Durante estos tres años de convivencia con ChatGPT, ha ido calando cierta sensación de que el buscador de siempre ha dejado de ser imprescindible. El chatbot responde en lenguaje natural, permite repreguntar y, en muchos casos, ahorra tiempo frente a una lista de enlaces. Pero esa comodidad no implica necesariamente que esté haciendo el mismo trabajo que Google. Buscar no siempre es obtener una respuesta cerrada: también es explorar fuentes, comparar y decidir por uno mismo a qué información dar crédito.
Para entender qué está cambiando de verdad, conviene mirar cómo se usa cada herramienta y no solo cómo se habla de ellas. Antes de pasar al estudio, podemos hacer una pregunta concreta: cuando abrimos ChatGPT, ¿estamos buscando información en el sentido clásico o estamos haciendo otra cosa? El matiz importa porque “buscar”, como hemos dicho, mezcla acciones muy distintas.
Lo que los estudios dicen sobre la verdadera relación entre ChatGPT y Google
Un paper del National Bureau of Economic Research elaborado con datos proporcionados por OpenAI es el punto de partida para aterrizar este tema. Está construido a partir de mensajes enviados a ChatGPT clasificados de manera automática para detectar patrones sin que nadie lea el contenido. El objetivo no es evaluar la calidad de las respuestas, sino medir para qué acudimos al chat en la práctica y cómo cambia ese uso con el tiempo.
La primera foto que ofrece el paper es clara y conviene darla con precisión temporal. En junio de 2025, el 73% de los mensajes se consideraron no relacionados con el trabajo, frente al 27% vinculados a tareas laborales. Ese reparto también cambia respecto a etapas anteriores que el propio estudio compara, y sugiere que el uso personal está ganando peso con el paso del tiempo. El dato importa porque cuestiona una idea extendida: que el chat es ante todo una herramienta profesional.
Cuando el análisis baja al detalle, la actividad se concentra en tres grandes categorías.
- Orientación práctica: cuando queremos entender algo, aclarar conceptos o ver opciones con más claridad.
- Búsqueda de información: indagar sobre hechos, temas o cuestiones concretas (es el apartado que más se aproxima al patrón de la búsqueda web tradicional).
- Escritura: incluye desde redactar hasta estructurar ideas y planificar tareas.
Esto se traduce a gestos muy reconocibles que no dependen de una lista de resultados. A veces usamos ChatGPT para aclarar ideas o pedir orientación. Otras veces delegamos trabajo, desde pulir un correo hasta organizar un documento o preparar un plan. Y, en menor medida, también se utiliza como un espacio donde pensar en voz alta y ordenar preocupaciones. En todos esos casos, el valor no está en llegar a una página, sino en recibir una respuesta adaptada al contexto inmediato y en forma de salida utilizable.
Ahí es donde la comparación con Google se vuelve más precisa. El buscador está pensado para mostrar un mapa de enlaces, permitir que exploremos fuentes y decidamos a cuáles entrar, con el coste de leer, comparar y sintetizar información dispersa en la web. ChatGPT, en cambio, concentra parte de ese trabajo en una respuesta y la ajusta a lo que hemos preguntado, lo que desplaza el esfuerzo desde la navegación hacia la interpretación.
Esta convivencia encaja bien con lo que describe Nielsen Norman Group en uno de sus estudios. Su conclusión principal es que los hábitos de búsqueda son sorprendentemente persistentes y que tendemos a empezar por lo que nos resulta familiar, incluso cuando ya hemos incorporado herramientas de IA a otras tareas cotidianas.
Frecuentemente lo utilizamos como un atajo mental y práctico para llegar a destinos que ya conocemos. En lugar de escribir directamente "youtube.com", tecleamos “YouTube” en Google y desde ahí accedemos al sitio. Bajo ese esquema, el buscador sigue operando como una gran puerta de entrada al ecosistema web, más que como un motor de descubrimiento puro.
El resultado no es una sustitución limpia ni un relevo inmediato, sino un ecosistema más fragmentado y funcionalmente repartido. Alternamos entre buscadores tradicionales y chatbots según el momento y la tarea, y eso redistribuye el esfuerzo entre encontrar información, entenderla, tomar decisiones y producir contenido. Aun así, conviene manejar estos datos con cautela. El ecosistema sigue en movimiento y los hábitos todavía están ajustándose, por lo que no deberíamos leer estos resultados como definitivos.
Por otra parte, Google ha ido incorporando capas de IA generativa, desde los resúmenes con IA hasta el denominado Modo IA. Sin embargo, por ahora el modelo basado en enlaces sigue marcando el ritmo de la experiencia. Y el servicio continúa siendo, además, una fuente dominante de tráfico para la web, aunque su propia integración de IA ya está empezando a reducir la necesidad de hacer clic en muchos casos.
Imágenes | Berke Citak | Firmbee.com | sarah b
-
La noticia ChatGPT no se usa como pensábamos: lo que más se repite no se parece en nada a las búsquedas de Google fue publicada originalmente en Xataka por Javier Marquez .
☞ El artículo completo original de Javier Marquez lo puedes ver aquí