
Un equipo internacional de científicos ha logrado un avance significativo en el desarrollo de una vacuna más sencilla y efectiva contra la viruela del mono (mpox), gracias al uso de inteligencia artificial. A diferencia de los métodos tradicionales, que emplean virus atenuados completos y requieren procesos complejos y costosos de producción, este nuevo enfoque se centra en una única proteína viral identificada mediante modelos de IA, lo que simplifica enormemente el proceso.
Este descubrimiento es resultado de una colaboración entre la Universidad de Texas en Austin y la Fondazione Biotecnopolo di Siena, en Italia. El hallazgo, publicado en Science Translational Medicine, representa un cambio de paradigma en cómo se identifican los componentes clave de un virus para estimular una respuesta inmune eficaz.
El papel de AlphaFold 3 en la detección del objetivo viral
Para encontrar el blanco adecuado, los científicos utilizaron AlphaFold 3, un modelo de inteligencia artificial desarrollado por DeepMind, que permite predecir la estructura tridimensional de las proteínas con gran precisión. En este caso, AlphaFold fue esencial para identificar cuál de las 35 proteínas superficiales del virus MPXV era reconocida por los anticuerpos humanos más eficaces.
La proteína destacada se llama OPG153, y hasta ahora había sido completamente ignorada como posible candidata para vacunas o terapias. Sin embargo, los análisis computacionales revelaron una fuerte probabilidad de que varios anticuerpos neutralizantes se unieran precisamente a esta proteína. Las pruebas en laboratorio confirmaron esta predicción, marcando un antes y un después en la investigación contra los poxvirus.
Anticuerpos humanos como punto de partida
El equipo adoptó un enfoque conocido como vacunología inversa. En lugar de comenzar con el virus y buscar formas de atacarlo, los investigadores partieron de personas que ya habían superado la infección o recibido la vacuna. A partir de sus muestras de sangre, identificaron 12 anticuerpos capaces de neutralizar el virus, pero aún no se conocía a qué estructura viral se unían exactamente.
Aquí es donde la inteligencia artificial se convierte en un catalizador clave. Gracias a AlphaFold, los científicos pudieron emparejar los anticuerpos con su antígeno correspondiente, y esto condujo directamente a OPG153. Una vez localizada la proteína, se sintetizó y se inyectó en ratones de laboratorio, que generaron una fuerte respuesta inmune, similar a la que se esperaría con una vacuna tradicional.
Implicaciones para la viruela y otras amenazas
El virus de la viruela del mono comparte muchas similitudes estructurales con el de la viruela humana, una enfermedad erradicada pero que sigue siendo objeto de vigilancia por su potencial uso en bioterrorismo. La posibilidad de diseñar vacunas y tratamientos basados en un fragmento preciso como OPG153 abre la puerta a soluciones más seguras, accesibles y escalables frente a ambos virus.
El profesor Jason McLellan, de la Universidad de Texas y uno de los líderes del estudio, subraya la importancia de este descubrimiento: «Sin inteligencia artificial, habríamos tardado años en identificar esta proteína. Nadie la había considerado antes como objetivo de anticuerpos neutralizantes».
Vacunas más simples y económicas
Las vacunas actuales contra la viruela del mono derivan de versiones modificadas de virus completos, lo que implica condiciones estrictas de fabricación y conservación. En cambio, una vacuna basada únicamente en la proteína OPG153 tendría ventajas logísticas considerables: sería más fácil de producir, almacenar y distribuir, especialmente en regiones donde el acceso a vacunas sigue siendo limitado.
Los próximos pasos incluyen el perfeccionamiento de la estructura de la proteína para maximizar la producción de anticuerpos y futuras pruebas clínicas en humanos. Si los resultados se confirman, podríamos estar ante una nueva generación de vacunas que no solo protejan contra la viruela del mono, sino que también sirvan de modelo para combatir otras enfermedades virales emergentes.
Un avance respaldado por patentes y colaboración internacional
La relevancia del hallazgo se refleja también en el ámbito legal y comercial. Tanto la Universidad de Texas como la Fondazione Biotecnopolo di Siena han presentado solicitudes de patente relacionadas con el uso de la proteína OPG153 y los anticuerpos derivados de ella. Esto indica una clara intención de avanzar hacia aplicaciones prácticas y productos médicos viables.
Este tipo de cooperación entre instituciones académicas, organismos de salud y modelos de inteligencia artificial está marcando una nueva era en el desarrollo de vacunas. Así como un chef puede perfeccionar una receta utilizando solo los ingredientes esenciales, los científicos ahora pueden diseñar inmunizaciones más precisas con componentes mínimos pero altamente efectivos.
☞ El artículo completo original de Natalia Polo lo puedes ver aquí
