
Controlar la glucosa en sangre es una tarea cotidiana para millones de personas con diabetes. A pesar de los avances en sensores subcutáneos que ofrecen mediciones continuas, muchos pacientes siguen dependiendo del clásico pinchazo en el dedo para obtener datos fiables. Sin embargo, una reciente investigación del MIT podría marcar un antes y un después en este ámbito.
Un equipo de ingenieros del MIT ha desarrollado una tecnología que permite medir los niveles de glucosa sin perforar la piel, utilizando espectroscopía Raman y luz infrarroja cercana. Este método promete evitar tanto los pinchazos dolorosos como los efectos secundarios de los sensores subcutáneos, como la irritación cutánea o la necesidad de reemplazo frecuente.
Cómo funciona la espectroscopía Raman en la piel
La clave del dispositivo radica en una técnica conocida como espectroscopía Raman, que analiza cómo se dispersa la luz al interactuar con los componentes químicos de los tejidos. Al dirigir un haz de luz infrarroja sobre la piel, el dispositivo recoge el «eco molecular» que permite identificar la concentración de glucosa de forma indirecta pero precisa.
Durante años, esta tecnología presentaba limitaciones: la señal específica de la glucosa quedaba oculta entre muchas otras señales provenientes de los diferentes componentes del tejido humano. Pero el equipo del MIT encontró una forma de filtrar las interferencias, iluminando la piel desde un ángulo diferente al que se usa para recoger la luz reflejada. Esta simple variación logró amplificar la señal relevante y reducir el ruido.
De un laboratorio a la vida real
El primer prototipo desarrollado era del tamaño de una impresora de escritorio, pero la versión presentada recientemente es más compacta, comparable a una caja de zapatos. Esta reducción de tamaño se logró gracias a una estrategia inteligente: en lugar de capturar el espectro completo (con más de mil bandas de información), los investigadores seleccionaron solo tres bandas clave, suficientes para calcular el nivel de glucosa con precisión.
Este enfoque no solo optimiza el análisis, sino que abarata los costos y permite fabricar dispositivos más pequeños. Al centrarse solo en la información esencial, se reduce la complejidad técnica y se allana el camino hacia un producto comercial viable.
Resultados prometedores en pruebas clínicas
El equipo del MIT probó este dispositivo en un voluntario sano, quien se sometió a una sesión de cuatro horas en la que se midieron sus niveles de glucosa cada cinco minutos. Durante el experimento, el voluntario ingirió bebidas con glucosa para provocar subidas controladas en los niveles sanguíneos. Los resultados obtenidos con el nuevo dispositivo fueron comparables con los de dos monitores comerciales invasivos utilizados al mismo tiempo.
Cada lectura tomaba poco más de 30 segundos y no requería ningún contacto directo con el interior del cuerpo. Esta combinación de rapidez, comodidad y precisión representa una mejora significativa respecto a los métodos actuales.
Hacia un futuro más cómodo y accesible
Desde la realización del estudio, los investigadores han dado un paso más al desarrollar una versión portátil similar a un teléfono móvil, que ya está siendo probada como monitor continuo en voluntarios sanos y prediabéticos. El siguiente objetivo es hacerla aún más pequeña, hasta alcanzar el tamaño de un reloj de pulsera.
Además del reto técnico, el equipo está evaluando cómo asegurar la precisión del dispositivo en diferentes tipos de piel. La diversidad de tonos y texturas representa un desafío adicional que deberá superarse antes de una adopción masiva.
Un cambio de paradigma en el control de la diabetes
Para muchas personas, la rutina de medirse la glucosa implica un dilema: o enfrentan el dolor y la incomodidad del pinchazo, o confían en sensores que, si bien continuos, tienen sus propias limitaciones. El nuevo enfoque del MIT podría ofrecer una tercera vía: una tecnología precisa, no invasiva y fácil de usar, que mejore la calidad de vida y fomente un seguimiento más constante y eficaz de la diabetes.
Este proyecto cuenta con el respaldo de instituciones como los Institutos Nacionales de Salud (NIH), la agencia surcoreana TIPAs y la empresa Apollon Inc. Si las siguientes etapas clínicas confirman su eficacia en pacientes diabéticos, podríamos estar ante una solución que, sin dramatismos, transforme de forma tangible la forma en que se gestiona una de las enfermedades crónicas más comunes del mundo.
☞ El artículo completo original de Natalia Polo lo puedes ver aquí