Suena a delirio kafkiano, pero si dentro de unos siglos un europeo se da un paseo por las calles de Tokio o cualquier otra ciudad de Japón es probable que todos los buzones de correos muestren el mismo nombre: Sr. o Sra. Sato-san. Igual ocurrirá con las camisetas de su selección de fútbol, los carteles de despachos de abogados y médicos, las tarjetas con las que se presentan los empresarios o los carteles de los negocios familiares. Mire donde mire, se encontrará con las mismas cuatro letras: S-a-t-o, el apellido que compartirá todo, absolutamente todo el país.
Así lo sugieren al menos las matemáticas.
Señor y Señora Sato. Sato es —junto con Suzuki, Takahashi y Tanaka— el apellido más popular en Japón. Se calcula que en 2008 lo usaban casi dos millones de personas, lo que equivale al 1,6% de su población. No es una huella demasiado grande si la comparamos con la que tienen los García en España, donde hay cerca de 1,44 millones de personas que comparten ese apellido, el 3% del censo patrio; pero en el país del Sol naciente manejan ya simulaciones que muestran que Sato seguirá creciendo de forma exponencial a lo largo de las próximas décadas hasta eclipsar a las otras decenas de miles de apellidos nipones. Tan apabullante y sorprendente es el proceso que ya tiene su propio nombre: Sato-ización.
Cuestión de números. En colaboración con Think Name Project, el profesor Hiroshi Yoshida, de la Universidad de Tohoku, ha tirado de calculadora y realizado algunas cuentas que ayudan a entender mejor la huella actual y sobre todo futura del apellido. El punto de partida es que Sato era en marzo de 2023 el más común del país asiático, con una pegada del 1,529%, y que su proporción creció a lo largo del último año con datos disponibles —entre 2022 y 2023— 1,0083 veces.
2531, el año Sato. Con esos datos sobre la mesa Yoshida trazó una simulación matemática que muestra que en 2446 responderían a la llamada de Sato alrededor del 50% de los japoneses. Si se prologan los cálculos el porcentaje ya se situaría en el 100% en 2531. El propio Yoshida reconoce que sus proyecciones son únicamente eso, cálculos matemáticos que se apoyan en datos y suposiciones, como que la tasa de crecimiento anual se mantendrá constante a lo largo de las próximas décadas e incluso siglos; pero reivindica la utilidad de su análisis para entender cuál puede ser el futuro de Japón si no se replantea el sistema para asignar apellidos.
Jugando con escenarios. Yoshida también ha valorado otros escenarios, como qué ocurriría si se cambiase el sistema japonés que rige los apellidos y ahora obliga a las parejas a compartir uno tras pasar por el altar. El investigador se planteó por ejemplo qué sucedería si se permitiese a los cónyuges usar dos nombres separados. Y sus resultados son llamativos. En ese caso la huella de los Sato sería muchísimo más pequeña: en 2531 representarían "apenas" el 7,96% de la población frente al 100% que alcanzaría ese mismo año si las parejas siguen compartiendo apellido.
Bajar marchas sí; frenar, no. Lo más curioso no es la abrumadora diferencia entre ambos porcentajes, sino que —incluso en el caso de que los novios japoneses pudiesen mantener sus apellidos tras pasar por el altar— el proceso de Sato-ización de Japón seguiría imparable. Más despacio, cierto; pero sin pausa.
Yoshida calcula que aún así en 3310 prácticamente todos los japoneses responderían a las llamadas de Sr. y Sr.a Sato-san. El cambio en la legislación solo serviría por lo tanto para retrasar lo inevitable unos 750 años, aunque para 3310 las proyecciones muestran que la población del país asiático —inmerso en una alarmante crisis demográfica— habría descendido de forma alarmante.
El motivo es muy sencillo. Y vuelve a responder a estudios, extrapolaciones y algunos supuestos. El profesor se basó en una investigación realizada en 2022 por la Confederación de Sindicatos de Japón que muestra que el 39,9% de los solteros encuestados se mostraban partidarios de que las parejas casadas compartieran el mismo apellido. Aún en el caso de poder optar a conservar los suyos de forma separada. El análisis se hizo, eso sí, con una muestra limitada: mil personas.
Pero… ¿De dónde sale el estudio? La pregunta es interesante porque el estudio parece tener un propósito muy claro: caldear el debate sobre el sistema de apellidos nipón. Además del profesor Yoshida, de la Universidad de Tohoku, detrás tiene el Think Name Project, que lo lanzó justo el 1 de abril, conocido en el mundo angloparlante como April Fool´s Day, o "día de las bromas". La elección parece deliberada para ganar precisamente visibilidad mediática y aprovecharse del tono provocador de la jornada, como deja ver en el propio comunicad o en el que el Think Name Project desgrana las conclusiones del estudio de Yoshida.
"La acción '#2531 Sato-san Problem' se desarrolla junto con empresas y socios colaboradores como un proyecto de concienciación aprovechando el Día de los Inocentes, el 1 de abril. Para ello se emplean resultados de una simulación basada en estadísticas, que muestra que en 2531 todos se apellidarán Sato, apoyándose en las tendencias actuales de los apellidos en Japón", recoge la nota. ¿Significa eso que el estudio demográfico es una invención o pura fantasía? No.
Los cálculos y el informe de Yoshida, que datan de finales del mes pasado, están colgados en la web de Think Name y de él se han hecho eco medios como Japan Times, Nikkei, Le Parisien o The Telegraph, que lo han publicado pasado ya el 1 de abril como un estudio convencional. Incluso el diario The Guardian reconoce que en un primer momento hubo usuarios en redes sociales que asumieron "erróneamente" que el análisis de Yoshida era una inocentada.
De leyes y sencillez. Si bien el estudio es un ejercicio matemático, una simulación basada en datos y supuestos, su trasfondo va mucho más allá. Su propósito es retratar una peculiaridad de la administración nipona, como subraya Think Name: que tras pasar por el altar los cónyuges deban compartir un mismo apellido, lo que en el 95% de los casos supone que sean la mujeres las que adoptan el de sus maridos. "Se ha planteado la hipótesis de que, si sigue el sistema actual, los 130.000 tipos diferentes de apellidos disminuirán gradualmente y acabarán convirtiéndose en un único apellido", advierten los impulsores del análisis.
"Cada apellido tiene una historia familiar y valor como símbolo cultural. Si se pierde, su historia también desparecerá", advierte el profesor Yoshida. Eso sin contar con los quebraderos de cabeza que supondría tener un país donde todos, absolutamente todos sus habitantes, comparten un mismo apellido.
"Si todo el mundo se convierte en Sato es posible que tengamos que dirigirnos entre nosotros por nuestro nombre o por números", especula el experto antes de reconocer. "No creo que ese sea un buen mundo en el que vivir".
Imagen | Jezael Melgoza (Unsplash)
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La noticia El gran desafío demográfico de Japón se llama "Sato-ización": en 2531 todos sus habitantes se apellidarán igual fue publicada originalmente en Xataka por Carlos Prego .
☞ El artículo completo original de Carlos Prego lo puedes ver aquí
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