
Me debo a mis lectores, y hace unos días uno de ellos, Leonhart, me pidió que aclarase una presunta evidencia de la tierra plana. Os explico. Un tipo llamado J. Tolan graba desde un avión con una «cámara infrarroja» y afirma estar viendo montañas a más de 1000 kilómetros de distancia. La conclusión que vende es demoledora: si puedes ver tan lejos, la Tierra no puede ser redonda. El argumento engancha porque suena técnico y convincente. Veamos si pasa el test del rascado superficial.
Cámara infrarroja de largo alcance - J. Tolan
Lo primero que hay que entender es qué tipo de cámara está usando realmente J. Tolan. Cuando dice «infrarrojo», mucha gente imagina esas cámaras térmicas tipo FLIR que usan los militares, las que detectan el calor de los cuerpos a distancia trabajando en longitudes de onda largas, entre 8 y 14 micrómetros. Pero resulta que en varios análisis técnicos de sus vídeos se ha identificado que lo que usa es infrarrojo cercano, con un filtro de unos 850 nanómetros. Y esto cambia todo, porque el infrarrojo cercano se comporta ópticamente casi igual que la luz visible: refracta igual, produce espejismos igual, sufre el mismo efecto de «looming» atmosférico. Su única ventaja real es que atraviesa mejor la bruma y mejora el contraste en ciertas condiciones, lo que hace que parezca que ves más lejos. Pero no rompe las leyes de la geometría ni elimina la curvatura terrestre.
Vamos ahora con los famosos 1000 kilómetros. Cuando la gente de Metabunk se puso a investigar estos vídeos con calma, apareció un patrón recurrente: las distancias disparatadas salían de identificar mal el objetivo. En el caso concreto del vídeo donde JTolan afirmaba estar viendo Baja California a 760 millas (más de 1200 kilómetros), resulta que lo que probablemente estaba grabando eran colinas en Texas a unas 165 millas. El usuario Trailspotter de ese fantástico foro, logró identificar el punto aproximado desde donde se hizo la grabación, suporponiendo una imagen del vídeo sobre una toma más amplia de googleearth.


Es el clásico error de decir «veo algo lejano» sin molestarse en verificar qué es ese algo ni dónde está realmente.
Desde un avión comercial que vuela a unos 11 kilómetros de altura, la distancia al horizonte geométrico sin tener en cuenta la refracción atmosférica está en torno a los 370 kilómetros. Pero ojo, esto no significa que no puedas ver nada más allá. Si hay una montaña alta que sobresale por encima de ese horizonte, la verás perfectamente aunque esté más lejos. Y aquí entra en juego la refracción atmosférica, que es el verdadero elefante en la habitación que estos vídeos ignoran sistemáticamente. La atmósfera no es uniforme: tiene capas con diferentes densidades y temperaturas que hacen que la luz se curve. En condiciones normales, esto extiende un poco el horizonte aparente. Pero en condiciones de inversión térmica, puede producir efectos espectaculares de superrefracción que permiten ver muchísimo más lejos de lo normal.
Hay un fenómeno óptico muy conocido que ilustra esto que os digo, y que puede llegar a hacernos creer que estamos viendo barcos flotando en el aire. Barcos, que por otro lado, se encuentran detrás de la linea a el horizonte. Se llama espejismo superior, y en su versión más extrema recibe el nombre casi poético de Fata Morgana. Ocurre cuando se da una inversión térmica, es decir, cuando una capa de aire caliente queda atrapada bajo aire más frío, algo bastante habitual sobre el mar o en grandes superficies frías. En esas condiciones, la luz no viaja en línea recta, sino que se curva hacia abajo, siguiendo parcialmente la curvatura de la Tierra. El resultado es que objetos que están más allá del horizonte geométrico aparecen elevados, estirados o incluso “suspendidos” sobre él, dando la impresión de que flotan. Este efecto está documentado desde hace siglos por navegantes y físicos. Y un detalle clave para evitar confusiones modernas: esto ocurre tanto en luz visible como en infrarrojo cercano. Usar cámaras infrarrojas no elimina la refracción atmosférica, porque el fenómeno no depende del color de la luz, sino de cómo está estratificado el aire. Cuando alguien ve un barco flotando, no está viendo una grieta en la física ni una Tierra plana: está viendo, literalmente, la atmósfera haciendo de lente.

La realidad es que estos vídeos funcionan porque explotan varios sesgos cognitivos a la vez. Usan tecnología que suena sofisticada, números grandes que impresionan, y confían en que nadie vaya a verificar realmente qué estaba viendo el avión, desde dónde y a qué altura. Pero cuando alguien se pone a hacer el trabajo aburrido de geolocalizar, identificar picos, calcular geometrías y considerar la refracción atmosférica, los 1000 kilómetros imposibles se convierten en 200 kilómetros perfectamente explicables en una Tierra esférica con atmósfera. No hace falta invocar una conspiración global ni reescribir la física. Solo hace falta hacer bien las cuentas.
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