4 de diciembre de 2025

James Webb desvela la complejidad de la Nebulosa de la Araña Roja como nunca antes

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El Telescopio Espacial James Webb, uno de los instrumentos más avanzados jamás construidos para observar el universo, ha ofrecido una nueva y sorprendente mirada a la Nebulosa de la Araña Roja, revelando detalles que hasta ahora permanecían ocultos a nuestros ojos. La imagen, publicada el 26 de octubre de 2025 por la NASA, muestra una estructura compleja y visualmente impactante que redefine nuestra comprensión de este objeto celeste.

Una nebulosa que parece viva

La imagen capturada con la cámara NIRCam (Near-Infrared Camera), el principal instrumento de Webb para el espectro del infrarrojo cercano, ofrece una paleta de colores donde destacan tonos rojos, azules y violetas. En el centro, un brillo rojizo intenso irradia desde una región cubierta por polvo interestelar, ocultando la estrella que dio origen a la nebulosa.

Lo que más llama la atención en esta nueva imagen es la forma de reloj de arena inclinado, con una especie de letra «S» violeta en el centro y dos lóbulos azules que se extienden diagonalmente hacia los extremos, semejando las patas de una araña en movimiento. Esta forma ha sido posible de identificar gracias a la alta resolución de NIRCam, que permite ver con claridad las estructuras más sutiles de gases y polvo.

El origen de sus formas peculiares

La Nebulosa de la Araña Roja es una nebulosa planetaria, una fase avanzada en la vida de una estrella similar al Sol. Cuando estas estrellas agotan su combustible, expulsan sus capas exteriores al espacio, generando formas nebulosas impulsadas por vientos estelares y radiación intensa. En este caso, los científicos han podido observar por primera vez la extensión total de sus lóbulos, que son grandes burbujas cerradas de gas que se han ido inflando durante miles de años.

Cada uno de estos lóbulos azules se extiende por unos 3 años luz. Para ponerlo en perspectiva, si la luz de una linterna viajara sin obstáculos, tardaría tres años completos en recorrer de punta a punta uno de estos brazos gaseosos. Están compuestos por moléculas de H2 (hidrógeno molecular), que emiten luz detectable en el espectro infrarrojo. Estas emisiones son las que Webb ha captado con una nitidez nunca antes vista.

Por qué es importante esta observación

El nuevo retrato de la Nebulosa de la Araña Roja no es solo una imagen bonita: es una fuente de información valiosa sobre los procesos que ocurren al final de la vida de las estrellas. Observar cómo se distribuyen los gases, cuáles son sus composiciones y cómo interactúan con el entorno permite entender mejor cómo evoluciona el material que, eventualmente, formará parte de nuevas estrellas o planetas.

Gracias a Webb, también es posible estudiar los patrones de simetría y turbulencia dentro de estas estructuras. Las formas de reloj de arena y los lóbulos cerrados sugieren la presencia de procesos dinámicos muy energéticos en el interior de la nebulosa, posiblemente relacionados con campos magnéticos o la interacción con otra estrella cercana.

Una herramienta que cambia las reglas del juego

El Telescopio Espacial James Webb está cumpliendo con creces su promesa de ofrecer una visión sin precedentes del universo. Su capacidad para ver en el infrarrojo cercano permite atravesar nubes de polvo que otros telescopios no pueden penetrar, revelando la verdadera estructura de muchos objetos astronómicos.

En el caso de la Nebulosa de la Araña Roja, esta capacidad ha permitido observar detalles que estaban completamente ocultos incluso para telescopios tan potentes como el Hubble. Mientras que Hubble nos daba una vista espectacular pero parcial, Webb nos ofrece el cuadro completo, permitiendo a los astrónomos reconstruir el rompecabezas completo de su formación y evolución.

Una ventana a nuestro propio futuro

Observar nebulosas planetarias como esta no solo sirve para entender el universo lejano, sino también para vislumbrar lo que podría ocurrirle a nuestro propio Sol dentro de miles de millones de años. La Nebulosa de la Araña Roja es un ejemplo de lo que sucede cuando una estrella como la nuestra llega al final de su vida: se convierte en un objeto hermoso, complejo y energético, cuyos remanentes enriquecerán el cosmos con nuevos elementos.

Esto convierte al Webb no solo en una máquina para mirar el pasado, sino también en una herramienta para imaginar el futuro de nuestro vecindario cósmico. Con cada imagen como esta, no solo estamos viendo más lejos: también estamos entendiendo mejor nuestro lugar en el universo.


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Marte acaba de entrar en el exclusivo club de planetas con rayos. Es una noticia desalentadora para la NASA

Marte acaba de entrar en el exclusivo club de planetas con rayos. Es una noticia desalentadora para la NASA

El rover Perseverance de la NASA ha captado por primera vez el impacto de un rayo en Marte. Aunque parezca extraño, es apenas el cuarto planeta en el que hemos confirmado la presencia de este tipo de actividad eléctrica, después de la Tierra, Júpiter y Saturno.

Confirmado. A pesar de su fina atmósfera, los científicos llevan décadas sospechando que el planeta rojo, con sus constantes torbellinos y tormentas de polvo, debía tener algún tipo de actividad eléctrica. Ahora, gracias al rover Perseverance, por fin tenemos la prueba definitiva.

El hallazgo, publicado en la revista Nature, confirma que la atmósfera marciana crepita con electricidad, aunque no exactamente como en las tormentas terrestres que conocemos.

No lo han visto, lo han oído. Por mucho que nos hubiera gustado que el rover Perseverance fotografiase un destello cegador cruzando el cielo marciano, la primera evidencia de actividad eléctrica en Marte no es visual, sino auditiva.

El instrumento SuperCam del rover de la NASA, equipado con un micrófono diseñado originalmente para escuchar el láser del rover golpeando rocas, ha captado algo inesperado: el sonido de descargas eléctricas.

Entre remolinos de polvo. Según los datos analizados por el Jet Propulsion Laboratory, el rover registró 55 eventos de descargas eléctricas a lo largo de dos años marcianos. La mayoría asociados con tormentas de polvo, y 16 de ellos cuando el rover era directamente atravesado por remolinos de arena.

"Conseguimos algunas grabaciones buenas donde se puede escuchar claramente el chasquido", explica en un comunicado Ralph Lorenz, científico de la misión Perseverance. Pero en una grabación específica del sol 215 (el día marciano 215 de la misión), se escucha no solo el chasquido eléctrico, sino también el viento del remolino golpeando al rover y los granos de arena impactando contra el micrófono.

El efecto triboeléctrico. ¿Cómo se forman estos rayos en un planeta sin nubes de lluvia? Por el efecto triboeléctrico, exactamente el mismo principio físico que ocurre cuando caminamos con calcetines sobre una alfombra y después tocas el pomo de una puerta y, auch, salta una chispa.

En Marte, los remolinos de polvo actúan como generadores gigantes de electricidad estática: El aire caliente sube y comienza a rotar, formando un vórtice. Al girar, levanta polvo y arena. Los granos de polvo frotan unos contra otros, transfiriendo electrones y generando carga.

No es muy alentador. Aunque en la Tierra también ocurre en los desiertos, en Marte es mucho más probable que este efecto resulte en descargas eléctricas. La atmósfera marciana es extremadamente tenue, por lo que la cantidad de carga necesaria para romper la resistencia del aire y generar una chisp es mucho menor.

Este descubrimiento no es solo una curiosidad meteorológica; tiene implicaciones profundas para la química del planeta y la búsqueda de vida. La confirmación de estas descargas eléctricas sugiere que la atmósfera marciana puede cargarse lo suficiente como para activar reacciones químicas potentes. Estas chispas podrían estar creando compuestos altamente oxidantes, como los percloratos, que son muy agresivos y pueden destruir las moléculas orgánicas (los ladrillos de la vida) que el rover está tratando de encontrar.

Imagen | NASA/JPL-Caltech/University of Arizona

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La noticia Marte acaba de entrar en el exclusivo club de planetas con rayos. Es una noticia desalentadora para la NASA fue publicada originalmente en Xataka por Matías S. Zavia .

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La NASA encuentra chicle espacial y glucosa en Bennu: ya tenemos el ingrediente que faltaba para explicar el origen de la vida

La NASA encuentra 'chicle espacial' y glucosa en Bennu: ya tenemos el ingrediente que faltaba para explicar el origen de la vida

Lo que la misión OSIRIS-REx trajo de vuelta a la Tierra en su cápsula tras estar posada sobre el asteroide Bennu podía ser muy enriquecedor, pero la verdad es que ha sobrepasado todas nuestras expectativas. Y es que en el pasado ya nos hemos sorprendido por encontrar agua o carbono en el espacio, pero ahora la NASA ha confirmado que lo que se ha visto en este asteroide: Bennu contiene azúcares esenciales para la vida como la conocemos. 

Pero no solo eso, entre los granos de polvo y roca los investigadores se han topado con algo que no esperaban: una sustancia misteriosa que ya han apodado como el 'chicle espacial'. 

El descubrimiento. Tras bastante tiempo analizando los materiales extraídos por esta sonda, finalmente los resultados se han arrojado a un estudio publicado en Nature Geoscience liderado por Yoshihiro Furukawa de la Universidad de Tohoku (Japón) y que sin duda marca un hito en la astrobiología. 

De una muestra de apenas 603 miligramos de polvo de Bennu, el equipo consiguió detectar una variedad de azúcares que son biológicamente significativos como por ejemplo la glucosa. Esto marca algo histórico puesto que es la primera vez que se identifica este azúcar que tan bien conocemos en una muestra extraterrestre prístina. Pero no ha sido esto solo lo importante, sino que también se han encontrado muestras de ribosa que es un componente esencial del ARN, que es el encargado de transportar la información genética en los organismos humanos y que sin duda se popularizó durante la pandemia por COVID.

Su importancia. Hasta ahora habíamos visto indicios en meteoritos de estas muestras, pero siempre existía la sombra de la contaminación terrestre al impactar. Ahora esta duda desaparece puesto que las muestras llegaron selladas. 

Lo importante sin duda es que la presencia conjunta de estos azúcares sugiere que se sintetizaron mediante procesos abióticos (sin vida) dentro del asteroide, probablemente a través de reacciones químicas en presencia de agua en los albores del sistema solar. Algo que sería fundamental para poder generar vida. 

El chicle espacial. Si los azúcares son la noticia científica "dura", lo que ha capturado casi toda nuestra atención es lo que Danny Glavin, co-investigador de la misión en el Goddard Space Flight Center, describe como "chicle espacial".

Los análisis revelaron un material polimérico único, una especie de sustancia pegajosa y compleja que no encaja con los minerales estándar a los que estamos habituados. Es por ello que su composición ahora mismo está bajo estudio y su presencia indica que Bennu no solo es un montón de escombros, sino un laboratorio químico que es capaz de crear macromoléculas orgánicas que tenemos seres vivos en nuestro interior. 

Además de este "chicle" y los azúcares, las muestras contenían polvo de estrellas que son más antiguos que nuestro propio Sol, supervivientes de supernovas antiguas que quedaron atrapados en la matriz del asteroide.

Un 'kit completo'. Con este anuncio, el rompecabezas de Bennu parece completarse puesto que se ha encontrado aminoácidos que son fundamentales para las proteínas, bases para formar el ADN, ácidos carboxílicos y ahora azúcares para dar energía y estructura al ARN. 

Esto respalda fuertemente la hipótesis de que los asteroides ricos en carbono, como Bennu, actuaron como "repartidores cósmicos" durante el bombardeo intenso tardío, sembrando la Tierra primitiva con todos los ingredientes necesarios para que surgiera la vida que ahora estamos disfrutando. Es literalmente un asteroide que porta todos los ingredientes para la vida tal y como la conocemos. 

Un vistazo al pasado. La estabilidad de compuestos como la glucosa y la xilosa en estas muestras, junto con la sorprendente presencia de ribosa (que suele ser muy inestable), nos dice que el cuerpo padre de Bennu tuvo actividad acuosa y condiciones químicas muy específicas poco después de formarse el sistema solar.

Como confirma la propia NASA, estamos ante la evidencia más sólida de que los bloques constructores de la biología no son un milagro exclusivo de la Tierra, sino productos comunes de la química del universo.

Imágenes |  NASA Hubble Space Telescope

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La noticia La NASA encuentra 'chicle espacial' y glucosa en Bennu: ya tenemos el ingrediente que faltaba para explicar el origen de la vida fue publicada originalmente en Xataka por José A. Lizana .

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Red Nacional de Ciencia Pública reunió a investigadores, creadores y comunicadores de ciencia de todo el país

En el marco de la Bienal de Cultura Científica se desarrolló el primer encuentro de participantes de los Concursos Nacionales Ciencia Púbica, en que estos pudieron dialogar y conocer más de las diversas experiencias en la materia.


Con la participación de una cincuentena de ganadores de los Concursos Nacionales Ciencia Pública, y en el marco de la primera Bienal de Cultura Científica, se desarrolló el fin de semana pasado el Primer Encuentro de la Red Nacional de Ciencia Pública, una iniciativa del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación que espera crear un espacio de colaboración entre los diversos proyectos que se han ejecutado en marco de estos concursos.

Mediante una programación participativa, que combinó reflexión institucional, diálogo interdisciplinario y experiencias artísticas y tecnológicas, se desarrolló este encuentro en el Centro de Cultura Científica ubicado en el Cerro San Cristóbal de Santiago.

Los Concursos Nacionales Ciencia Pública ofrecen fondos públicos y acompañamiento para proyectos de comunicación de los conocimientos científicos, humanísticos, artísticos y tecnológicos a nivel nacional y local, en contextos no escolares. Durante las cinco ediciones de estos concursos se han financiado 235 proyectos, los que fueron expuestos durante el encuentro.

«Estamos felices de comenzar a construir esta Red Nacional de Ciencia Pública, porque es una oportunidad de generar conversación e inspirar. La cultura científica, que desde el Ministerio empujamos en este tipo de encuentros, es una forma de acercarse al mundo, de democratizar el acceso al conocimiento, y esto es un imperativo político y social, de fomentar el pensamiento crítico y la curiosidad, de creer y crear; transformando la ciencia, la tecnología, el conocimiento y la innovación en bienes públicos, en parte de nuestra cultura«, dice Pablo Brugnoli, jefe de la División Ciencia y Sociedad del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, responsable de este evento.

El encuentro fue parte de las actividades de cierre de la Bienal de Cultura Científica Enacción, concepto tomado de la mirada de Francisco Varela, quien explica que el conocimiento y la cognición no son una representación de un mundo preexistente, sino una construcción activa que surge de la interacción dinámica entre un organismo, su cuerpo y su entorno. Esta bienal fue organizada por el Museo Interactivo Mirador y el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, junto al apoyo del ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Unesco, la Biblioteca Nacional, el Parque Metropolitano, la Pontificia Universidad Católica de Chile, la Universidad de Chile, la Universidad Autónoma de Chile, la Sociedad Chilena de Neurociencia, el Instituto de Sistemas Complejos de Valparaíso y la Fundación Encuentros del Futuro.

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Celdas más duraderas y rápidas: la promesa de un nuevo ánodo para baterías de vehículos eléctricos

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Uno de los grandes desafíos en la electrificación del transporte y la electrónica de consumo es la necesidad de cargar las baterías rápidamente sin que esto afecte su vida últil. Quienes tienen un teléfono inteligente o un coche eléctrico lo saben: a medida que se busca más velocidad en la carga, se sacrifica durabilidad. En el corazón del problema está la formación de litio inactivo, también conocido como litio muerto, que reduce la capacidad y eficiencia de las baterías.

Este fenómeno ocurre principalmente en el ánodo, una de las dos terminales internas de la batería. Durante las cargas rápidas, parte del litio no se reintegra al circuito y queda atrapado en forma de depósitos inútiles. A largo plazo, esto conduce a baterías que pierden autonomía y requieren reemplazo antes de lo previsto.

Una solución desde Corea del Sur

Un equipo multidisciplinario de científicos surcoreanos, provenientes de instituciones como el Ulsan National Institute of Science and Technology y Korea University, ha presentado un nuevo tipo de ánodo que podría cambiar esta realidad. El avance, publicado recientemente, se centra en un ánodo híbrido diseñado para evitar la acumulación de litio muerto incluso en condiciones de carga rápida.

La clave está en su composición: una combinación de partículas de grafito comercial y hojas nanoscópicas curvas de un compuesto conocido como hexabenzocoroneno contorsionado clorado. Este nombre complejo describe una estructura molecular que se comporta como un embudo inteligente para los iones de litio, guiándolos de forma ordenada hacia su destino.

Qué hace especial a este ánodo

Imagínalos como una especie de autopista con carriles bien definidos, donde el tráfico de iones de litio se mantiene fluido y sin atascos. Las hojas de este material actúan como peajes que regulan el ingreso del litio al grafito, reduciendo el riesgo de que queden atrapados fuera del circuito.

Esta arquitectura escalonada no solo evita la formación de litio muerto, sino que mejora la eficiencia global del proceso de carga y descarga. Simulaciones computacionales confirmaron que el diseño permite un uso más completo de los recursos de la batería y evita la pérdida de capacidad con el tiempo.

Resultados prometedores

En pruebas de laboratorio, el nuevo ánodo demostró una estabilidad notable durante más de 1.000 ciclos de carga, manteniendo buena parte de su eficiencia. Incluso cuando fue puesto a prueba dentro de una celda tipo pouch, una de las configuraciones más usadas en vehículos eléctricos, el dispositivo superó los 2.100 ciclos con un rendimiento sostenido.

Este tipo de durabilidad es vital para aplicaciones como los coches eléctricos, donde el reemplazo de baterías representa un coste significativo. Pero también podría beneficiar a teléfonos móviles, ordenadores portátiles y sistemas de energía solar domiciliaria, que también dependen de baterías eficientes y duraderas.

Implicaciones para el futuro energético

Los expertos destacan que este tipo de avances podrían reducir la necesidad de extraer nuevos materiales, ya que alargar la vida últil de las baterías disminuye la demanda de litio y grafito virgen. A su vez, una mejor eficiencia permite construir baterías más pequeñas o con menos recursos, sin sacrificar autonomía ni tiempos de carga.

La fabricación del nuevo ánodo, además, se ha diseñado pensando en su escalabilidad industrial, lo que facilita su integración en líneas de producción ya existentes. Esto reduce las barreras de entrada para los fabricantes, un punto clave para que la tecnología llegue al mercado sin grandes demoras.

Un paso hacia la carga ultrarrápida

Uno de los sueños más compartidos entre los usuarios de vehículos eléctricos es el de cargar el coche en cinco minutos, como si fuera una parada en una gasolinera tradicional. Aunque aún no estamos del todo cerca, desarrollos como este abren la puerta a una nueva generación de baterías que podrán manejar cargas aceleradas sin comprometer su salud.

La investigación también pone sobre la mesa la posibilidad de aplicar estos materiales en otros sistemas de almacenamiento, como baterías estacionarias para energía solar, contribuyendo a la independencia energética de hogares y empresas. Tal como se menciona en estudios del gobierno estadounidense, un sistema solar con baterías puede ahorrar hasta 700 dólares anuales en consumo eléctrico.

Ciencia aplicada con impacto real

Este desarrollo surcoreano es un buen ejemplo de cómo la investigación científica puede traducirse en beneficios tangibles para los consumidores. Su enfoque combina química avanzada con diseño industrial, algo fundamental para llevar una idea desde el laboratorio hasta el automóvil o el móvil en nuestras manos.

Aunque aún queda camino por recorrer antes de ver esta tecnología integrada en productos comerciales, la posibilidad de tener baterías que cargan rápido, duran más y contaminan menos es cada vez más concreta.


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☞ El artículo completo original de Natalia Polo lo puedes ver aquí