Los titulares han volado tan rápido como las balas: «Mata a su vecina porque era un alien». En algunas versiones, incluso se añade que venía una nave a recogerla. El suceso, ocurrido el 23 de julio en Windom (Minnesota), ha sido pasto de titulares fáciles y de alguna que otra página de misterios que no ha querido desaprovechar la oportunidad de convertir un crimen en un expediente X. Pero los hechos, como siempre, son menos espectaculares y más preocupantes.
Esa madrugada, alrededor de las 5:19 a. m., la policía del condado de Cottonwood recibió una llamada alertando de un tiroteo. Una mujer de 70 años, Kathryn Voelker, había sido alcanzada por varios disparos. Falleció más tarde en el hospital. Poco después, los agentes localizaron a un hombre, Jamie Voelker, de 38 años, escondido en el cuarto de baño de una vivienda cercana. Lo detuvieron y trasladaron al hospital, y posteriormente fue ingresado en prisión.
Hasta aquí, un crimen más, trágico y absurdo. Pero lo que ha dado alas a la imaginación colectiva es el contenido del atestado: un testigo declaró que el presunto asesino afirmaba que su vecina era «un alien» y que en ocasiones venía una nave a su casa. Según recoge la denuncia penal, esos comentarios se hicieron poco antes del tiroteo. La policía, sin embargo, no ha respaldado en ningún momento esas afirmaciones como si fuesen indicio de nada más allá del estado mental del sospechoso. No hay ningún rastro de nave, ni de extraterrestres, ni de tecnología zeta-reticuliana en Windom. Solo una víctima, una pistola, y una serie de decisiones trágicas.
El detenido ha sido imputado por dos variantes del delito de asesinato en segundo grado: una por homicidio intencionado sin premeditación, y otra por homicidio no intencionado cometido durante la comisión de otro delito. Esto no es irrelevante: algunos medios y comentaristas han querido presentar el episodio como una alucinación inocente, pero la fiscalía considera que hubo intención, aunque no planificación. La primera comparecencia judicial está prevista para el 8 de agosto.
Otro punto llamativo, y que ha dado pie a especulaciones aún más absurdas, es que ambos compartían apellido: Voelker. Algunos han deducido que se trataba de madre e hijo, pero los medios locales, que han tenido acceso a fuentes oficiales, solo se refieren a ella como «su vecina». No hay confirmación pública de parentesco, por lo que cualquier afirmación en ese sentido es, por ahora, gratuita.
El caso recuerda a otros episodios en los que personas en estados alterados de conciencia, ya sea por trastornos mentales o por consumo de sustancias, cometen actos violentos bajo creencias delirantes. Lo grave no es que alguien diga que su vecina es un alien; lo grave es que alguien tenga acceso a un arma y actúe de forma irreversible movido por una construcción interna desvinculada de la realidad. Confundir eso con «pruebas» de vida extraterrestre es, además de un insulto a la víctima, una forma especialmente retorcida de desinformar.
Por ahora, el proceso judicial dirimirá la responsabilidad penal del acusado, y eventualmente se evaluará su estado mental, si así lo solicita la defensa. Pero lo que ya podemos afirmar con certeza es que este caso no demuestra nada sobre OVNIs, naves ni visitas interplanetarias. Solo demuestra que la desinformación, como las balas, puede hacer daño si no se maneja con cuidado.
La próxima vez que leas un titular del tipo «matan a un alien» o «vecina reptil asesinada en Minnesota», recuerda este nombre: Kathryn Voelker. Era una persona. No un alien.
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