11 de diciembre de 2025

Un planeta que arde a 1.800 ºC y “deja más preguntas que respuestas”: el James Webb ha abierto la puerta a un mundo fascinante

Un planeta que arde a 1.800 ºC y “deja más preguntas que respuestas”: el James Webb ha abierto la puerta a un mundo fascinante

Hasta hace no tanto, la palabra “exoplaneta” parecía más propia de la especulación que de la astronomía. Isaac Newton ya dejó caer en el ‘Scholium Generale’ de los Principia Mathematica que las estrellas fijas podían ser el centro de sistemas similares al nuestro, pero la ciencia necesitó siglos para demostrarlo. No fue hasta finales de la década de 1980 cuando empezaron a aparecer las primeras señales de planetas fuera del Sistema Solar, aunque hubo que esperar a 1992 para confirmar por primera vez la existencia de mundos más allá del Sol, alrededor del púlsar PSR B1257+12.

En las últimas décadas, el ritmo de descubrimientos se ha disparado gracias a instrumentos cada vez más precisos, que nos han permitido localizar mundos tan extraños como fascinantes. El telescopio espacial Kepler, por ejemplo, identificó hace más de una década a Kepler-16b, un planeta con “dos soles” que recuerda a Tatooine de Star Wars. Desde entonces hemos catalogado una enorme variedad de exoplanetas, pero ahora el telescopio James Webb presenta un hallazgo especialmente llamativo: un mundo de lava en ebullición que, para sorpresa de los astrónomos, es más frío de lo que predicen los modelos teóricos.

Un mundo extremo que cuestiona lo que sabemos

Con un radio aproximadamente 1,4 veces el de la Tierra, TOI-561 b es una supertierra extrema que orbita una estrella situada a unos 280 años luz, en la constelación de Sextans. NASA la describe como el planeta más interior de un sistema compuesto por cuatro mundos, con una peculiaridad inmediata: completa una órbita en menos de once horas. Su proximidad es tan extrema, apenas 0,01 unidades astronómicas, que el hemisferio diurno debe superar ampliamente el punto de fusión de las rocas. Todo apunta a un planeta atrapado por su estrella en un bloqueo por marea, con un día eterno de un lado y una noche perpetua del otro.

Una de las peculiaridades que más desconcierta a los investigadores es la baja densidad de TOI-561 b. La astrónoma Johanna Teske, autora principal del estudio, explica que “no es un super-puff, pero es menos denso de lo que cabría esperar con una composición similar a la de la Tierra”. El equipo contempló que el planeta tuviera un núcleo de hierro pequeño y un manto formado por minerales menos compactos, una posibilidad que encajaría con la química de su estrella. Al tratarse de una estrella de tipo G muy antigua, con unos 10.000 millones de años y pobre en hierro, situada en el disco grueso de la Vía Láctea, es plausible que el planeta surgiera en un entorno primordial distinto al del Sistema Solar.

Aun así, la composición exótica no resolvía todas las incógnitas, y el equipo empezó a considerar otra posibilidad: que TOI-561 b estuviera envuelto por una atmósfera espesa. La idea resulta llamativa porque los modelos indican que los planetas pequeños sometidos durante miles de millones de años a una irradiación tan intensa deberían haber perdido sus gases hace tiempo. NASA recuerda, sin embargo, que algunos mundos de este tipo muestran señales de que no son simples rocas desnudas. Ese matiz abrió la puerta a pensar que la baja densidad podría deberse, en parte, a un volumen inflado por una capa sustancial de gases.

Toi 561 B 1

Para poner a prueba la idea de una atmósfera densa, el equipo recurrió a una técnica que el James Webb ha utilizado en otros mundos rocosos: medir la desaparición de parte del brillo infrarrojo cuando el planeta pasa detrás de su estrella. Con el espectrógrafo NIRSpec, los investigadores estimaron la temperatura del hemisferio iluminado y la compararon con la que cabría esperar para una superficie sin gases que distribuyan el calor. Si TOI-561 b fuera una roca desnuda, su temperatura rondaría los 2.700 ºC. Sin embargo, las observaciones situaron ese valor cerca de los 1.800 ºC, una diferencia demasiado grande para pasar por alto.

La temperatura inesperadamente baja adquiere sentido si TOI-561 b está envuelto por una atmósfera densa y llena de volátiles. En ese caso, los vientos transportarían el calor del hemisferio iluminado hacia zonas menos calientes, lo que reduciría la emisión infrarroja que recibe el telescopio. También entran en juego gases capaces de absorber parte de la radiación antes de que escape al espacio, algo que coincide con los modelos evaluados por el equipo. Incluso es posible que existan nubes de silicatos que reflejen la luz de la estrella y contribuyan a enfriar las capas superiores de la atmósfera.

Toi 561 B 2

Para explicar cómo TOI-561 b mantiene una atmósfera tan resistente, los investigadores proponen un mecanismo en el que el magma y los gases están en constante intercambio. Tim Lichtenberg señala que, a medida que el interior libera compuestos volátiles hacia la atmósfera, el océano de roca fundida vuelve a capturar parte de ellos, lo que reduce la pérdida hacia el espacio. Este proceso requiere un planeta excepcionalmente rico en sustancias volátiles, muy distinto a la Tierra en su composición inicial. En palabras de Lichtenberg, sería “como una bola de lava húmeda”, una descripción que resume bien la naturaleza extrema del hallazgo.

Las observaciones que han permitido reconstruir este escenario forman parte del programa General Observers 3860 del James Webb. Durante más de 37 horas, el telescopio siguió de manera continua el sistema mientras TOI-561 b completaba casi cuatro órbitas enteras, un registro que ofrece una visión excepcional de cómo varía su brillo a lo largo del recorrido. Con ese volumen de datos, el equipo está analizando ahora cómo cambia la temperatura alrededor del planeta y qué pistas aporta sobre la composición de su atmósfera. Este conjunto de datos, todavía en análisis, apunta a un mundo más complejo de lo que se intuía en las primeras observaciones.

El caso de TOI-561 b demuestra que incluso los mundos más extremos pueden guardar sorpresas. Lejos de ser una simple roca abrasada, las observaciones del Webb describen un sistema dinámico en el que el magma, la atmósfera y la radiación estelar interactúan de maneras que aún no comprendemos del todo. Como señala Johanna Teske, “Lo realmente emocionante es que este nuevo conjunto de datos está abriendo todavía más preguntas de las que está respondiendo”. La investigación continúa, y cada nuevo análisis parece confirmar que este planeta pertenece a una categoría que apenas estamos empezando a conocer.

Imágenes artísticas | NASA 

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Hay un montón de gente yendo a las bibliotecas a buscar libros que no existen: se los inventó una IA

Hay un montón de gente yendo a las bibliotecas a buscar libros que no existen: se los inventó una IA

El contenido basura hecho con IA está colándose en todos los rincones de internet: está arruinando la autenticidad de Etsy, la Wikipedia, nos confunde al buscar piso en Idealista y por supuesto plaga las redes sociales. El 'slop' de la IA está llegando al mundo real, concretamente a las bibliotecas.

Qué está pasando. Lo cuentan en Scientific American. Hay personas acudiendo a bibliotecas y archivos en busca de libros o artículos científicos que no aparecen por ningún sitio por una razón: no existen. Cruz Roja Internacional ha alertado de la situación y responsabiliza a herramientas de IA como Gemini, ChatGPT o Copilot. Aseguran que "Estos sistemas no realizan investigaciones, verifican fuentes ni cotejan información. Generan nuevos contenidos basándose en patrones estadísticos y, por lo tanto, pueden producir resultados inventados".

Bibliotecarios hartos. La directora de investigación de la biblioteca de Virginia estima que al menos un 15% de las consultas que reciben a través del correo son sobre documentos y trabajos generados por ChatGPT y herramientas similares. "Para nuestro personal, es mucho más difícil demostrar que no existe un registro único", asegura. Una usuaria de Bluesky relata una experiencia similar cuando un estudiante le pidió que encontrara una serie de referencias. Tras un rato buscando sin éxito, le preguntó al estudiante de dónde había obtenido la lista y confesó que venía de los resúmenes de IA de Google.

Las citas inventadas no son algo que empezara a suceder antes de ayer, en 2023 ya había discusiones al respecto. La Universidad de Seattle detectó que muchas veces es muy complicado verificar estas citas inventadas. El motivo es que la IA suele dar títulos de revistas o libros que existen, pero lo que no existe es el capítulo o número donde se encuentra la información. Lo que hace es mezclar información para que parezca convincente, cuando en realidad es un callejón sin salida.

La IA y los libros. Las referencias inventadas no son el único problema, hay bibliotecarios que también critican los libros creados enteramente con IA por ser "increíblemente malos" y recientemente hemos conocido el caso de Corea del Sur y el fracaso estrepitoso de su programa de libros escolares hechos con IA

Por otro lado tenemos el problema del copyright. Igual que con obras de arte, los libros también han sido usados para entrenar la IA sin compensar a sus autores. Un grupo de autores demandó a Anthropic por este motivo, pero el juez falló a favor de la empresa.

Papers sobre IA, hechos con IA. En un artículo de Futurism contaban que una consecuencia del slop de la IA es que los propios papers que investigan la IA están hechos con IA. Se estima que la cantidad de papers sobre IA se ha duplicado en los últimos años y revistas como NeurIPS han tenido que pedir ayuda a estudiantes de doctorado para que les ayuden a revisarlos. Hay un caso concreto de un investigador llamado Kevin Zhu que ha participado en más de 100 papers en un año, una cifra desorbitada para los expertos. Para sorpresa de nadie, muchos de estos papers son un auténtico desastre lleno de citas inventadas, errores flagrantes y a veces texto oculto para manipular los propios sistemas de revisión.

Alucinaciones. Que la IA se invente cosas es bastante habitual, son lo en la jerga de la IA se conoce como alucinaciones y uno de los puntos débiles de los modelos de lenguaje; los avances son enormes, pero la realidad es que aún no podemos fiarnos de la IA y es necesario comprobar la información. Las alucinaciones suelen ser el motivo por el que pillan a quienes usan la IA en sus trabajos, como la consultora Deloitte, que entregó un informe al gobierno australiano que contenía referencias a informes totalmente inventados

Imagen | Cottonbro studio, Pexels 

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Nunca más se podrá ver: ya sabemos cuándo el cometa interestelar 3I/ATLAS estará más cerca de la Tierra y así puedes intentar verlo

Nunca más se podrá ver: ya sabemos cuándo el cometa interestelar 3I/ATLAS estará más cerca de la Tierra y así puedes intentar verlo

Uno de los grandes protagonistas que tenemos en el cielo ahora mismo es el cometa 3I/ATLAS que ha recibido la atención tanto de la ciencia como de los aficionados a todo lo que nos rodea más allá de la atmósfera. Y es que lo que hace que este cometa sea muy interesante precisamente es su origen que no pertenece a nuestro entorno y también a que tras su paso nunca volverá. Esto hace que verlo desde la Tierra sea algo único y que nunca nadie más podrá volver a repetir. 

Cada vez más cerca. Ahora mismo estamos a las puertas de su momento cumbre con nosotros: su máxima aproximación a la Tierra ocurrirá la próxima semana, y esto hace que mucha gente quiera tener una idea de cómo ser testigo de su paso. La cita será el próximo 19 de diciembre

Una trayectoria imposible. Para entender qué estamos viendo, hay que mirar atrás un par de meses. Los cálculos orbitales situaron a este cometa en su punto más cercano al Sol a finales del pasado octubre, pasando ligeramente por el interior de la órbita de Marte. Y aquí fue donde tuvimos el primer gran encuentro. 

El pasado 2 de octubre, la cámara HiRISE a bordo de la Mars Reconnaissance Orbiter (MRO) logró fotografiar al cometa desde una distancia de unos 30 millones de kilómetros. No es habitual que tengamos "ojos" en otro planeta vigilando cometas, pero la geometría fue perfecta para captarlo y visualizarlo. Y todas estas imágenes, han sido fundamentales para saber exactamente cómo y cuándo llegará a nuestro entorno. 

Cómo y cuando. La fecha que hay que marcar en el calendario es el 19 de diciembre de 2025. Un viernes que será histórico puesto que será el momento en el que el 3I/ATLAS realice su máxima aproximación a la Tierra al estar a una distancia de 270 millones de kilómetros. Algo que le quita cualquier tipo de riesgo de que impacte con el planeta. 

No sirven los ojos. Levantar la vista y ver el cometa no será algo posible, sino que hará falta estar mínimamente equipado puesto que no cuenta con colas de colores ni nada parecido. Es por ello que se necesitará tener un telescopio de mediano o gran calibre que sea capaz de captar mucha luz. 

Todo esto acompañado de cielos oscuros, ya que la contaminación lumínica de las ciudades hace imposible su detección debido a su bajo brillo. Además, es importante tener las herramientas como aplicaciones para el móvil que nos puede orientar hacia donde apuntar con el objetivo de saber dónde lo veremos. Aunque también es importante contar con la información de la NASA sobre su ubicación. 

Los mejores sitios. En el hemisferio norte, que es donde nos encontramos, el cometa será visible antes del amanecer. Pero para ello será necesario encontrar también los mejores sitios con cielos oscuros y sin contaminación lumínica. 

De manera tradicional en España podemos tener diferentes sitios característicos como por ejemplo el observatorio del Teide o sierras que sean muy elevados como en los Pirineos para estar en las condiciones óptimas para verlo. Igualmente, el seguimiento online a través de los grandes centros de observación también puede ser una opción en el caso de no disponer del equipo o de la ubicación adecuada. 

Imágenes | ESA

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La noticia Nunca más se podrá ver: ya sabemos cuándo el cometa interestelar 3I/ATLAS estará más cerca de la Tierra y así puedes intentar verlo fue publicada originalmente en Xataka por José A. Lizana .

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Una pequeña mutación que podría cambiar la agricultura para siempre

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Los guisantes, los frijoles y el trébol comparten un superpoder que los diferencia del maíz, el trigo y el arroz: no dependen de fertilizantes nitrogenados para crecer. Esta capacidad les permite formar alianzas naturales con bacterias capaces de transformar el nitrógeno del aire en un nutriente aprovechable para la planta. Hasta ahora, esta simbiosis parecía reservada para unas pocas especies. Sin embargo, un reciente hallazgo en la Universidad de Aarhus apunta a que ese límite podría desaparecer.

El interruptor biológico del éxito

Investigadores daneses descubrieron que la clave para esta relación simbiótica no se encuentra en mecanismos complejos o estructuras especializadas, sino en un pequeño fragmento de una proteína presente en las raíces. Esa proteína actúa como un receptor que interpreta las señales químicas de los microorganismos del suelo. Puede sonar como ciencia ficción, pero al modificar solo dos aminoácidos dentro de esta proteína, los científicos lograron que una planta normalmente defensiva aceptara cooperar con bacterias fijadoras de nitrógeno.

Este descubrimiento, liderado por los profesores Kasper Røjkjær Andersen y Simona Radutoiu, demuestra que basta una pequeña alteración para que una planta cambie su comportamiento radicalmente. Si antes el receptor actuaba como una alarma ante presencias externas, ahora puede funcionar como una invitación a colaborar.

Simbiosis o defensa: una decisión molecular

Las plantas se enfrentan cada día a un dilema: permitir la entrada de microorganismos o bloquearlos para evitar infecciones. La decisión se basa en señales químicas captadas por receptores en la superficie celular. Algunas bacterias son claramente perjudiciales y desencadenan respuestas inmunes, pero otras, como las que fijan nitrógeno, solo buscan asociarse en beneficio mutuo.

En las leguminosas, esta cooperación es natural. Las bacterias entran en las raíces, se alojan en estructuras llamadas nódulos, y desde allí transforman el nitrógeno atmosférico en compuestos que la planta puede absorber. La investigación de Aarhus identifica una región específica en el receptor de raíz, bautizada como Symbiosis Determinant 1, que actúa como un interruptor entre la defensa y la colaboración. Modificando este pequeño tramo, se puede reprogramar la respuesta de la planta.

Primeros éxitos en cebada

Para probar su teoría, el equipo comenzó trabajando con Lotus japonicus, una planta modelo usada en investigaciones de simbiosis vegetal. Al comprobar que el cambio funcionaba, dieron el siguiente paso: aplicar la misma modificación en cebada, un cereal que normalmente no tiene esta capacidad simbiótica.

El resultado fue positivo. La cebada modificada respondió favorablemente a las bacterias fijadoras de nitrógeno, mostrando que es posible extender esta función a cultivos que hoy dependen de fertilizantes. Aunque los experimentos están en fase temprana, la posibilidad de adaptar este mecanismo a otros cereales como el trigo, el maíz o el arroz está sobre la mesa.

Implicaciones agrícolas y climáticas

El uso de fertilizantes nitrogenados representa un enorme gasto energético y ambiental. Producirlos consume cerca del 2% de la energía mundial, y su uso excesivo contribuye a la emisión de gases de efecto invernadero y a la contaminación de acuíferos.

Imaginar un sistema agrícola donde los cultivos generen su propio nitrógeno cambiaría las reglas del juego. Menos fertilizante implica menores costes, menos contaminación y un paso importante hacia una agricultura más sostenible.

Aún hay piezas por descubrir. Esta mutación no es el único requisito para que un cereal establezca simbiosis completa con bacterias. Como lo indica la propia Radutoiu, aún se deben identificar otros «ingredientes» genéticos que hacen posible la simbiosis completa.

Horizonte para los supercultivos

Este descubrimiento se publica en la revista Nature, respaldado por una amplia colaboración científica. No es una promesa vacía ni un experimento aislado, sino un paso sólido dentro de una línea de investigación activa desde hace décadas. La idea de transferir capacidades simbióticas a los grandes cultivos no es nueva, pero este hallazgo ofrece una vía clara y realista para lograrlo.

Estamos ante un cambio de paradigma. Si antes la agricultura moderna dependía del aporte externo de nutrientes, ahora la biotecnología abre la puerta a cultivos que autogestionen su nutrición, con beneficios tanto económicos como ecológicos.

Este avance también podría tener impacto en regiones donde el acceso a fertilizantes es limitado, mejorando la productividad sin aumentar la dependencia de insumos industriales.


La noticia Una pequeña mutación que podría cambiar la agricultura para siempre fue publicada originalmente en Wwwhatsnew.com por Natalia Polo.
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Un nuevo camino para controlar la glucosa sin pinchazos ni sensores invasivos

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Controlar la glucosa en sangre es una tarea cotidiana para millones de personas con diabetes. A pesar de los avances en sensores subcutáneos que ofrecen mediciones continuas, muchos pacientes siguen dependiendo del clásico pinchazo en el dedo para obtener datos fiables. Sin embargo, una reciente investigación del MIT podría marcar un antes y un después en este ámbito.

Un equipo de ingenieros del MIT ha desarrollado una tecnología que permite medir los niveles de glucosa sin perforar la piel, utilizando espectroscopía Raman y luz infrarroja cercana. Este método promete evitar tanto los pinchazos dolorosos como los efectos secundarios de los sensores subcutáneos, como la irritación cutánea o la necesidad de reemplazo frecuente.

Cómo funciona la espectroscopía Raman en la piel

La clave del dispositivo radica en una técnica conocida como espectroscopía Raman, que analiza cómo se dispersa la luz al interactuar con los componentes químicos de los tejidos. Al dirigir un haz de luz infrarroja sobre la piel, el dispositivo recoge el «eco molecular» que permite identificar la concentración de glucosa de forma indirecta pero precisa.

Durante años, esta tecnología presentaba limitaciones: la señal específica de la glucosa quedaba oculta entre muchas otras señales provenientes de los diferentes componentes del tejido humano. Pero el equipo del MIT encontró una forma de filtrar las interferencias, iluminando la piel desde un ángulo diferente al que se usa para recoger la luz reflejada. Esta simple variación logró amplificar la señal relevante y reducir el ruido.

De un laboratorio a la vida real

El primer prototipo desarrollado era del tamaño de una impresora de escritorio, pero la versión presentada recientemente es más compacta, comparable a una caja de zapatos. Esta reducción de tamaño se logró gracias a una estrategia inteligente: en lugar de capturar el espectro completo (con más de mil bandas de información), los investigadores seleccionaron solo tres bandas clave, suficientes para calcular el nivel de glucosa con precisión.

Este enfoque no solo optimiza el análisis, sino que abarata los costos y permite fabricar dispositivos más pequeños. Al centrarse solo en la información esencial, se reduce la complejidad técnica y se allana el camino hacia un producto comercial viable.

Resultados prometedores en pruebas clínicas

El equipo del MIT probó este dispositivo en un voluntario sano, quien se sometió a una sesión de cuatro horas en la que se midieron sus niveles de glucosa cada cinco minutos. Durante el experimento, el voluntario ingirió bebidas con glucosa para provocar subidas controladas en los niveles sanguíneos. Los resultados obtenidos con el nuevo dispositivo fueron comparables con los de dos monitores comerciales invasivos utilizados al mismo tiempo.

Cada lectura tomaba poco más de 30 segundos y no requería ningún contacto directo con el interior del cuerpo. Esta combinación de rapidez, comodidad y precisión representa una mejora significativa respecto a los métodos actuales.

Hacia un futuro más cómodo y accesible

Desde la realización del estudio, los investigadores han dado un paso más al desarrollar una versión portátil similar a un teléfono móvil, que ya está siendo probada como monitor continuo en voluntarios sanos y prediabéticos. El siguiente objetivo es hacerla aún más pequeña, hasta alcanzar el tamaño de un reloj de pulsera.

Además del reto técnico, el equipo está evaluando cómo asegurar la precisión del dispositivo en diferentes tipos de piel. La diversidad de tonos y texturas representa un desafío adicional que deberá superarse antes de una adopción masiva.

Un cambio de paradigma en el control de la diabetes

Para muchas personas, la rutina de medirse la glucosa implica un dilema: o enfrentan el dolor y la incomodidad del pinchazo, o confían en sensores que, si bien continuos, tienen sus propias limitaciones. El nuevo enfoque del MIT podría ofrecer una tercera vía: una tecnología precisa, no invasiva y fácil de usar, que mejore la calidad de vida y fomente un seguimiento más constante y eficaz de la diabetes.

Este proyecto cuenta con el respaldo de instituciones como los Institutos Nacionales de Salud (NIH), la agencia surcoreana TIPAs y la empresa Apollon Inc. Si las siguientes etapas clínicas confirman su eficacia en pacientes diabéticos, podríamos estar ante una solución que, sin dramatismos, transforme de forma tangible la forma en que se gestiona una de las enfermedades crónicas más comunes del mundo.


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