
En un avance prometedor, un equipo de investigadores ha logrado rejuvenecer células T envejecidas en ratones mediante una combinación de tres mensajeros de ARN (ARNm), abriendo la puerta a nuevas formas de fortalecer el sistema inmunitario en personas mayores. El hallazgo, publicado en Nature y presentado en la reunión anual de la Sociedad Americana de Hematología, plantea un escenario esperanzador para mejorar la eficacia de vacunas y terapias contra el cáncer en la población de edad avanzada.
El declive del sistema inmunitario con la edad
A medida que envejecemos, el sistema inmunitario pierde eficacia, y una de las razones principales es la decadencia funcional de las células T, responsables de coordinar la respuesta inmunitaria y eliminar células infectadas o cancerosas. No solo disminuye su número, sino también su capacidad para actuar con precisión frente a amenazas. Esta degradación explica por qué las vacunas tienden a ser menos efectivas en personas mayores y por qué ciertos tratamientos inmunoterápicos no generan los mismos resultados que en pacientes jóvenes.
Uno de los factores biológicos clave en este proceso es la degeneración del timo, la glándula donde maduran las células T. Con el paso del tiempo, el timo se reduce y es reemplazado por tejido graso, lo que limita la generación de nuevas células. A pesar de los intentos por revertir esta condición mediante tratamientos hormonales y otras drogas, los resultados han sido poco alentadores.
Una estrategia indirecta, pero efectiva: apuntar al hígado
Frente a la dificultad de restaurar el timo, los investigadores liderados por Mirco Friedrich, del Centro Alemán de Investigación del Cáncer en Heidelberg, optaron por una vía menos obvia: en lugar de intervenir directamente en el timo, enviaron la terapia al hígado. Esta decisión se basó en un principio fisiológico: la sangre, cargada de células T, pasa constantemente por el hígado, lo que convierte a este órgano en una suerte de «estación de servicio» celular, ideal para influir en estas células sin interferir con su lugar de origen.
La terapia consistió en la administración dos veces por semana de un cóctel de tres ARNm diferentes, diseñados para activar vías moleculares que se deterioran con la edad. Para desarrollar esta estrategia, los científicos analizaron detalladamente cómo cambiaban los patrones de actividad génica en las células T a lo largo de la vida del ratón, desde el nacimiento hasta los 20 meses, etapa que se considera avanzada para estos animales.
Resultados positivos en la respuesta inmunitaria
Tras aplicar el tratamiento, los ratones de edad avanzada mostraron una mejora significativa en la respuesta inmunitaria, tanto frente a vacunas como ante terapias inmunológicas contra el cáncer. Las células T recuperaron parte de su capacidad para reconocer y atacar patógenos o células malignas, comportamiento más propio de organismos jóvenes. Esta restauración funcional sugiere que no es necesario reemplazar completamente las células deterioradas, sino que es posible reactivar sus mecanismos internos dormidos o apagados por el envejecimiento.
Este hallazgo podría tener implicaciones profundas en el tratamiento de enfermedades relacionadas con la edad. Una de las más importantes es la llamada «inflamación crónica de bajo grado», un estado constante y silencioso de activación inmunitaria que está asociado a patologías como la arteriosclerosis, el alzhéimer y algunos tipos de cáncer. Si las células T pueden rejuvenecerse, también podría disminuirse esta inflamación constante.
Repercusiones futuras y precaución
Aunque los resultados en ratones son alentadores, el salto a humanos requiere una validación extensa. El sistema inmunitario humano es más complejo y está influido por muchos factores externos, desde la microbiota intestinal hasta el estilo de vida. Sin embargo, este estudio allana el camino hacia nuevas aproximaciones terapéuticas basadas en ARNm, una tecnología que ya ha demostrado su eficacia en vacunas como las de la COVID-19.
Una analogía simple podría ayudar a entender el impacto de esta investigación: si imaginamos al sistema inmunitario como un ejército, las células T serían los soldados veteranos, agotados por años de combate. La terapia con ARNm no crea nuevos reclutas, sino que logra que estos soldados recuperen energía, memoria y agudeza, sin necesidad de reemplazarlos. Esto, en términos terapéuticos, representa una economía biológica de gran valor.
Las implicaciones prácticas podrían ser amplias: mejor respuesta a las vacunas en adultos mayores, inmunoterapia contra el cáncer más efectiva en pacientes de edad avanzada y tal vez, en el futuro, intervenciones preventivas para retardar el envejecimiento del sistema inmunitario.
☞ El artículo completo original de Natalia Polo lo puedes ver aquí
