5 de mayo de 2025

Hay que tener 2,7 hijos por pareja, o nos extinguiremos

Según los investigadores, la tasa de fertilidad debería elevarse a 2,7 hijos por mujer para evitar un escenario preocupante: la eventual extinción de la población.

¿Por qué ya no basta con 2,1 hijos por mujer?

La cifra de 2,1 proviene de una media que compensa las muertes infantiles y otras pérdidas poblacionales, y ha sido ampliamente adoptada por demógrafos y organismos internacionales como referencia. Sin embargo, el nuevo análisis se basa en modelos matemáticos a largo plazo que tienen en cuenta la variabilidad aleatoria de los nacimientos y las dinámicas demográficas en poblaciones pequeñas.

Piensa en esto como lanzar una moneda varias veces. A corto plazo, puedes obtener muchos “caras” seguidos solo por azar, pero si lo haces durante mucho tiempo, la probabilidad de equilibrio aumenta. En la demografía, esa misma “suerte” puede hacer que algunas generaciones simplemente no tengan suficientes nacimientos para mantenerse, lo que con el tiempo lleva a la desaparición de linajes familiares completos, incluso si la población general aún parece grande.

Esto es particularmente relevante en países donde las poblaciones ya están envejeciendo y la natalidad está en declive, como Japón, Corea del Sur, Alemania o España.

¿Extinción? ¿De verdad?

Sí, aunque no se trata de una extinción inmediata como en una película apocalíptica, el riesgo está en la pérdida progresiva de líneas familiares. La mayoría de los linajes actuales están destinados a desaparecer con el paso de las generaciones si no hay suficientes descendientes para continuar la cadena.

Y no es solo un tema de personas. Los científicos advierten que también se perderán culturas, idiomas, tradiciones y formas de vida si ciertas comunidades desaparecen. De los más de 6.700 idiomas que se hablan en el mundo, al menos el 40% está en peligro de extinción en los próximos 100 años.

¿Qué factores podrían ayudar a revertir esta tendencia?

Curiosamente, uno de los elementos que los investigadores encontraron como protector frente a este riesgo es una proporción de nacimientos inclinada hacia mujeres. Es decir, si nacen más niñas que niños, hay una mayor probabilidad de que las líneas familiares se mantengan, ya que las mujeres son las que biológicamente pueden tener hijos y mantener la cadena.

Esto no significa que debamos manipular los nacimientos, sino que ayuda a comprender cómo pequeñas variaciones biológicas pueden tener grandes efectos poblacionales en el largo plazo.

Una mirada global: ¿Dónde estamos parados hoy?

El mundo alcanzó su mayor tasa de crecimiento poblacional en la década de 1960, y desde entonces el ritmo ha ido disminuyendo. Hoy, dos tercios de la población mundial viven en lugares donde la tasa de fertilidad está por debajo de 2,1. En muchos países desarrollados, incluso está por debajo de 1,5.

Esto ha llevado a un enfoque casi exclusivo en reducir el crecimiento poblacional, con políticas que limitan o desincentivan el número de hijos, pensando en el impacto ambiental, la sostenibilidad y la capacidad de carga del planeta.

Pero este nuevo estudio da un giro importante: no se trata solo de cuántos somos, sino de si seremos suficientes para seguir existiendo en el futuro.

¿Debemos cambiar nuestras metas de fertilidad?

Sí, según los investigadores. Las políticas de planificación familiar y desarrollo demográfico deben reconsiderarse. No se trata de promover natalismos desmedidos, sino de encontrar un nuevo equilibrio que permita la sostenibilidad social y cultural a largo plazo.

En este sentido, los gobiernos podrían plantearse incentivos más sólidos para las familias que desean tener más hijos, como guarderías accesibles, horarios laborales flexibles, subsidios a la crianza o vivienda familiar. También es crucial eliminar barreras económicas, sociales y culturales que hacen que muchas personas pospongan la maternidad o renuncien a ella.

¿Cómo nos afecta esto a nivel personal?

Más allá de las estadísticas y proyecciones, esta investigación nos toca de cerca. Si miramos nuestro árbol genealógico, veremos que muchas ramas no llegarán a florecer si no se toman decisiones conscientes. Por ejemplo, si una pareja tiene un solo hijo, y este decide no tener descendencia, esa rama familiar termina allí.

Esto no significa que todas las personas deban tener más hijos por obligación o presión social. Pero sí puede abrir una conversación sobre qué significa el legado, cómo se transmite la cultura familiar y qué apoyo necesitan las personas que sí desean formar familias numerosas.

¿Cuál es el papel de la tecnología en este escenario?

La tecnología puede ser aliada o enemiga. Por un lado, ha reducido la mortalidad infantil, mejorado los tratamientos de fertilidad y permitido planificaciones familiares más precisas. Pero también ha traído estilos de vida más individualistas, urbanizados y centrados en la carrera profesional, que muchas veces posponen o reducen la formación de familias.

El desafío está en encontrar un punto medio donde la vida moderna no sea un obstáculo para la continuidad generacional, sino un entorno que la favorezca.

El estudio publicado en PLOS One no busca alarmar, sino hacernos reflexionar. Vivimos en un mundo que cambia a gran velocidad, y nuestras ideas sobre la población y la fertilidad deben adaptarse a estos nuevos desafíos. Comprender que el equilibrio demográfico no es solo un número, sino una danza compleja entre biología, cultura y decisiones personales, nos ayudará a diseñar un futuro más justo y sostenible.


La noticia Hay que tener 2,7 hijos por pareja, o nos extinguiremos fue publicada originalmente en Wwwhatsnew.com por Juan Diego Polo.


☞ El artículo completo original de Juan Diego Polo lo puedes ver aquí

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