17 de marzo de 2025

Elon Musk compartió un mensaje que disculpaba a Stalin, Hitler y Mao. Luego cerró una oficina de la que nadie había oído hablar

Elon Musk compartió un mensaje que disculpaba a Stalin, Hitler y Mao. Luego cerró una oficina de la que nadie había oído hablar

El papel de Elon Musk en la administración de Donald Trump, al menos el de carácter público, es el de hacer frente a los recortes y gastos dentro del gobierno estadounidense. En las últimas 48 horas se han dado dos circunstancias que reflejan el clima de cierto caos que se respira al paso del hombre más rico del planeta. Todo comenzó cuando compartió un polémico mensaje en X.

Ante la creciente presión, Musk eliminó la publicación, pero el daño ya parecía hecho: historiadores, organizaciones de derechos humanos y miles de usuarios lo condenaron por darle visibilidad a una distorsión histórica.

Vínculos políticos y afinidad. Lo cierto es que no era la primera vez que Musk hacía frente a acusaciones por compartir o respaldar contenido controvertido en su red. También, por ejemplo, apoyó un post antisemita, lo que llevó a una fuga masiva de anunciantes de la plataforma. En otro caso generó polémica al sugerir que era “extraño” que nadie hubiese intentado asesinar al expresidente Biden o a Kamala Harris, poco después del intento de asesinato a Trump en las elecciones.

Además, Musk ha mostrado abiertamente simpatía por líderes de derecha y extrema derecha a nivel mundial. Ha elogiado y respaldado figuras como Javier Milei (Argentina), Jair Bolsonaro (Brasil) y Narendra Modi (India), todos mandatarios en países donde tiene intereses comerciales. Recientemente, incluso ofreció una plataforma a la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), organizando un town hall online con su candidato a canciller.

Sindicatos y organizaciones en armas. Qué duda cabe, el mensaje de disculpa a los dictadores fue percibido como un ataque a los trabajadores del sector público en Estados Unidos alineándose con la retórica de Musk contra el gobierno federal. En los últimos meses, ha acusado a los empleados públicos de ocultar fraude y desperdiciar recursos, alentando a que renuncien a sus puestos.

El sindicato de empleados públicos (AFSCME) rechazó enérgicamente la publicación, argumentando que los servidores públicos como enfermeros, bomberos, maestros y bibliotecarios no pueden ser comparados con genocidas. A su vez, la Liga Antidifamación (ADL) calificó la acción de Musk como “perturbadora e irresponsable”, dado que contribuye a minimizar crímenes históricos y alienta narrativas peligrosas. Musk se defendió alegando que sus críticos eran los verdaderos aliados del nazismo y sugirió que había una conspiración en su contra.

Lo que parecía un comentario inofensivo en redes sociales desató confusión y alarma dentro de 18F, como decíamos, una desconocida agencia que trabaja en proyectos tecnológicos para mejorar la eficiencia gubernamental y, paradójicamente, en reducir costes. Los empleados no sabían si la oficina realmente había sido disuelta, qué ocurriría con sus proyectos en curso y/o cómo responder a otras agencias que dependían de su trabajo.

El cierre definitivo. Como contaba el Guardian este fin de semana, ya en marzo, semanas después del polémico tuit de Musk, los empleados de 18F recibieron un correo a la 1:00 a.m. notificándoles que serían despedidos y que la oficina cerraría. La orden venía de los altos niveles del gobierno y la Administración de Servicios Generales (GSA), el organismo que supervisaba 18F.

El motivo oficial dado por el gobierno fue que los costes por hora de los empleados eran demasiado altos y que contratar consultores externos sería más barato. Sin embargo, exmiembros de 18F y empleados actuales de GSA señalaron que esta explicación era falsa, ya que la oficina ahorraba dinero al evitar contratos innecesarios con empresas privadas. Obvio, muchos sospechan que el cierre fue una decisión política impulsada por Musk y su ideología antigubernamental.

Desinformación. Como en el caso de la publicación de la defensa a los dictadores, el de 18F es otro ejemplo de lo que parece un patrón recurrente en la forma en que Musk maneja X. Desde que adquirió la plataforma, ha usado su influencia para amplificar mensajes de la derecha radical y atacar instituciones gubernamentales. Su tuit sobre 18F fue un ejemplo de cómo la desinformación en redes sociales puede traducirse en acciones reales y perjudiciales dentro del gobierno.

Lorusso, el activista cuyo tuit Musk amplificó, fue un colaborador cercano de su campaña política y ha trabajado como consultor pagado para su Super PAC. Su post sobre 18F fue desmentido por la propia comunidad de X, que aclaró que la agencia no preparaba impuestos, sino que había desarrollado una plataforma gratuita en la sombra para que los ciudadanos presentaran sus declaraciones sin pagar a terceros.

De ahí que la desaparición de 18F parezca encajar con el objetivo de Musk de desmantelar estructuras estatales en favor de soluciones privadas, incluso cuando los datos muestran que la agencia ahorraba dinero a los contribuyentes, como señalaba el Guardian. De fondo, además, el peligro de la desinformación en redes de figuras mediáticas, donde un día se modifica la historia difundiendo narrativas peligrosas, y otras se terminan cerrando oficinas con todos sus trabajadores.

Imagen | Heinrich Hoffmann, Ministério Das Comunicações

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