
Hay momentos en los que uno se pregunta si la política se ha convertido en una especie de reality show donde gana quien dice la barbaridad más grande. Y luego te encuentras con Lauren Boebert, congresista republicana por Colorado, lanzando su campaña de reelección para 2026 con un email a sus votantes que pregunta directamente: «¿Son reales los extraterrestres?». No es broma. Es el nivel al que hemos llegado.
Los expertos presentes, que incluían a un contralmirante retirado, un ex administrador asociado de la NASA y varios especialistas en el tema UAP (como ahora llaman pomposamente a los OVNIs), respondieron todos con un rotundo «no». Ninguno tenía ni idea de qué estaba hablando. Pero Boebert no se rindió. También preguntó sobre bases alienígenas submarinas. Porque claro, si ya vas a preguntar tonterías, ¿por qué no ir a por todas? Los testigos volvieron a decir que no sabían nada de eso tampoco. La respuesta de Boebert fue declarar que «no cejaré hasta que obtengamos esas respuestas para el pueblo americano». Heroico, sin duda.
Ahora, en su email de campaña, Boebert escribe: «Durante décadas, nuestro gobierno ha envuelto la verdad sobre los OVNIs en un velo de secretismo. Extrañas naves han sido vistas surcando nuestros cielos, desafiando las leyes de la física, y sin embargo los burócratas de Washington actúan como si fuéramos demasiado INGENUOS para manejar los hechos». Y continúa con el tono dramático: «Nos dicen que estamos locos, como si no pudiéramos ver estas cosas volando por el aire con nuestros propios ojos. ¡DIGO QUE YA BASTA!». Todo en mayúsculas, porque gritar siempre hace más creíble un argumento.
Un analista político demócrata de Colorado describió esta estrategia como «un grito de auxilio en política». Es una forma elegante de decir que cuando no tienes propuestas serias, siempre puedes recurrir a los alienígenas. Boebert cambió de distrito después de ganar en 2022 por solo 546 votos en su distrito anterior, señal de que su popularidad no estaba exactamente por las nubes. Ahora en el distrito 4 de Colorado ganó con un 54% de los votos en noviembre de 2024, pero claramente necesita algo llamativo para mantener la atención. Y qué mejor que marcianos y conspiraciones gubernamentales.
Lo verdaderamente agotador de todo esto no es que Boebert crea o no en alienígenas. Cada uno es libre de pensar lo que quiera sobre vida extraterrestre. El problema es usar preguntas descabelladas sobre manipulación genética con ADN alienígena como herramienta de recaudación de fondos y estrategia electoral. Es el cinismo político llevado a un nivel casi artístico: buscar el titular más escandaloso, la teoría conspirativa más extravagante, no porque importe realmente, sino porque genera atención, donaciones y votos de un sector de la población que ya no distingue entre información verificable y rumores de internet.
La realidad es que no hay absolutamente ninguna evidencia de que el Departamento de Defensa esté mezclando ADN humano con material genético extraterrestre. No porque sea un secreto bien guardado, sino porque es una idea que viene directamente de programas de radio de madrugada y series de televisión de los años 90. John Lear, un piloto que frecuentaba el programa Coast to Coast AM en los años 80, ya hablaba de teorías similares sobre abducciones alienígenas y experimentación genética. Aquellas historias inspiraron series como Expediente X. Y ahora, décadas después, una congresista estadounidense las está reciclando para financiar su campaña.
El equipo de campaña de Boebert, por cierto, asegura que la estrategia digital «está funcionando extremadamente bien». Probablemente sea cierto. En un mundo donde la atención es la moneda más valiosa, decir algo completamente delirante puede ser más efectivo que proponer políticas serias sobre sanidad, educación o economía. El problema es qué dice eso sobre el estado de la democracia cuando los políticos calculan que es más rentable hablar de bases submarinas alienígenas que de solucionar problemas reales.
Y así estamos. Viendo cómo una representante electa del pueblo americano dedica tiempo del Congreso a preguntar por híbridos humano-alien mientras su equipo manda emails apocalípticos sobre el encubrimiento gubernamental de la verdad extraterrestre. No es que la política se haya vuelto un circo, y no solamente en Estados Unidos. Es que el circo al menos tenía acróbatas con talento. Esto es simplemente agotador.
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