
El Telescopio Espacial James Webb, uno de los instrumentos más avanzados jamás construidos para observar el universo, ha ofrecido una nueva y sorprendente mirada a la Nebulosa de la Araña Roja, revelando detalles que hasta ahora permanecían ocultos a nuestros ojos. La imagen, publicada el 26 de octubre de 2025 por la NASA, muestra una estructura compleja y visualmente impactante que redefine nuestra comprensión de este objeto celeste.
Una nebulosa que parece viva
La imagen capturada con la cámara NIRCam (Near-Infrared Camera), el principal instrumento de Webb para el espectro del infrarrojo cercano, ofrece una paleta de colores donde destacan tonos rojos, azules y violetas. En el centro, un brillo rojizo intenso irradia desde una región cubierta por polvo interestelar, ocultando la estrella que dio origen a la nebulosa.
Lo que más llama la atención en esta nueva imagen es la forma de reloj de arena inclinado, con una especie de letra «S» violeta en el centro y dos lóbulos azules que se extienden diagonalmente hacia los extremos, semejando las patas de una araña en movimiento. Esta forma ha sido posible de identificar gracias a la alta resolución de NIRCam, que permite ver con claridad las estructuras más sutiles de gases y polvo.
El origen de sus formas peculiares
La Nebulosa de la Araña Roja es una nebulosa planetaria, una fase avanzada en la vida de una estrella similar al Sol. Cuando estas estrellas agotan su combustible, expulsan sus capas exteriores al espacio, generando formas nebulosas impulsadas por vientos estelares y radiación intensa. En este caso, los científicos han podido observar por primera vez la extensión total de sus lóbulos, que son grandes burbujas cerradas de gas que se han ido inflando durante miles de años.
Cada uno de estos lóbulos azules se extiende por unos 3 años luz. Para ponerlo en perspectiva, si la luz de una linterna viajara sin obstáculos, tardaría tres años completos en recorrer de punta a punta uno de estos brazos gaseosos. Están compuestos por moléculas de H2 (hidrógeno molecular), que emiten luz detectable en el espectro infrarrojo. Estas emisiones son las que Webb ha captado con una nitidez nunca antes vista.
Por qué es importante esta observación
El nuevo retrato de la Nebulosa de la Araña Roja no es solo una imagen bonita: es una fuente de información valiosa sobre los procesos que ocurren al final de la vida de las estrellas. Observar cómo se distribuyen los gases, cuáles son sus composiciones y cómo interactúan con el entorno permite entender mejor cómo evoluciona el material que, eventualmente, formará parte de nuevas estrellas o planetas.
Gracias a Webb, también es posible estudiar los patrones de simetría y turbulencia dentro de estas estructuras. Las formas de reloj de arena y los lóbulos cerrados sugieren la presencia de procesos dinámicos muy energéticos en el interior de la nebulosa, posiblemente relacionados con campos magnéticos o la interacción con otra estrella cercana.
Una herramienta que cambia las reglas del juego
El Telescopio Espacial James Webb está cumpliendo con creces su promesa de ofrecer una visión sin precedentes del universo. Su capacidad para ver en el infrarrojo cercano permite atravesar nubes de polvo que otros telescopios no pueden penetrar, revelando la verdadera estructura de muchos objetos astronómicos.
En el caso de la Nebulosa de la Araña Roja, esta capacidad ha permitido observar detalles que estaban completamente ocultos incluso para telescopios tan potentes como el Hubble. Mientras que Hubble nos daba una vista espectacular pero parcial, Webb nos ofrece el cuadro completo, permitiendo a los astrónomos reconstruir el rompecabezas completo de su formación y evolución.
Una ventana a nuestro propio futuro
Observar nebulosas planetarias como esta no solo sirve para entender el universo lejano, sino también para vislumbrar lo que podría ocurrirle a nuestro propio Sol dentro de miles de millones de años. La Nebulosa de la Araña Roja es un ejemplo de lo que sucede cuando una estrella como la nuestra llega al final de su vida: se convierte en un objeto hermoso, complejo y energético, cuyos remanentes enriquecerán el cosmos con nuevos elementos.
Esto convierte al Webb no solo en una máquina para mirar el pasado, sino también en una herramienta para imaginar el futuro de nuestro vecindario cósmico. Con cada imagen como esta, no solo estamos viendo más lejos: también estamos entendiendo mejor nuestro lugar en el universo.
☞ El artículo completo original de Natalia Polo lo puedes ver aquí
