
Astrónomos que trabajan con el telescopio espacial Hubble han captado la imagen más detallada hasta la fecha del mayor disco protoplanetario conocido, ubicado a unos 1.000 años luz de la Tierra. El objeto, catalogado como IRAS 23077+6707 y apodado con el curioso nombre de «Dracula’s Chivito», abarca cerca de 400.000 millones de millas de diámetro, unas 40 veces la extensión del sistema solar hasta el cinturón de Kuiper. Este descubrimiento ofrece una ventana sin precedentes para observar el nacimiento de planetas.
La imagen de este sistema recuerda a una hamburguesa vista de lado, con una franja oscura que representa la «carne» y dos capas brillantes de polvo y gas que hacen las veces de «pan». Esta estructura, que podría parecer simpática por su forma, es en realidad un laboratorio natural de enorme complejidad y dinamismo, donde están en juego los procesos primarios de formación planetaria.
Un laboratorio caótico en el cosmos
Lo que diferencia a Dracula’s Chivito de otros discos similares no es solo su tamaño descomunal, sino su estructura desordenada y asimétrica. Por primera vez en luz visible, Hubble ha logrado capturar filamentos de material que se extienden muy por encima y por debajo del plano central del disco, algo que rara vez se ha observado con tal definición. Sorprendentemente, estos filamentos solo aparecen en un lado del disco, mientras que el otro muestra un borde nítido sin estructuras elevadas visibles.
Este comportamiento tan desigual sugiere la influencia de procesos dinámicos extremos, como la caída reciente de polvo o gas desde el medio interestelar o posibles interacciones con otras estrellas o nubes cercanas. Esta asimetría está retando los modelos tradicionales sobre cómo se forman los sistemas planetarios.
Un posible sistema planetario a gran escala
El disco es tan masivo que se estima que contiene entre 10 y 30 veces la masa de Júpiter, una cantidad más que suficiente para formar múltiples gigantes gaseosos. Aunque todavía no se han detectado planetas dentro del sistema, los científicos creen que IRAS 23077+6707 podría ser una versión a gran escala del sistema solar primitivo, con la capacidad de generar una diversidad de mundos.
Estudiar este tipo de discos permite comprender mejor cómo se organizan los materiales durante la formación estelar y planetaria. En este caso, el disco está tan inclinado respecto a nuestra línea de visión que funciona como una especie de radiografía natural, permitiendo observar sus capas superiores con gran claridad.
Una hamburguesa intergaláctica
El apodo de Dracula’s Chivito refleja el humor y la diversidad del equipo científico. Uno de sus miembros proviene de Transilvania y otro de Uruguay, país donde el chivito es un plato nacional. La forma visual del disco, semejante a un sándwich con un centro oscuro y bordes brillantes, inspiró esta comparación gastronómica. En el centro se encuentra una franja diagonal de polvo que bloquea la luz de la estrella o estrellas en su interior, mientras que las capas superiores reflejan la luz estelar, creando el efecto visual de un pan brillante envolviendo el «relleno» oscuro.
Esta imagen no es solo una curiosidad visual: revela cómo las nubes de polvo reflejan la luz y se elevan en estructuras complejas, como si el disco respirara materia hacia arriba y abajo en un movimiento constante.
Una ventana al pasado de nuestro propio sistema solar
Todos los sistemas planetarios se forman a partir de discos de gas y polvo que rodean a estrellas jóvenes. Con el tiempo, el gas tiende a acumularse en la estrella central, mientras que el polvo restante forma planetas, lunas y asteroides. Al observar un objeto como IRAS 23077+6707, los astrónomos están presenciando una etapa muy temprana de este proceso, lo que podría ofrecer pistas sobre cómo se formaron la Tierra y sus vecinos hace miles de millones de años.
Este descubrimiento también recuerda que el universo es mucho más diverso de lo que solemos imaginar. Las condiciones en las que nacen los planetas pueden variar enormemente, y estudiar casos extremos como este permite ajustar y enriquecer nuestras teorías.
Colaboración internacional y tecnología de punta
El telescopio Hubble, que lleva más de tres décadas en funcionamiento, ha sido clave para avances como este. Desarrollado en conjunto por la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA), es operado desde el Centro de Vuelo Espacial Goddard en Maryland, mientras que sus operaciones científicas son gestionadas por el Instituto de Ciencias del Telescopio Espacial en Baltimore.
El descubrimiento de Dracula’s Chivito también se apoya en observaciones realizadas por el telescopio espacial James Webb, que ha detectado estructuras similares en otros sistemas. Pero lo que hace especial a este caso es la nitidez con la que puede observarse en luz visible, lo que permite estudiar directamente la interacción entre polvo, gas y luz estelar.
Este tipo de avances no solo nos ayudan a entender los procesos astronómicos, sino que también nutren nuestra comprensión de la historia de la Tierra y de la posibilidad de encontrar otros mundos habitables en el futuro.
☞ El artículo completo original de Natalia Polo lo puedes ver aquí