20 de agosto de 2025

Stonehenge: ciencia, ritual y geología tras el misterio megalítico

Este diseño sugiere una función ceremonial ligada a los ciclos estacionales, pero no necesariamente una herramienta de cálculo precisa. A diferencia de un reloj suizo, Stonehenge podría haber actuado como un reloj simbólico, orientando rituales y celebraciones más que midiendo el tiempo con exactitud.

El ciclo lunar también ha cobrado relevancia en los últimos años, especialmente con el regreso del «gran ciclo lunar» entre 2024 y 2025, un fenómeno que ocurre cada 18,6 años. Durante este período, las observaciones de investigadores como Clive Ruggles sugieren que ciertas piedras, las Station Stones, podrían estar alineadas con posiciones lunares extremas. Aunque esta hipótesis se maneja con cautela, abre una nueva línea de interpretación.

Más controvertida es la propuesta del arqueólogo Tim Darvill, quien en 2022 sugirió que la estructura representa un calendario solar de 365,25 días, con bloques que simbolizan semanas de 10 días y meses de 30. Aunque interesante desde el punto de vista numérico, esta idea ha sido criticada como una proyección moderna sobre un contexto prehistórico que probablemente operaba con lógicas distintas.

Funerales, ancestros y peregrinaciones: el Stonehenge de los vivos y los muertos

Las excavaciones lideradas por Mike Parker Pearson cambiaron de forma decisiva nuestra comprensión de Stonehenge como un simple observatorio. Los restos hallados en su interior, cremaciones cuidadosamente enterradas, muestran que este fue también un lugar funerario de élite. Análisis de isótopos revelan que muchos de estos individuos provenían de regiones lejanas como el oeste de Gales, lo que sugiere una dimensión de peregrinaje y prestigio asociada al monumento.

A pocos kilómetros, en Durrington Walls, se han encontrado los restos de grandes festines y ocupaciones estacionales, donde animales eran sacrificados y consumidos en rituales comunitarios. Muchos arqueólogos interpretan este sitio como el «mundo de los vivos», en contraposición al Stonehenge fúngido como «mundo de los muertos». Ambos espacios estarían conectados por un corredor ceremonial y el río Avon, creando una geografía del tránsito entre la vida y la muerte.

La celebración del solsticio de invierno, más que el de verano, podría haber tenido una carga simbólica más intensa para las sociedades neolíticas. El final del ciclo solar, la oscuridad y el renacer podían relacionarse con los rituales de paso y la memoria de los ancestros. En ese contexto, las piedras no solo marcaban el cielo, sino también los momentos del alma.

De Gales a Escocia: el viaje de las piedras

Comprender el origen de las piedras de Stonehenge nos acerca a las capacidades logísticas y los propósitos sociales de quienes lo construyeron. Los sarsens, las piedras más grandes, han sido rastreadas hasta West Woods, en Wiltshire, a unos 25 kilómetros del sitio. Su composición geoquímica es uniforme, lo que apunta a una extracción deliberada y local, seguida por un traslado planificado, posiblemente con trineos de madera, rodillos y mano de obra organizada.

Las bluestones, en cambio, provienen de mucho más lejos. Procedentes de las colinas de Preseli, en el oeste de Gales, estas piedras presentan una variedad de tipos y tonalidades, y se han hallado canteras antiguas como Carn Goedog y Craig Rhos-y-felin, que aportan evidencia de una extracción dirigida. Su transporte a lo largo de más de 200 kilómetros sugiere un enorme esfuerzo colectivo, quizá con significados más allá de lo funcional: traer piedras de lugares sagrados podría simbolizar alianzas, migraciones o actos de memoria.

En 2024, un nuevo estudio reveló que la Altar Stone, piedra central del monumento, no coincide con las bluestones de Gales. Su composición la vincula con el noreste de Escocia, lo que refuerza la teoría de que Stonehenge fue un proyecto interregional, un santuario que reunió materiales (y probablemente personas) de distintos rincones de Gran Bretaña.

La hipótesis de Waun Mawn, planteada en 2021, sugiere incluso que un antiguo círculo megalítico en Gales fue desmontado y trasladado a Stonehenge, uniendo dos paisajes rituales en una sola narrativa monumental. Aunque esta idea sigue siendo debatida piedra a piedra, ha captado la atención de muchos investigadores.

El eterno debate del hielo

Desde hace décadas, persiste una línea de pensamiento que propone que las bluestones llegaron hasta Salisbury Plain no por humanos, sino arrastradas por glaciares durante la Edad de Hielo. Esta teoría, conocida como «glacial erratic theory», plantea que los constructores simplemente aprovecharon piedras ya depositadas por el hielo.

Sin embargo, esta explicación pierde fuerza frente a las evidencias actuales. No se han encontrado rastros claros de actividad glaciar en la llanura donde se asienta Stonehenge, y la coincidencia entre los tipos de piedra y las canteras excavadas sugiere una selección intencionada. Estudios recientes han reanalizado fragmentos como el «Newall boulder», concluyendo que su origen también se ajusta mejor a un traslado humano que a una dispersión glaciar.

Como en un rompecabezas milenario, cada nuevo hallazgo permite ajustar el encaje de las piezas, y hoy el consenso arqueológico apunta a que las piedras fueron elegidas y transportadas por personas con una logística y motivaciones complejas.

Un retrato actualizado de Stonehenge

A día de hoy, la visión predominante entre arqueólogos e historiadores es que Stonehenge fue un monumento ritual, orientado con fines simbólicos hacia los solsticios, vinculado a la muerte y los ancestros, y fruto de un esfuerzo colectivo que abarca distintos territorios del Reino Unido.

Se mantienen abiertas algunas preguntas, como el grado exacto de conocimiento astronómico de sus constructores o la interpretación precisa de su planta. Sin embargo, lo que parece indiscutible es que se trató de un espacio de gran significado social, donde el cielo, la tierra y la memoria se entrelazaban en un paisaje ceremonial. El misterio de Stonehenge, lejos de disiparse, sigue enriqueciendo su valor cultural y científico.


La noticia Stonehenge: ciencia, ritual y geología tras el misterio megalítico fue publicada originalmente en Wwwhatsnew.com por Natalia Polo.


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