"Las sequías meteorológicas no han mostrado cambios sustanciales a escala global en, al menos, los últimos 120 años". En 2022, mientras elaboraban proyecciones sobre las sequía en el antropoceno, un equipo de investigación franco-español llegó a esta conclusión. Los datos estaban claros y, sin embargo, nada lo estaba.
Porque frente la evidencia de que la severidad de las sequías ha incrementado es tan firme como la anterior. ¿Qué estaba pasando aquí?
¿De dónde sale el problema del sudeste? Desde hace años, los informes de la la Estación Experimental de Zonas Áridas del CSIC nos llevan avisando de que amplias zonas del sudeste corren un riesgo cierto de degradarse completamente. Los datos lo corroboran: mientras, entre 2000 y 2010, la zona de degradación activa representaba un 1% del territorio español; entre 2020 y 2020, la zona creció hasta un 3% y todo parecía indicar que llegaríamos al final de la década de 2020 por encima del 5%.
Es decir, tenemos un problema de desertificación: no sólo estamos perdiendo suelos fértiles a marchas forzadas, no solo se está destruyendo la cubierta vegetal, se está erosionando la tierra y se está sufriendo un enorme estrés hídrico; también estamos viendo cómo los ecosistemas están perdiendo la capacidad para autorregularse.
No es algo específicamente nuestro... Según las estimaciones del Mecanismo Mundial de la UNCCD (el organismo internacional encargado de la lucha contra la desertificación), durante las primeras dos décadas del siglo se perdieron 24 mil millones de toneladas de suelo fértil al año en todo el mundo. Es decir, se ha perdido el equivalente al tamaño de toda la superficie agrícola de Estados Unidos.
...pero sí que nos afecta especialmente. Porque España tiene regiones con una enorme "susceptibilidad climática a la desertificación": casi el 100% del territorio murciano está en esa situación. De la mismo forma que lo está el 95% del de Castilla-La Mancha y el 90% del de Extremadura.
Entonces... ¿Qué es lo que está ocurriendo? Como recordaban estos días en El Sudeste a Secas, la clave del problema está en la "demanda evaporativa atmosférica" (AED). Es decir, la capacidad de la atmósfera para extraer la humedad del suelo.
La AED "ha aumentado drásticamente debido al calentamiento global" y provoca que se agraven "las sequías agrícolas y ecológicas, incluso en zonas con pocas alteraciones en la precipitación".
En nuestro caso, un aumento de la AED impactaría "directamente en la evaporación de suelos, los embalses y en el estrés hídrico de cultivos". Sobre todo, en lugares donde el deshielo no puede contrarrestar los efectos de la sequía.
Aprender a mirar desde el cambio climático. Porque, al fin y al cabo, lo que empezamos a ver es que, en un contexto de cambio climático, incluso "lo mismo de siempre" puede generar resultados muy distintos. Muy muy distintos.
Imagen | Copernicus / Dietmar Reichle
En Xataka | España lleva años coqueteando con un desastre que en 2024 parece inevitable: "el año de la sequía"
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La noticia Desde hace años, los científicos están tratando de entender por qué las sequías tienen un impacto tan distinto. Empezamos a tener la clave fue publicada originalmente en Xataka por Javier Jiménez .
☞ El artículo completo original de Javier Jiménez lo puedes ver aquí
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