Ser astronauta no es un trabajo fácil, y muy poca gente logra convertirse en uno. Para ello hay que estar muy calificado y haber pasado los estrictos filtros que impone la agencia espacial. En el caso de la NASA, muchos de sus astronautas seleccionados fueron pilotos e ingenieros aeronáuticos o aeroespaciales (aunque este no fuera un requerimiento para todos). Neil Armstrong, el primer hombre en pisar la luna en la misión Apolo 11, no fue la excepción.
No obstante, alguien seleccionado para llevar a cabo una importante misión como la Apolo 11 no suele sentarse a esperar el día en el que un cohete lo lleve al espacio. Antes de eso, el astronauta debe demostrar que su capacidad física es la adecuada y que su cuerpo resistirá a las duras condiciones que se experimentan al salir de la Tierra. Por eso es normal que a estas personas se les envíe a lugares del planeta que los hace poner a prueba sus capacidades de adaptación y supervivencia.
Por otro lado, en una época como la guerra fría, la carrera espacial representaba el mayor choque entre EE.UU. y la Unión Soviética. Siendo así, ambas potencias tenían la necesidad de compartir sus logros con el mundo y destacar por encima de su rival. Desde inicios de la década de los 60, la NASA hizo eco del programa Apolo con el objetivo de llegar a la Luna. Sin embargo, fue el presidente John F. Kennedy quien dijo en 1961 que llevarían a un hombre a la Luna y lo traerían de vuelta sano y salvo. El anuncio generó una gran expectativa generalizada en esa época.
Curiosamente Colombia tuvo cierta cercanía con estas dos necesidades del programa espacial. Por un lado, el entrenamiento de astronautas; y por el otro, la promoción y el apoyo brindado al Programa Apolo.
Entrenando en la selva
La primera vez que Neil Armstrong se acercó a Colombia, no se dirigía precisamente a este país. Fue en 1963, seis años antes de la realización del Apolo 11. En ese momento la escuela de supervivencia tropical de la Fuerza Área de los EE.UU. tenía un plan especial para Armstrong. Junto a su colega John Glenn, se les haría entrenar en nada más y nada menos que en la selva (o Tapón) del Darién.
La elección del lugar no se dio por casualidad. El Tapón del Darién es un bloque vegetal ubicado en la frontera de Colombia y Panamá. Se trata de una de las regiones más lluviosas del planeta, y ofrece condiciones extremas de calor y humedad. Al ser un lugar de tan difícil acceso por su vegetación y biodiversidad, ha sido el principal obstáculo de la construcción de la Ruta Panamericana. Sumado a eso, los gobiernos de los dos países siempre tuvieron una buena relación con EE.UU.
Fue así cuando ambos pilotos llegaron a la estación de la Fuerza Aérea de Albrook, en el canal de Panamá. Posteriormente fueron llevados hasta la selva, donde indígenas de la etnia emberá (o chocó) les enseñaron técnicas de supervivencia. Con esto se dice que Armstrong llegó a comer inclusive carne de serpiente para saciar su hambre. De todas formas, al equipo le tocaba hacer todo por ellos mismos e ingeniárselas. Aprendieron a armar balsas, buscar bayas, cazar reptiles, etc.
La buena relación con los chocoes (emberá) produjo una de las pruebas más evidentes de esta historia. Frente a su cambuche improvisado con palos y hojas, Armstrong quiso tomarse una foto. No hizo esto sin antes escribir un mensaje en un pedazo de tela con un palo carbonizado. Allí escribió "Choco Hilton", comparando su refugio provisional con un hotel. Posando con Glenn, se les ve sonrientes portando machetes y estando en medio de la selva.
De visita por la capital
Años después, Armstrong visitaría Bogotá en nombre de la NASA no una, sino dos veces. La primera, antes de que se pusiera en marcha Apolo 11; y la segunda, poco después de haber completado la misión.
El 9 de octubre de 1966, Armstrong llegó a Bogotá junto al astronauta Richard Gordon. Su propósito allí, al igual que en otros países, era promocionar el programa espacial de EE.UU. antes de realizar el que sería el logro más grande del siglo.
Cuando llegaron, un centenar de personas junto al alcalde de la ciudad en ese entonces, Virgilio Barco, los estaban esperando. En ese encuentro, se le reconoció a Armstrong su esfuerzo por tratar de hablar en español con el político. Los hombres llegaron con sus esposas, a quienes llevaron a la inauguración de una escuela en Ciudad Kennedy. A lo largo del día estuvieron ocupados con varias reuniones y comidas en el Country Club y El Hotel Tequendama.
Probablemente lo que más llamó la atención fue la llegada de Armstrong y Gordon al estadio Nemesio Camacho El Campín. Allí se iba a disputar un partido del Independiente Santa Fe contra América. Dada la ocasión se les pidió que dieran la patada inicial del partido. Se dice que fue Gordon quien hizo el saque, pues Armstrong admitía que solo sabía jugar baseball. Hecha la patada, le terminaron dando una vuelta olímpica al estadio en carro.
Cuando se dio por terminada la misión Apolo 11 en 1969, los astronautas pasaron 21 días en cuarentena por si habían desarrollado alguna enfermedad. Pasado este tiempo, comenzaron casi que inmediatamente una gira para hablar del logro de la llegada del hombre en la Luna. Después de haber estado en México, la siguiente parada era Bogotá.
Más allá de las formalidades del alcalde que lo recibió (Emilio Urrea), estos personajes notaron la emoción de toda la gente que vitoreaba y aplaudía por su llegada. Como raro, terminaron llenos de confeti, aunque entendieran el motivo de la celebración. En esa ocasión los llevaron a la Casa de Nariño, lugar al que fueron a entregarle un regalo al presidente Carlos Lleras Restrepo. Pronto se supo qué era: un pedazo de roca lunar.
Posterior a ello, su apretada agenda indicaba que tenían que irse a Buenos Aires. Además, antes de despegar Armstrong admitió que nunca olvidaría este país.
☛ El artículo completo original de Sergio Trujillo lo puedes ver aquí.
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