En el cuartel general de la compañía Cloudflare, en San Francisco, hay una pared con más de cien lámparas de lava en una estantería que no están ahí solo por adorno. Esta empresa cubre el 10 por ciento del tráfico internacional de la web y presta servicios a gigantes como Uber o FitBit, de manera que tiene que ser especialmente cuidadosa con la seguridad. De hecho, las lámparas de lava están ahí como parte de su sistema de encriptación que impide que ningún intruso pueda acceder a los datos que albergan y circulan por sus servidores.
¿Y cómo lo hacen? Pues generando números aleatorios que sean prácticamente imposibles de predecir por ningún asaltante. Como explican en Atlas Obscura, una cámara de vídeo filma de manera constante las progresiones de las lámparas y un ordenador convierte esas variaciones impredecibles en un código virtualmente imposible de descifrar. Dado que la mayoría de cifrados los producen las máquinas, y estas no son todavía muy buenas creando series verdaderamente aleatorias*, un código basado en un algoritmo sería vulnerable porque alguien acabaría encontrando el patrón. Si las secuencias aleatorias siguen las evoluciones de algo tan aparentemente caótico como las lámparas de lava, quien quiera vulnerar la seguridad de Cloudflare lo tiene bastante complicado. Sobre el hecho de que la gente pueda acceder y ver las lámparas, no solo no es un problema, sino que el trajín de la gente yendo y viniendo añade más aleatoriedad al sistema, según sus responsables. En este vídeo tenéis más detalles :)
* Hace unos meses el proyecto The Big Bell Test reclutó a 30.000 voluntarios de todo el mundo para llevar a cabo un experimento de física cuántica que requería verdadera aleatoriedad.
Entrada publicada en Fogonazos http://bit.ly/2mSp2UA
☛ El artículo completo original de noreply@blogger.com (Antonio Martínez Ron) lo puedes ver aquí
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