
Nexperia no es un actor menor. Desde su sede en los Países Bajos coordina una red global de más de 12.500 empleados y fabrica miles de millones de componentes cada año para industrias que van del automóvil a la electrónica de consumo. Sus chips, invisibles para la mayoría, forman parte del tejido técnico que sostiene buena parte de la economía digital. Esa escala explica por qué lo que comenzó como una medida nacional ha terminado resonando en un debate global sobre control, dependencia y poder tecnológico.
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La noticia China no se ha quedado de brazos cruzados ante la ofensiva neerlandesa contra Nexperia. El pulso con Europa se recrudece fue publicada originalmente en Xataka por Javier Marquez .
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