El Cerro San Cristóbal alguna vez fue el epicentro de la astronomía chilena, y vestigios de ese pasado esplendoroso aún se pueden ver en su cumbre, donde está el edificio patrimonial del que fuera el Observatorio Lick o también llamado a posterior, Manuel Foster.
Para rememorar su historia y conocer la gestación de su invaluable trabajo para la ciencia nacional y mundial, la historiadora de la PUC, Bárbara Silva, acaba de publicar con Editorial Catalonia el libro: "Estrellas desde el San Cristóbal".
Historia de un observatorio en la cima del San Cristóbal
Construido por la obsesión y esfuerzos del astrónomo norteamericano William H. Wright, este observatorio funcionó por casi un siglo en el emblemático cerro de nuestra capital. Fue a principios del 1900 cuando Wright zarpó desde California con un enorme telescopio y todas sus piezas para cumplir su sueño de instalarlo en Chile.
Hasta fines de los años veinte estuvo en manos de científicos estadounidenses y luego fue traspasado a la Universidad Católica de Chile. Fue cerrado en 1995. Hoy el edificio y su cúpula se esconden bajo una tupida vegetación.
Más de cien años después, en 2010, el Observatorio Manuel Foster, como se llamaba entonces, adquiría la categoría de monumento histórico y consolidaba su carácter patrimonial en un país que se había levantado como un polo astronómico mundial.
En este libro la historiadora Bárbara Silva reconstruye con rigor y de manera muy amena los cientos de descubrimientos, aventuras y personajes asociados a este observatorio, hechos tan singulares que pueden servir de inspiración para una novela o una serie televisión.
"El San Cristóbal tenía el espectrógrafo más poderoso del hemisferio austral"
- Es un tiempo especial para la Astronomía en Chile, hay un pequeño boom de esta especialidad y sus observatorios. Eso fue importante para revivir esta historia? Aprovechar este contexto de buena apertura a estos contenidos?
BS: Efectivamente es un tiempo especial para la astronomía. Pero esto no comenzó ahora, sino que lleva ya algunas décadas. Quizás los que no somos del área somos más conscientes de ello ahora, pero lo que quiero decir, es que esta importancia se ha ido construyendo de a poco. Y en ese sentido, creo que sí, que ciertamente influyó para revivir esta historia del Observatorio del San Cristóbal. Al comenzar a reconstruir la historia del observatorio, se me hizo muy evidente cómo a través de la historia tenemos una entrada atractiva para potenciar la divulgación científica
- Parece raro pensar hoy en un observatorio en Santiago, por las condiciones climáticas sobre todo y la contaminación lumínica. Cómo funcionó este lugar en el momento de su creación? Qué tan importante fue para Chile y la comunidad científica de la época?
BS: Sí, llama la atención. Pero hay que pensar que la tecnología era muy distinta (de hecho, había hasta un observatorio en Rio de Janeiro o en La Plata!), además de otros factores. En 1903, cuando llegaron los astrónomos de California, en Santiago no había mucha contaminación lumínica. De hecho, aun la electricidad no tenía un uso extensivo en Sudamérica. Además, el observatorio del San Cristóbal funcionaba con un espectrógrafo, con el que se tomaban unas placas (como una especie de fotografía) de los espectros de las estrellas. Después había que trabajar con ese registro, hacer mediciones y cálculos, entonces tampoco era funcional tener cerca del 100% de noches despejadas y estar tomando placas absolutamente todo el tiempo.
Es más, en el libro cuento la primera exploración de Atacama como posible lugar para investigación astronómica, y la conclusión del astrónomo fue clara: quedó totalmente impresionado con el lugar, pero toparon con problemas logísticos, de agua, conectividad, etcétera, y por lo tanto Santiago se reafirmó como el lugar apropiado para ese entonces. Pero esa aventura en Atacama, a mi juicio, es muy entretenida y a la vez tremendamente relevante.
En el momento de su creación, este lugar funcionaba durante las noches. Es decir, los astrónomos de California (que cambiaban cada tres o cuatro años) por lo general, venían con sus familias –uno hasta trajo a la suegra-, y con un asistente. Vivían en la actual Bellavista, y subían en la tardes al cerro, a pie o a lomo de mula, y bajaban en la mañana siguiente.
Y en términos de importancia para Chile, hay que diferenciar aspectos, porque durante la administración del Observatorio Lick, en el San Cristóbal no había trabajo de científicos chilenos. La relevancia ahí era para la ciencia internacional, y para Chile, había un componente sociopolítico relevante de decirle al mundo: aquí hay un observatorio norteamericano funcionando. Y en ese entonces en el San Cristóbal tenía el espectrógrafo más poderoso del hemisferio austral.
- La historia de William Wright parece de película, este gringo que llega a Sudamérica a instalar un telescopio en el San Cristóbal. Qué podemos adelantar de esa historia para entusiasmar a la gente con el libro?
Sí, en realidad parece una historia para una película. En realidad eso fue lo que me fascinó de esta investigación: yo me imaginaba lo mismo a medida que iba encontrando sus cartas y las de su jefe en California, William W. Campbell (quien ideó todo este plan!)
Es un libro bastante especial, creo. Porque en el fondo se trata de la aventura de estos astrónomos de California que cruzaron todo el planeta, para irse –literalmente- a la punta del cerro san Cristóbal, a hacer investigación científica. Y en ese tránsito, a través de sus ojos, podemos ver cómo se hacía ciencia en el 1900, cómo veían a la sociedad santiaguina, cómo conseguían los fondos para hacer todo esto, etcétera. Y además, en el libro podemos ver no solo esa interacción entre chilenos y gringos, sino también, cómo cambiaba la ciudad, cómo el San Cristóbal llegó a ser lo que es hoy día (porque antes era una cantera de extracción de piedra, no había ni arboles!), qué pasó con este observatorio cuando llegaron los "grandes" proyectos de los 60, entre tantos otros aspectos.
En el fondo, el libro recorre todo el siglo de esta historia a través de la mirada del observatorio, y en ese recorrido se juntan aventuras, relaciones internacionales, historia de la ciudad, eventos inesperados en el cerro, incluso el cierre del observatorio y su reapertura ¡en los ochenta!.
Uno de los adelantos que más me gusta era cómo los californianos se sorprendían con las costumbres y los hábitos de los chilenos, y no para bien. Su tema con estos chilenos que decían que volverían en "un rato" por ejemplo, y que nadie sabía qué significaba eso, los sorprendía muchísimo. Y bueno, décadas después, tenemos cómo este observatorio seguía allí, pero Santiago había cambiado totalmente: el cerro ya no está deshabitado sino que es el Parque Metropolitano, y cómo el observatorio se vinculó con esta nueva situación.
- En qué situación está hoy el Observatorio y qué planes hay para evitar su abandono. Entiendo que se ha abierto para el día del patrimonio. Cómo rescatar de manera más justa su legado?
El observatorio hoy tiene categoría patrimonial, el 2010 Consejo de Monumentos lo declaró monumento histórico, así que tiene esa protección. Sí, efectivamente se abre todos los años para el día del patrimonio (desde el 2012 si no me equivoco) en un esfuerzo del instituto de astrofísica de la UC.
Con la categoría patrimonial podemos estar tranquilos que el observatorio no va a desaparecer. Pero a mi juicio, allí hay un potencial enorme que vale la pena explorar, pues el observatorio en realidad es un lugar muy especial: es pequeño, de madera, con los bronces originales que trajeron los astrónomos del Lick; en verdad es como una cámara para viajar en el tiempo. En mi opinión, todos los esfuerzos para abrir el observatorio valen la pena, hacerlo un lugar seguro para recibir vistas, y poder establecerse como un gran lugar de divulgación científica, y está allí en el San Cristóbal!
Aquí hay otro tema relevante: se habla mucho de la relevancia actual de Chile en astronomía, pero no nos hemos hecho cargo del patrimonio astronómico, que es parte de ser uno de los centros mundiales en astronomía. Y ese patrimonio astronómico se refiere a qué hacemos, cómo cuidamos y cómo ponemos en valor a los sitios astronómicos, y también, cómo cuidamos la oscuridad de los cielos, de manera que las próximas generaciones puedan mirar las estrellas.
- Alguna anécdota en particular sobre el observatorio que podamos adelantar?
Hay tantas anécdotas en el libro! Si en realidad, como decía, es casi un libro de aventuras. Allí está desde la sorpresa del astrónomo cuando llegó, y se encontró con una situación muy inesperada en Valparaíso, hasta la experiencia del terremoto de 1906.
También está la anécdota de cómo se comparte la cumbre del cerro: cuando llegaron los astrónomos, solo estaba la cantera de extracción de piedra. Nada más. Se decidieron por el San Cristóbal, terminaron las construcciones, y luego tuvieron que aprender a relacionarse con la estatua de la Virgen –por la cual todos reconocemos al San Cristóbal-. Y una más para terminar: la reapertura de los ochenta es bien singular, allí el observatorio fue uno de los lugares para observar el cometa Halley!.
☛ El artículo completo original de Diego Bastarrica lo puedes ver aquí.
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