27 de mayo de 2025

Robots con emociones: Intempus quiere que las máquinas también sientan

De la fábrica a la empatía: el camino de Teddy Warner

Teddy Warner, con solo 19 años, está al frente de Intempus. Su historia está marcada por la cercanía con la industria: creció en un taller de maquinaria y desde joven se interesó por la robótica. Tras pasar por el laboratorio de investigación en IA Midjourney, donde exploraban modelos de inteligencia artificial que entienden el mundo más allá de simples relaciones causa-efecto, Warner llegó a una conclusión clave: los robots no entienden el contexto espacial y emocional como lo hacen los seres vivos.

¿La razón? Les falta una pieza fundamental del rompecabezas cognitivo: ese paso intermedio entre observar y actuar que, en los humanos, se llama estado fisiológico.

El paso B: dotar a las máquinas de un cuerpo que sienta

Mientras los robots suelen funcionar con un esquema directo de «ver y hacer», los humanos pasan primero por una etapa de procesamiento interno: nuestra fisiología reacciona. Se nos acelera el corazón, sudamos, cambiamos nuestra postura. Este «paso B» afecta nuestras decisiones y comunica mucho más de lo que imaginamos.

Intempus quiere integrar esa capa de información corporal a los robots. El objetivo no es que finjan estar tristes o alegres, sino que sus movimientos reflejen un estado interno similar al humano, permitiendo que las personas interpreten sus intenciones de forma instintiva, como lo hacemos con otros humanos, o incluso con mascotas.

Sudor, pulso y temperatura: datos que hablan

Para lograrlo, Warner empezó a investigar con datos de resonancia magnética funcional (fMRI), pero pronto descubrió que no era el camino más práctico. Entonces probó con sensores de sudor, como los de un detector de mentiras. La sorpresa fue que, con solo esta señal, pudo entrenar un modelo capaz de asociar estados emocionales a un robot. A partir de ahí, sumó más indicadores: temperatura corporal, frecuencia cardíaca y fotopletismografía, una técnica que mide los cambios de volumen sanguíneo en la piel.

En palabras simples, es como si Warner hubiera creado un termómetro emocional para robots, basado en datos físicos humanos. Esos datos luego se usan para modificar los movimientos cinéticos de las máquinas: su postura, la velocidad con la que giran, su nivel de energía al desplazarse.

Aplicaciones reales: más que una curiosidad tecnológica

Este desarrollo no es solo una excentricidad para darle carisma a los androides. Tiene aplicaciones muy concretas:

  • Seguridad en entornos industriales: si un robot puede comunicar con su cuerpo que va a hacer un movimiento rápido o potencialmente peligroso, los humanos podrán anticiparse mejor.
  • Interacción natural: en el comercio o la atención al cliente, un robot que proyecta calma o urgencia puede facilitar la comunicación.
  • Entrenamiento de modelos de IA: al incluir estas respuestas fisiológicas simuladas, los modelos pueden aprender de forma más realista sobre cómo los seres vivos toman decisiones.

De la investigación al mercado

Intempus nació en septiembre de 2024 y sus primeros meses fueron 100% de investigación. Hoy ya tiene acuerdos con siete socios del sector de la robótica industrial, y forma parte del prestigioso programa Thiel Fellowship, que ofrece apoyo económico a jóvenes emprendedores dispuestos a dejar la universidad para desarrollar sus proyectos.

Warner, hasta ahora el único miembro del equipo, se prepara para escalar. El siguiente paso es probar sus sistemas directamente con usuarios, observando si realmente logran esa conexión intuitiva entre humano y máquina.

¿El futuro? Quizá construir sus propios robots desde cero

Por el momento, Intempus se centra en adaptar robots ya existentes, pero Warner no descarta fabricar sus propios modelos en el futuro. Imagina un ecosistema donde los robots no solo hablen o actúen de forma programada, sino que también «se sientan vivos» en su lenguaje corporal.

«Si alguien entra en una sala y percibe que un robot está alegre sin que nadie se lo diga, sabré que hemos hecho bien nuestro trabajo», afirma Warner. Y no lo dice desde la fantasía: su plan es demostrar esta capacidad en un plazo de seis meses.

Robótica con cuerpo y alma

La propuesta de Intempus no se trata de que las máquinas sientan en el sentido humano, sino de que simulen estados fisiológicos para generar una comunicación más fluida y comprensible. Como cuando un perro baja las orejas y uno intuye que está nervioso, estos robots podrían ayudarnos a interactuar sin depender de comandos ni interfaces.

Es un paso importante hacia una tecnología más cercana, más intuitiva y menos alienante.


La noticia Robots con emociones: Intempus quiere que las máquinas también sientan fue publicada originalmente en Wwwhatsnew.com por Natalia Polo.


☞ El artículo completo original de Natalia Polo lo puedes ver aquí

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