9 de agosto de 2025

A la caza de 31/Atlas

El planteamiento de Loeb se apoya en varios puntos: el brillo observado es inusualmente alto para un cometa de este tamaño; la supuesta “cola” no se comporta como se espera, apareciendo en la parte frontal en lugar de la trasera; y su trayectoria parece alineada de forma sospechosamente precisa con el plano del sistema solar. Si a esto se añade que la probabilidad de que un objeto tan grande pase por aquí por azar es bajísima, el resultado es un cóctel perfecto para la especulación.

El problema es que, como tantas veces ocurre, la física y la logística tienen la mala costumbre de pinchar globos. Lanzar una sonda desde la Tierra para interceptar un objeto que se mueve a esa velocidad es inviable. La alternativa que propone Loeb es aprovechar una nave ya en el espacio: la sonda Juno, actualmente orbitando Júpiter, cuya misión está programada para finalizar en septiembre de 2025. La idea sería redirigirla para que se cruce con 3I/ATLAS cuando este pase cerca del planeta.

Sobre el papel suena a película de Hollywood: Juno, veterana de mil sobrevuelos jovianos, salta de su órbita para perseguir al misterioso visitante. En la práctica, la cosa es menos épica: habría que calcular si la nave dispone de combustible suficiente, evaluar el estado de su motor principal (que ya ha mostrado problemas) y garantizar que sus instrumentos pueden funcionar en un entorno muy distinto al que fue diseñada para estudiar. Además, un cambio de misión así no se aprueba de un día para otro; requiere estudios técnicos, presupuesto y, sobre todo, que NASA considere que merece la pena.

Algunos políticos, como la congresista Anna Paulina Luna, han mostrado entusiasmo por la idea, proponiendo incluso prolongar la misión hasta 2026 y asignar fondos adicionales. Pero otros científicos advierten que, sin datos claros que apunten a algo verdaderamente extraordinario, gastar tiempo y recursos en esta persecución podría ser más un gesto simbólico que un avance real.

Que un objeto sea raro no lo convierte automáticamente en una nave alienígena. La ausencia de cola puede deberse a la geometría de observación, a una baja producción de polvo o a factores térmicos. La alineación orbital puede ser fruto de sesgo observacional: detectamos mejor lo que pasa cerca del plano del sistema solar porque es donde miramos más. 3I/ATLAS es fascinante y vale la pena estudiarlo, pero quizá no necesitemos imaginar una civilización extraterrestre para explicar su visita.



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