naves no tripuladas fueron construidas por Rocket Lab, y forman parte de una estrategia que busca reducir los costos y tiempos de desarrollo de misiones interplanetarias.
Con un presupuesto de apenas 107,4 millones de dólares, ESCAPADE es una iniciativa de bajo costo si se la compara con otras misiones que suelen superar ampliamente los cientos de millones. El plan original era que las sondas viajaran junto a la misión Psyche, pero retrasos y decisiones técnicas terminaron colocándolas en el segundo vuelo del New Glenn.
Una nueva ruta hacia Marte
La ruta elegida para alcanzar Marte no sigue el camino habitual que aprovecha las ventanas de lanzamiento planetarias que se abren cada dos años. En su lugar, los expertos de Advanced Space LLC diseñaron una trayectoria más flexible. Las sondas recorrerán una órbita elíptica, saliendo hasta más de un millón de millas de la Tierra, y regresarán para una asistencia gravitatoria a finales de 2026.
Este tipo de estrategia es como hacer un rodeo largo pero planeado: las sondas usarán la gravedad de la Tierra como una honda para ganar velocidad. Esta maniobra, complementada por pequeños empujes de sus propios sistemas de propulsión, les permitirá finalmente tomar rumbo a Marte, donde llegarán en septiembre de 2027. Este enfoque abre nuevas posibilidades para futuras misiones que no dependan estrictamente de las ventanas tradicionales.
Estudiar el viento solar y la atmósfera de Marte
Una vez en Marte, las sondas se enfocarán en estudiar cómo el viento solar afecta la atmósfera marciana. Marte perdió su campo magnético global hace miles de millones de años, dejando expuesta su atmósfera a partículas cargadas del Sol, que actúan como una tormenta constante que va desgastando sus capas superiores.
Gracias a que ESCAPADE cuenta con dos sondas, los científicos podrán observar simultáneamente lo que ocurre en diferentes puntos del sistema marciano. Es como tener dos cámaras en distintos ángulos para entender mejor una escena compleja. Una podrá estudiar cómo impactan las partículas solares en el entorno cercano al planeta, mientras la otra observará la atmósfera en regiones más alejadas.
Con esta información se espera comprender mejor cómo ha evolucionado el clima de Marte, que en algún momento fue cálido y húmedo, pero que con el tiempo se volvió seco y frío. Se sospecha que la pérdida atmosférica ha sido un factor clave en esta transformación, y ESCAPADE ayudará a cuantificar mejor ese proceso.
Un modelo para el futuro de la exploración planetaria
Más allá de los datos que recojan las sondas, esta misión representa una prueba de concepto para una nueva forma de explorar el espacio. Aprovechar lanzadores comerciales reutilizables, construir sondas económicas y flexibles, y diseñar trayectorias que no dependan de estrictas ventanas planetarias podría democratizar el acceso a misiones científicas más allá de la órbita terrestre.
El éxito conjunto de Blue Origin, NASA, UC Berkeley y Rocket Lab sugiere que estamos entrando en una etapa donde las colaboraciones entre lo público y lo privado podrán acelerar los descubrimientos científicos. Con cada misión que logra su objetivo gastando menos y reutilizando más, se allana el camino para que más investigadores, universidades y países puedan participar en la exploración del sistema solar.
☞ El artículo completo original de Natalia Polo lo puedes ver aquí