24 de diciembre de 2025

Hemos encontrado el talón de Aquiles del hongo más temido en los hospitales, y eso ya nos da una esperanza

Hemos encontrado el talón de Aquiles del hongo más temido en los hospitales, y eso ya nos da una esperanza

En el ámbito hospitalario hay un hongo que sin duda es una auténtica pesadilla para los sistemas sanitarios modernos, puesto que puede poner en jaque una planta entera de hospital. Hablamos del hongo Candida auris, que fue identificado por primera vez en 2009 y que sin duda es un "superhongo" resistente a la mayoría de los fármacos habituales y que se puede propagar rápidamente y ser una epidemia silenciosa que mata cada vez a más seres humanos

Su punto débil. Debido a su agresividad, la ciencia tiene un objetivo claro: encontrar su punto débil para poder desarrollar un fármaco que nos permita destruirlo. Ahora un grupo de investigadores ha publicado una investigación en Communications Biology que cambia las reglas del juego: han identificado el proceso genético exacto que el hongo usa para sobrevivir dentro del cuerpo humano. Y conocer sus entrañas, nos da opciones de destruirlo. 

El problema del hierro. Como casi cualquier organismo vivo, este hongo necesita de hierro para poder crecer, replicarse y causar daño. En el cuerpo humano, el hierro no está "libre" precisamente como sistema de defensa para evitar que los patógenos lo terminen utilizando contra nosotros mismos. 

Ahora la ciencia ha visto que el hongo Candida auris tiene una estrategia para poder evitar esta barrera de defensa que tiene nuestro organismo. Y el secreto está en su genética, concretamente en unos genes específicos llamados XTC, que actúan literalmente como 'bombas de succión' que permite al hongo captar hierro incluso en las condiciones más hostiles. 

Y esta es la clave. Si el hierro es lo que las alimenta, y ya sabemos cómo consiguen el mineral de nuestro propio organismo... ya tenemos la clave para poder evitar que consuman nuestras propias reservas. 

Un aliado inesperado. Uno de los mayores retos para estudiar a este hongo, es que tiene la capacidad de reproducirse a temperaturas elevadas como son los 37ºC. Esto hace que sea complicado usar los modelos tradicionales para poder hacer los estudios, que hasta ahora eran los peces cebra, que quieren aguas frías. 

Para superar este inconveniente, el equipo de investigación utilizó un modelo bastante innovador: el pez killi. Un pequeño pez que es capaz de vivir en ambientes desérticos y tolerar temperaturas de hasta 37 °C, lo que lo convierte en un "laboratorio viviente" perfecto para observar cómo se comporta el hongo en tiempo real dentro de un organismo vertebrado. 

Su importancia. Hay que tener en cuenta que estamos ante un patógeno que la OMS clasifica como de "prioridad crítica", y es por ello que con esta investigación se da pie a crear fármacos que ataquen al sistema de 'succión' de los hongos para poder derrotarlas. Además, ya tenemos algo en nuestro repositorio de medicamento que podríamos usar: los quelantes de hierro. Una opción que puede 'matar de hambre' a los hongos, pero que todavía se tiene que probar. 

Además de esto, se va a poder identificar mucho mejor a los patógenos, ya que hay cepas de hongos que son mucho más agresivas porque captan mucha más cantidad de hierro en su interior. 

El futuro. Aunque tenemos el foco centrado sobre las superbacterias que pueden condenar a la humanidad, la investigación también se debe centrar en los hongos que están desarrollando resistencias a los tratamientos específicos. De esta manera, encontrar una vía que el hongo "no puede esquivar" nos da, por primera vez una ventaja estratégica que no debemos dudar en usar. 

Imágenes | masakazu sasaki

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En 1844 ya había gente que jugaba al ajedrez online, aunque no de la manera que estás pensando

En 1844 ya había gente que jugaba al ajedrez online, aunque no de la manera que estás pensando

El 18 de noviembre de 1844, el Washington Chess Club desafió a sus homólogos de Baltimore a una partida. Nada fuera de lo común, salvo por un detalle: los jugadores de Baltimore seguían en Baltimore, y los de Washington permanecían en su ciudad, separados por una distancia de unos 60 kilómetros.

La hazaña fue lograda gracias al Internet de la época: el telégrafo eléctrico. Y tan solo seis meses después de que Samuel Morse inaugurara la primera línea telegráfica de Estados Unidos con el mensaje "¿Qué ha forjado Dios?".

El origen de una idea. Tal y como relata IEEE Spectrum, todo comenzó días antes con una partida de damas. El 15 de noviembre, Alfred Vail, asociado de Morse en Washington, propuso a Henry Rogers en Baltimore jugar mediante el telégrafo. Rogers ideó un sistema de cuadrados numerados para comunicar las posiciones, y pronto la idea evolucionó hacia el ajedrez, momento en el que ambos clubes se retaron desde sus respectivas ciudades.

Un sistema ingenioso para transmitir jugadas. Vail y Rogers asignaron un número único a cada una de las 64 casillas del tablero. De esta manera, cada turno se resumía en transmitir dos números mediante el telégrafo. En este sentido, el ajedrez resultaba ideal para una prueba con dicho aparato, pues requiere poca información por movimiento y no necesita un canal de comunicación complejo.

Durante las partidas se transmitieron 686 movimientos sin apenas errores, según registró Vail en su diario del telégrafo magnético, que ahora se conserva en el Smithsonian.

Más que un simple entretenimiento. Aunque comenzó simplemente como una prueba desembocada en un pequeño placer privado entre dos entusiastas, el ajedrez telegráfico pronto captó la atención pública y política. Orrin S. Wood, operador de telégrafo, escribió a su cuñado el 5 de diciembre de 1844 sobre la "considerable emoción" que generaban estas partidas, añadiendo que muchos congresistas parecían interesados.

Morse aprovechó el momento, pues en su carta al Secretario del Tesoro para conseguir financiación y ampliar la red hasta Nueva York, argumentó que el telégrafo podía transmitir noticias del Congreso o el paradero de criminales buscados, pero también destacó que varias partidas de ajedrez se habían jugado "con la misma facilidad que si los jugadores estuvieran sentados en la misma mesa".

Sistema de información codificado. Los organizadores de estas partidas consideraron que habían ideado un sistema de información pura que encajaba a la perfección con las posibilidades de los medios de comunicación que comenzaban a surgir en la época. Y es que si lo pensamos, cada jugada era un paquete de datos preciso y breve que viajaba por cables de cobre.

Sin embargo, la iniciativa generó controversia, pues el 5 de diciembre, Rogers advirtió a Vail de que estaban causando "una impresión desfavorable en la parte religiosa de la comunidad", aunque hoy por hoy se desconoce cuáles fueron las quejas. Lo que sí se sabe es que el 17 de diciembre de 1844, no se volvió a jugar más al ajedrez en esa línea.

Una tradición que perduró. Tal y como cuenta el medio, en 1845 se disputó una partida entre Londres y Gosport con la participación del inventor Charles Wheatstone y el maestro Howard Staunton. Décadas después, entre 1890 y 1920, los enfrentamientos entre clubes por telégrafo se volvieron habituales.

Con el paso del tiempo, y el desarrollo de nuevas tecnologías, jugar al ajedrez desde dos lugares distintos acababa resultando cada vez más fácil. En 1965, el gran maestro Bobby Fischer jugó desde Nueva York contra oponentes en La Habana mediante teletipo, ya que el Departamento de Estado le impidió viajar a Cuba. Y si avanzamos aún más, en 1999, el campeón mundial Garry Kasparov se enfrentó a un equipo que representaba "al mundo" a través de un foro de Microsoft.

El ajedrez como prueba de inventos. En la actualidad, cada día se juegan millones de partidas diarias online en todo el mundo a través de plataformas como Chess.com. Lo cierto es que el ajedrez se ha convertido en una especie de compañero natural de cada nueva vía de comunicación que ha ido surgiendo a lo largo de la historia. A pesar de lo duro que resulta dominar todas las patas de este juego, la información que se necesita para que fluyan las partidas es tremendamente sencilla. Y quizá por eso, 181 años después de aquella primera partida mediante el telégrafo, el ajedrez sigue perdurando en la era digital.

Imagen de portada | Denis Volkov

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Creíamos que el insomnio era solo no poder dormir. Ahora sabemos que son cinco trastornos distintos

Creíamos que el insomnio era solo no poder dormir. Ahora sabemos que son cinco trastornos distintos

El insomnio es para muchas personas un grave problema con el que lidian a diario, tanto de día como de noche, y cuyo tratamiento siempre se basa en tres pilares: higiene del sueño, terapia cognitivo-conductual o fármacos hipnóticos. Sin embargo, a veces lo que para una persona es útil, para otra es inútil. Algo que ahora sabemos que se debe a que no existe un solo tipo de insomnio, sino cinco. 

El estudio. Con origen español y publicado en el Journal of Sleep Research confirma lo que muchos especialistas estaban sospechando: el insomnio no es un trastorno único. Tal y como apunta Francesa Cañellas, del Hospital Universitario de Son Espases, la investigación ha comprobado que hay cinco subtipos distintos de insomnio, un hallazgo que promete revolucionar la forma en que tratamos los problemas de sueño.

Su evolución. La primera hipótesis que se planteó sobre la variabilidad del insomnio llega desde el año 2019, cuando unos investigadores holandeses ya veían que este trastorno contaba con cinco caras. El problema es que se tenía que probar estas diferencias según los rasgos de personalidad y la biografía de cada uno de los pacientes. 

Eso es exactamente lo que ha hecho el equipo español. Financiado por la Sociedad Española de Sueño (SES), el estudio ha analizado datos de ocho unidades de sueño en España utilizando el Cuestionario de Tipos de Insomnio (ITQ). Utilizando las respuestas de los pacientes en estos cuestionarios y los datos obtenidos del sueño de cada uno, se ha visto que estos cinco perfiles son ciertos. Aunque el problema es que el tipo más severo es el más frecuente. 

Los diferentes tipos. Lo interesante de este estudio es que no clasifica el insomnio por la cantidad de horas que se pasen durmiendo, sino por los rasgos de personalidad o el nivel de angustia. Partiendo de esto, la clasificación que se plantea es la siguiente: 

  • Tipo 1: un grupo muy complejo, ya que su peculiaridad es que cuentan con una alta angustia en su interior. De esta manera, son pacientes con altos niveles de neuroticismo, tensión y depresión. 
  • Tipo 2: pacientes que cuentan con una angustia moderada, pero que pueden responder a los estímulos positivos. De esta manera, son capaces de superar el problema gracias a la terapia cognitivo-conductual que es el tratamiento estándar habitual. 
  • Tipo 3: en este caso los pacientes no sienten mucha angustia, pero sí que tienen una gran insensibilidad al placer, lo que se conoce como anhedonia. Esto es un problema, porque al ser plano emocionalmente no son muy eficaces los tratamientos convencionales. 
  • Tipo 4 y 5: son las formas más leves, ya que se deben a problemas puntuales en la vida de cada paciente que aumentan su nivel de estrés pero sin una carga psicológica detrás. 

La mala noticia. Aunque se haya conseguido clasificar el insomnio en diferentes tipos, la realidad es que el 82% de los pacientes pertenecen a los subtipos 1 y 3. Estos son los que peor responden a los tratamientos y que generan un mayor daños psicológico sobre las personas. 

Como es lógico, estas son las personas que con mayor frecuencia acuden a la consulta médica y a las unidades del sueño porque literalmente no pueden más, puesto que difícilmente se va a solucionar su problema con una pastilla para dormir. De hecho, el estudio destaca que estos dos grupos son los que presentan mayor consumo de hipnóticos y ansiolíticos, a menudo con resultados pobres.

Una medicina de precisión. La importancia de este trabajo radica en que no hay un tratamiento estándar eficaz contra el insomnio. De esta manera, si un paciente del tipo 2 recibe la terapia psicológica le va a ir de maravilla, pero a un paciente del tipo 3 este tratamiento no le hará casi nada. Del mismo modo, el tipo 1 podría requerir un abordaje psiquiátrico para tratar esa angustia de fondo para después tratar el problema de insomnio. 

Con todo esto se busca dejar de tratar la enfermedad de manera aislada, y concebir que va a asociada a una persona que cuenta con una biografía concreta y una personalidad que puede requerir de unos cuidados diferentes. 

Imágenes | Solving Healthcare 

En Xataka | Lo cerca (y lo lejos) que estamos de no dormir nada en absoluto: por primera vez en la historia, tenemos una pequeña vía para intentarlo

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El experimento más lento y arriesgado del mundo: lo que ocurre cuando un Cabernet envejece 20 años

El experimento más lento y arriesgado del mundo: lo que ocurre cuando un Cabernet envejece 20 años

Una botella que ha pasado dos décadas en una bodega sale de la penumbra y se posa sobre la mesa con el cuidado que se reserva a aquello que ha sido esperado durante años. No es solo vidrio y etiqueta: es tiempo contenido, decisiones tomadas mucho antes de que el mundo fuera el que es hoy. Antes incluso de descorcharla, la pregunta se impone: ¿qué ha ocurrido ahí dentro durante 20 años?

El vino tiene fama de mejorar con la edad, pero el mito se sostiene sobre una excepción. Como recuerda la enóloga y crítica Jancis Robinson en su columna para el Financial Times, menos del 10% del vino que se produce en el mundo está realmente diseñado para envejecer. Precisamente por eso, guardar una botella durante dos décadas no es un gesto romántico, sino una apuesta técnica, química y, en parte, arriesgada. Entender cómo sucede es comprender la verdadera ciencia de la paciencia.

El mito de que mejora con los años. Desde fuera, lo primero que delata el paso del tiempo es el color. Un Cabernet Sauvignon joven suele ser opaco, violáceo, casi negro. Tras veinte años, explica Robinson, ese color se ha ido aclarando y aparecen tonos granate, rubí e incluso matices teja en el borde de la copa. No es una señal de decadencia, sino de transformación. El vino ha perdido parte de sus pigmentos originales porque estos han reaccionado entre sí y con el oxígeno a lo largo de los años.

En la boca ocurre algo similar. El Cabernet Sauvignon nace con taninos potentes, ásperos, que secan la boca. Durante el envejecimiento, esos taninos se suavizan, el vino pierde agresividad y gana complejidad. Aparecen sedimentos en la botella, resultado físico de reacciones químicas acumuladas durante décadas. Según Robinson, el gran interrogante de todo vino pensado para envejecer es si tendrá suficiente fruta, acidez y estructura para sobrevivir a ese proceso. Cuando lo logra, el resultado no es un vino más intenso, sino más sutil, más profundo y, paradójicamente, más frágil. Por ese motivo, si el Cabernet Sauvignon se ha convertido en un candidato privilegiado para este viaje no es casualidad. Su combinación natural de taninos abundantes, acidez suficiente y capacidad antioxidante lo convierte en una de las pocas variedades capaces de dialogar con el tiempo durante décadas sin colapsar prematuramente.

Mirando con el microscopio. El envejecimiento del vino es cualquier cosa menos pasivo. Diversas publicaciones científicas, como la revisión Bottle Aging and Storage of Wines en la revista Molecules, explican que el protagonista principal es el oxígeno. En cantidades mínimas, el oxígeno entra lentamente en la botella a través del corcho y desencadena una serie de reacciones químicas controladas. Entre ellas, la polimerización de los taninos: moléculas pequeñas y agresivas se unen entre sí formando estructuras más grandes, percibidas por nuestro paladar como más suaves y sedosas.

Al mismo tiempo, los compuestos responsables del color —especialmente los antocianos— se combinan con taninos y otros fenoles. Estudios como el publicado en Foods, centrado en la evolución química de vinos tintos durante el envejecimiento, muestran cómo estos compuestos disminuyen con el tiempo y dan lugar a nuevos pigmentos más estables. En paralelo, los aromas primarios de fruta fresca se transforman en lo que la divulgadora Rana Masri describe en The Grape Grind como aromas terciarios: tabaco, cuero, bosque húmedo, caja de puros. No aparecen de la nada; son el resultado de décadas de reordenación molecular, lenta e irreversible.

El destino final del vino. El envejecimiento no depende solo del vino, sino también de su entorno. Las condiciones de guarda —temperatura estable, oscuridad, humedad y ausencia de vibraciones— son fundamentales. Un vino guardado a 14 ºC durante veinte años no envejece igual que uno sometido a cambios bruscos de temperatura. El tiempo, en el vino, necesita calma para trabajar bien.

Además, el estudio Wine aging: a bottleneck story ha demostrado que la entrada de oxígeno no ocurre solo a través del corcho, sino también en la interfaz entre el corcho y el cuello de la botella. Esto explica por qué dos botellas del mismo vino, del mismo lote, pueden evolucionar de forma distinta. El envejecimiento, incluso en condiciones ideales, no es completamente controlable. Como recuerdan en la página especializada Wine Folly, la acidez, el equilibrio alcohólico y la concentración de taninos determinan si un Cabernet está preparado para una larga vida o si colapsará antes de tiempo. Envejecer vino no es una garantía de mejora, sino una negociación constante con el fracaso.

No será lo mismo abrir una botella. Después de veinte años, un Cabernet Sauvignon no es simplemente un vino más viejo. Es el resultado de miles de microdecisiones: del viticultor, del enólogo, del tipo de cierre, de la bodega y, finalmente, del coleccionista que decidió no abrirlo antes. La ciencia explica gran parte del proceso, desde la polimerización de los taninos hasta la lenta oxidación controlada, pero siempre queda un margen de misterio. El vino envejece, pero también arriesga.

Quizá por eso, como apunta Jancis Robinson con cierta ironía, muchas bodegas y coleccionistas se enfrentan al mismo dilema, saber cuándo dejar de esperar. Porque el vino, por muy fascinante que sea su viaje molecular, no está hecho para ser eterno. Está hecho para ser bebido. Y, a veces, el mayor acto de sabiduría no es guardar la botella otros diez años, sino descorcharla y aceptar que la paciencia, al fin y al cabo, tenía un destino líquido.

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Hemos encontrado la primera "bala cósmica": un agujero negro supermasivo expulsado de su galaxia a 3,4 millones de km/h

Hemos encontrado la primera "bala cósmica": un agujero negro supermasivo expulsado de su galaxia a 3,4 millones de km/h

Hasta ahora, pensábamos en los agujeros negros supermasivos como las anclas inamovibles de las galaxias, siendo gigantes gravitatorios que mantienen todo en orden desde el centro. Pero estábamos bastante equivocados, puesto que el Telescopio Espacial James Webb nos ha confirmado que, a veces, estas anclas se rompen y salen disparadas por el espacio intergaláctico como si fueran auténticas balas de pistola. 

El estudio. Un equipo liderado por el astrónomo Pieter van Dokkum, de la Universidad de Yale, ha presentado la primera confirmación observacional de un agujero negro supermasivo errante. Se llama RBH-1 y su existencia es el resultado de uno de los eventos más violentos que permite la física: ser “expulsado” fuera de su casa por ondas gravitacionales.

Una cicatriz. Detectar esto no es algo fácil, puesto que los agujeros negros no se pueden ver a simple vista, sino que se analiza la destrucción que van dejando a su paso. Esto es precisamente lo que vio el JWST al detectar una estructura lineal masiva de unos 200.000 años luz de largo (el doble que el diámetro de la Vía Láctea), que conecta a una galaxia lejana con un punto brillante y difuso. 

Tras querer analizar más detalladamente esta destrucción, el propio telescopio ha desvelado que es una discontinuidad. En términos llanos: hay algo extremadamente masivo moviéndose a una velocidad absurda de 954 km/s, lo que equivale a 3.4 millones de kilómetros por hora. Una velocidad que nos permitiría viajar de la Tierra a la Luna en menos de siete minutos. 

Cómo lo sabemos. La pregunta en este caso parece obligada: ¿Cómo sabemos que es un agujero negro y no una simple formación estelar? La respuesta está en todo lo que va dejando a su paso, ya que al moverse a este tipo de velocidades tan elevadas, el agujero negro va comprimiendo el gas de forma tan violenta que genera un rastro de plasma caliente que se puede ir midiendo, así como la formación de nuevas estrellas. 

Y ahora la ciencia ha podido confirmar que este gas no está calentado por la luz que emiten las estrellas, sino por el choque brutal de un objetivo que tiene al menos 10 millones de veces la masa del Sol. 

Por qué sale huyendo. La teoría que hay detrás de este fenómeno no es nueva, sino que lleva 50 años predicha por la relatividad general. Pero para poder entender lo que ha ocurrido aquí, podemos verlo en tres pasos diferentes: 

  1. Lo primero que es dio fue la fusión de dos galaxias y sus respectivos agujeros negros supermasivos que empiezan a orbitar entre sí. 
  2. Tras esto, llega una tercera galaxia que se une a esta fiesta y su agujero negro interactúa con el sistema binario formado antes. 
  3. Por último, se da un "patadón" cósmico. En este caso, la interacción de tres cuerpos genera una gran asimetría en las ondas gravitacionales que deriva en que un agujero negro salga disparado fuera de la galaxia a una gran velocidad. 

No es el primero. Ya conocíamos agujeros negros errantes de "masa estelar" (unas pocas veces la masa del Sol) vagando por nuestra propia Vía Láctea, detectados por efectos de microlente gravitacional por el Hubble o la misión Gaia. Sin embargo, encontrar un supermasivo, que es el tipo de objeto que suele vivir en el corazón de las galaxias, es un hito de otra escala.

Por qué esto es importa. La confirmación de RBH-1 no es una simple curiosidad para los físicos, sino que valida los modelos de evolución galáctica que sugieren que el universo está lleno de estos 'exiliados'. Y esto hace ver que si los agujeros negros supermasivos pueden ser expulsados con tanta facilidad, significa que muchas galaxias podrían estar “huérfanas” de su núcleo central, afectando a cómo crecen y cómo forman estrellas.

Imágenes | NASA Hubble Space Telescope

En Xataka | China está lanzando más cohetes que nunca al espacio. Y el motivo es muy simple: no depender de Starlink

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