24 de septiembre de 2022

Yo fui nómada digital cuando nadie lo era: el teletrabajo era muy divertido, estresante (por la tecnología) y nadie entendía qué hacía

Yo fui nómada digital cuando nadie lo era: el teletrabajo era muy divertido, estresante (por la tecnología) y nadie entendía qué hacía

Yo fui nómada digital cuando nadie lo era y mi familia (y muchos vecinos de la generación boomer e incluso millenials) no entendían realmente que yo estaba trabajando. De hecho se quejaban de que pasaba muchas horas en el PC cuando venía de visita a casa. Aunque yo no les pidiera dinero y fuera independiente, era para mucha gente (aún me pasa ahora) difícil de comprender que yo trabajaba todos los días aunque a veces estuviera en Tailandia, otras en Marruecos y otras en mi pueblo.

El periplo empezó en 2008. Hacía prácticas en una empresa comp periodista y me propusieron quedarme en la oficina cuando me graduase. Pero yo, tras cinco años estudiando fuera de mi preciosa Asturias y cansada de una gran ciudad cada vez más cara a pesar de cada vez había también más crisis, rechacé la propuesta. Primero, mi sueño tras cinco años de mucho esfuerzo, era pasar una temporada en mi casa. Segundo, tras estar en casa quería recorrer el mundo que para eso me había esforzado en aprender idiomas y tenía otros pendientes. Y tercero seguir formándome.

La decisión de teletrabajar

Agus Dietrich Eujufrdx Bm Unsplash

Lo bueno es que en 2008 todo eso ya era compatible, más o menos: teletrabajando. Bien es cierto que lo que podían ofrecerme en la gran ciudad eran más horas y mejores condiciones. Porque ir a ruedas de prensa era esencial. Nadie las hacía online. Y desde casa, al principio, podían ofrecerme solo una vacante que había para cubrir los fines de semana (con el paso de los años las horas crecieron, pero eso yo no lo sabía en ese momento que por el medio también me quedé sin esa colaboración de un día para otro, porque siendo autónoma una empresa no tiene que rendirte cuentas).

Me sirvió esa propuesta inicial que combinaba con un curro esporádico en un bar de camarera. E incluso ese año también estudié un posgrado a distancia, en la UNED (si bien es cierto que lo único online que hacíamos era mandar mails).

Y, aunque la decisión (trabajo tiempo completo en una oficina, haciendo contactos en la ciudad vs trabajar en remoto unas horas y encima fines de semana, siendo autónoma, por lo que el sueldo quedaba escaso) parezca absurda-y más en plena crisis de 2008-fue la mejor de mi vida. Yo soñaba con vivir en diferentes países, aprender idiomas y conocer muchas culturas.

Y pensé que sería dificil, que sería una tarea de un par de años a lo máximo para luego volver al mundo real de generar ingresos, desarrollarme profesionalmente y cotizar. Pero resultó ser un modo de vida durante cerca de 10 años (últimamente ando más calmada aunque podría mudarme si quisiera).

Encontrar Internet en el mundo en la década de 2010

Glenn Carstens Peters 6rkjd0uxois Unsplash

Ser nómada digital cuando nadie más lo era, podía llegar a ser muy estresante. La conexión a Internet en la década de 2010 no siempre era óptima ni estaba por todos lados, y menos cuando decides vivir en países que no conoces de antes (y de los que no sabes lo que te vas a encontrar). Bien es cierto que habían sido esos unos años de muchos cambios (empecé a la universidad en 2003 usando disquetes y con un primer portátil inmenso que de portable tenía poco) y esos cambios y mejoras fueron de gran ayuda.

Me sorprendió gratamente, de hecho, que teletrabajar no era tan tan dificil como pueda parecer en países como Marruecos, Bosnia y Herzegovina, Vietnam o Camboya hace 10 años. Aunque sí me vi muchas veces en lugares bastante incómodos porque tenían wifi, como sentada en el suelo de una estación de tren llena porque no encontraba ningún lugar con Internet cerca; en cibercafés con 50 grados de calor (por el clima del país y por los PC dándolo todo) sentada durante horas de calor y rodeada de chicos muy jóvenes gritando jugando a videojuegos, porque de repente estabas en un pueblo con un WiFi demasiado lento o escaso... aunque como hay cosas que no necesitan internet, también pude aprovechar lugares desconectados, como viajes en barco, para hacer algunas tareas como reportajes largos y que no eran para publicar en el momento.

En 2011 me mudé a Bosnia y Herzegovina. El gran reto ahí era lo dificil que era en ese momento hacer un contrato a corto plazo para tener Internet o conseguir formas alternativas de tener internet en casa que no fuera un contrato anual y con un rollo enorme en el proceso de contratación. Mis compañeros de piso y yo no íbamos a estar allí un año. Entonces usábamos el Internet de nuestros caseros, que vivían en la casa de al lado. Eso se traducía a trabajar en el patio. Había días que no estaba mal, pero el clima en Sarajevo es muy variable y, de repente, en abril cayó una nevada extrema y en mayo no paraba de llover así que hacía dificil hacer del patio una oficina.

Lo sorprendente en Sarajevo es que ya en el año 2011, todas las cafeterías con estética moderna tenían WiFi y te permitían conectar tu enchufe por horas. Algo que en otros lados no era tan común y arrastraba a la gente a poder hacer esto en un Starbucks.

A finales de 2011 me mudé a Marruecos donde pasé 8 meses. Allí lo común para conectarse a internet era un USB recargable con tarifas muy baratas y según las necesidades (por un día, semana, varios días...). Sorprendentemente, hace 10 años, podía viajar en autobús de un lado a otro del país haciendo mi trabajo online gracias a ese USB.

Me sorprendió gratamente ver que trabajar desde Marruecos en 2012 online no era tan difícil como podría parecerme antes de ir y eso me permitió moverme mucho por el país (cambié mis planes iniciales, de estar en una ciudad, a estar de un lugar a otro varios meses). De hecho, de los peores lugares para acceder a la red fue una casa en la que viví en Essaouira un par de meses, en la que solo me llegaba la conexión si estaba sentada en la terraza en el ático del edificio. Es verdad que en Marruecos la vida en invierno es más cálida, pero no tanto como par estar horas allí sentada. Y que mi portátil, adquirido en 2009 ya tenía una batería que necesitaba de un enchufe a menudo. Entonces era bastante incómoda esa parte.

La necesidad de organizarse bien

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En 2013 viví en Hanoi y luego viajé varios meses por Asia. Si ya es dificil aplicarse día tras día para llevar a cabo nuestras obligaciones cuando estams en casa, más puede serlo cuando estás en algún paraíso rodeada de personas que están de vacaciones o de año sabático viajando el mundo.

No es tan fácil estar en un hostal con gente que se ha hecho tu amiga y que se vayan un martes a hacer rafting a un rio precioso y tú decir: no, yo no puedo y quedarte delante del PC horas. Es decir, corres el riesgo de estar rodeada de muchos estímulos y actividades, pero si te organizas bien, podrás, aunque no hacer todo, por lo menos disfrutar de las horas de no trabajo haciendo cosas nuevas y aprovechar los fines de semana para estar cerca de naturaleza en sitios que van a necesitar toda tu energía para disfrutarlos al máximo.

También a veces he trabajado como la de la foto, pero aunque parezca un sueño no lo es realmente: tú quieres estar descansando y bañándote en la piscina y en realidad tienes que (con el probable calor que haga ahí) pasar horas y horas escribiendo y cumpliendo obligaciones o con llamadas y mensajes que pueden ser muy estresantes, como en cualquier oficina. Idílico sí es el momento en el que acabas y tienes la oportunidad de hacer tu ocio en algún lugar así. Pero, por muchas fotos que nos vendan de gente trabajando delante de paraísos como un relax total, el trabajo es trabajo y requiere mucha concentración.

En una ocasión, fui a la isla de Mabul, pegada a Borneo. No sabíamos si habría alojamiento. Otro inconveniente en aquel momento era que en Internet no encontrabas tantísima información como pueda haber ahora. Así que a veces llegabas a los sitios sin estar tan segura de la infraestructura que podías encontrarse. En Mabul, paraíso del buceo, eran todo hoteles de lujo lo que se anunciaba en las webs y uno menos caro. Al llamar dijeron que estaba lleno pero que a veces a última hora había gente que pudía irse. Era el día antes de llegar. Lo que sí nos dijeron es que había cafetería abierta a todo el mundo y con WiFi.

Yo tenía la visita por Asia de dos grandes amigas asturianas así que las animé a irnos sin saber si teníamos alojamiento. A mí solo me preocupaba tener WiFi, la verdad sea dicha. De malas, siempre podíamos dormir en una playa o hablar con alguien local y pagarle para quedarnos en el suelo de su casa si llovía. Mi experiencia me habñia llegado a arriesgar muchas veces y a nunca quedarme sin alojamiento. Finalmente, al llegar, un señor local nos contó que tenía un hotelito. Era precioso, al lado del mar y muy básico. Lo que no había en el otro hotel era un WiFi decente. Era prácticamente imposible que la Red funcionase. No pude ni publicar una noticia. Y no encontré nada más donde conectarme, porque los hotelazos estaban cerrados al gran público.

Dormí en la isla porque ya no había barcos de vuelta y al día siguiente volví a tierra para hacer mis labores. Cuadno se lo conté a la editora de la wen donde trabajaba, me dijo que en una circunstancia así podía haberme quedado en la isla, que era ocasional, que yo siempre cumplía y que por una vez no pasa nada. Pero bueno, me quedé más de 24 horas en tierra, en una pensión horrible porque era lo único que había, hasta volver a Mabul. Una vez en Mabul había pasado lo típico: mis amigas habían pasado la mejor noche de todo el viaje, conocido a mucha gente... y las habían cambiado al hotelito de otro señor de la zona, hecho de maderas, donde había WiFi y funcionaba a la perfección. Podría haberme quedado allí eternamente, pero tras una noche nos tocaba volver porque mis amigas querían seguir visitando Borne o.

"Pasas muchas horas frente al PC"

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Algo que me parecía muy curioso y divertido es que como a mi familia le costaba entender que yo estaba trabajando, aunque yo no les pedía dinero para vivir y menos para mis viajes. En momentos como 2010 que estar con el PC delante cuando estabas en casa estaba muy asociado a ocio (incluso podíamos echarnos un solitario), yo pasaba muchas horas frente al PC. Muchas trabajando y otras leyendo documentos de mis estudios o haciendo trabajos en Word.

En las temporadas en las que yo iba a mi pueblo, me quedaba en casa de mis padres casa y para ellos era como ver a una chavala que echaba unas 8 horas sentada en una silla frente a la mesa del salón (y a veces en el sofá para cambiar de postura), por las mañanas en pijama, hasta que durante la mañana se duchaba y cambiaba a ropa de calle, y delante de su PC. Pero no, no estaba jugando al solitario, estaba escribiendo noticias (vamos que, muchas personas, cuando llegó la pandemia y nos decían que llevásemos una rutina estábamos, literalmente, llevando una rutina).

Y más de una vez escuché, de aquella, decir a mi padre a gente, que no sabía si yo trabajaba (y eso que tenemos comunicación y yo le decía que mi trabajo era escribir cosas en un PC, siempre tuve dudas sobre: ¿de qué se piensa que vivo, entonces?). O a mi madre quejarse abiertamente de que estoy muchas horas al día delante de un PC. Que sí, que las pasaba, pero es que un trabajo normal requiere esas horas. Ahora ellos lo entienden perfectamente. Incluso han llegado a entender perfectamente que, pudiendo elegir donde vivir con total liberta, me mudase a muchos países remotos en vez de estar un poco más cerquita.

Pero aún a día de hoy, cuando estoy en mi pueblo y mis vecinos y conocidos de mi familia me ven, me preguntan si es que he vuelto porque me quedé sin trabajo. O si me voy a "x" lugar por trabajo. Y yo les explico, como llevo haciendo 12 años, que trabajo desde casa y que podría vivir donde quisiera.

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La noticia Yo fui nómada digital cuando nadie lo era: el teletrabajo era muy divertido, estresante (por la tecnología) y nadie entendía qué hacía fue publicada originalmente en Genbeta por Bárbara Bécares .



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