Durante los próximos meses veremos una enorme cantidad de recursos que prometen identificar si un texto ha sido generado por IA o no, y es importante tener una cosa bien clara cuando lo leamos: no es posible hac erlo.
Lo que si podemos hacer es usar el sentido común:
– Si un alumno siempre ha escrito con un estilo, con alguna que otra falta de ortografía, y sin usar comas y puntos a la perfección, lo seguirá haciendo así durante cierto tiempo. Si un buen día presenta un texto «perfecto», sospecha.
– Si un texto termina con: «En Resumen», y abundan los «Además», sospecha, a ChatGPT le encanta eso.
– Si un texto, como este, tiene una lista, sospecha, a ChatGPT le encantan las listas, aunque siempre se le puede decir algo como «dime lo mismo pero sin usar listas», por lo que tampoco hay garantía de nada.
El caso es que es imposible determinar si algo ha sido creado por IA o no, y seguirá siendo imposible, ya que hay mucha gente que escribe de forma natural con el mismo estilo que ChatGPT (por poner un ejemplo). Ni siquiera la empresa responsable por ChatGPT, OpenAI, es capaz de crear un detector fiable, por lo que no caigas en la tentación de pagar una suscripción a un «detector de plagio AI«, porque estarás tirando el dinero.
Lo ideal será tener a ChatGPT o a Bard como compañeros de nuestro día a día, igual que conseguimos tener a Internet como una aliada hace más de 20 años, aunque eso es algo que costará mucho sudor y lágrimas.
☞ El artículo completo original de Juan Diego Polo lo puedes ver aquí
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