En el futuro, la aplicación de grafeno blanco en la producción de novedosos dispositivos podría ser un auténtico avance tecnológico. Y es que su uso evitaría la oxidación de estos productos, ya que logra resistir temperaturas elevadísimas.
El grafeno blanco es una de las grandes promesas de los nuevos materiales para la próxima década. A pesar de no presentar ni un átomo de carbono, el nitruro de boro, como se conoce químicamente a este compuesto, presenta propiedades fascinantes.
Como ya os contamos en ALT1040 en mayo, las primeras investigaciones sobre el grafeno blanco apuntaban a que podría ser utilizado para evitar la contaminación por solventes orgánicos, tales como el aceite, el petróleo o un gran número de colorantes usados en la industria química.
Aquella investigación publicada en Nature Communications refrendaba muchas de las propiedades únicas y distintivas del grafeno blanco. Entre otras, se encontraban el tener una conductividad térmica alta, la fotoluminiscencia, el ser inerte químicamente, su elevada estabilidad y su alta resistencia a la oxidación.
Estas características no se han quedado en papel mojado. A aquel estudio realizado por investigadores franceses, se le suma ahora un trabajo publicado por científicos de Estados Unidos y Singapur, que ha permitido el desarrollo de nanoláminas de grafeno blanco que soportarían temperaturas muy elevadas, en torno a los 1100ºC. La fabricación de estas láminas ultrafinas permitiría proteger otros materiales de posibles oxidaciones y daños bajo estas condiciones térmicas.
Su trabajo permitirá en el futuro diversas aplicaciones industriales, ya que estas nanoláminas podrían ser usadas como recubrimiento de productos que tuvieran que soportar temperaturas tan elevadas. El grafeno blanco sería el primer material en ser usado bajo estas condiciones, y ayudaría a evitar los perjuicios y problemas asociados a los procesos de oxidación que se dan ante tales temperaturas.
Aunque inicialmente se consideraba que el grafeno blanco podría ser usado únicamente en dispositivos electrónicos o fotónicos, lo cierto es que esta investigación, también publicada en Nature Communications, abriría la puerta al escalado de este material en productos de mayor tamaño.
La técnica utilizada para construir estas nanoláminas de grafeno blanco ha sido la deposición química de vapor, un proceso usado para producir productos de alta pureza y de alto rendimiento de materiales sólidos, como en el caso del depósito de la fibra de carbono o el silicio, y la fabricación de diamantes sintéticos.
Un trabajo sin duda muy interesante desde la perspectiva industrial y que vuelve a demostrar cómo la investigación básica puede tener múltiples aplicaciones en la vida real. Quizás el grafeno blanco, primo hermano del archiconocido grafeno, juegue un papel fundamental en las innovaciones tecnológicas del futuro.
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