4 de abril de 2025

China avanza en los implantes cerebrales y pone presión sobre Neuralink

¿Qué son los interfaces cerebro-computadora?

Antes de sumergirnos en esta nueva rivalidad internacional, conviene entender de qué hablamos cuando nos referimos a interfaces cerebro-computadora (BCI por sus siglas en inglés). Se trata de dispositivos que permiten a una persona comunicarse con una máquina utilizando únicamente la actividad de su cerebro.

Piénsalo como un traductor entre tu mente y una computadora. El dispositivo detecta las señales eléctricas que genera tu cerebro cuando piensas en hacer una acción, como mover una mano, y las transforma en comandos que una máquina puede entender. Es una tecnología con enorme potencial, especialmente para personas con discapacidades físicas, como la parálisis.

Neuralink: un comienzo prometedor, pero lento

Neuralink, la empresa fundada por Elon Musk en 2016, ha estado trabajando durante años en este tipo de tecnología. Su enfoque se basa en un implante invasivo, es decir, el chip se introduce directamente en el cerebro. Este método busca obtener señales más claras y precisas, aunque conlleva mayores riesgos quirúrgicos.

En 2024, Neuralink sorprendió al mundo con su primer paciente: Noland Arbaugh, un joven cuadripléjico que logró volver a usar su computadora e incluso jugar videojuegos, todo con el poder de su mente. Un avance real y conmovedor. Sin embargo, hasta ahora Neuralink solo ha implantado su chip en tres personas.

La respuesta china: NeuCyber y el proyecto Beinao No.1

Mientras tanto, en China, la empresa NeuCyber NeuroTech, en colaboración con el Instituto Chino para la Investigación del Cerebro, está avanzando a paso firme. Su chip, llamado Beinao No.1, es semi-invasivo: no se introduce en el cerebro, sino que se coloca sobre su superficie. Este método es más seguro, aunque capta señales con menor resolución.

A pesar de eso, los resultados son alentadores. En una demostración reciente, pacientes con parálisis usaron el chip para controlar un brazo robótico y ver reflejados sus pensamientos en una pantalla. De momento, tres pacientes han sido implantados, igualando a Neuralink, pero el plan es llegar a diez este año y a cincuenta para 2026.

Apoyo estatal: el factor diferencial de China

Una de las grandes diferencias entre los proyectos en EE.UU. y China es el respaldo gubernamental. El Ministerio de Industria y Tecnología de la Información de China ha declarado públicamente su intención de impulsar esta tecnología como un sector estratégico. Están apostando fuerte por chips cerebrales, modelos neuronales artificiales y aplicaciones médicas y comerciales.

Incluso ya existe una categoría oficial en el sistema sanitario chino para facturar estos implantes, algo impensado en la mayoría de los países. Este tipo de impulso top-down, típico de economías centralizadas, permite a China avanzar con rapidez cuando decide apostar por una tecnología.

Musk y las barreras regulatorias

En contraste, Neuralink ha tenido que enfrentar una montaña de trámites y regulaciones en Estados Unidos, lo cual ha ralentizado sus avances. Si bien Elon Musk ha sabido abrir camino en sectores complicados como los coches eléctricos y la inteligencia artificial, esta vez no tiene el campo libre.

Sin embargo, las cosas podrían cambiar. Musk mantiene una relación cercana con el actual gobierno estadounidense, encabezado por Donald Trump, y los recortes recientes en agencias reguladoras como la FDA podrían allanar el camino para futuros desarrollos de Neuralink.

Otros actores entran en escena

No solo China representa competencia para Neuralink. En EE.UU., la empresa Synchron, con el respaldo de pesos pesados como Jeff Bezos y Bill Gates, ha logrado implantar su propia tecnología en diez pacientes. Su aproximación también es semi-invasiva, buscando un equilibrio entre seguridad y funcionalidad.

Es decir, estamos frente a una competencia abierta, con diferentes enfoques y estrategias, donde nadie tiene la victoria asegurada aún.

¿Qué futuro nos espera con los implantes cerebrales?

La visión a largo plazo de Elon Musk va mucho más allá de ayudar a personas con movilidad reducida. Su objetivo es crear una especie de «fusión» entre humanos y máquinas, permitiendo mejoras cognitivas como una memoria expandida, o la posibilidad de aprender nuevas habilidades como si descargáramos una app.

Aquí es donde entra xAI, la empresa de inteligencia artificial de Musk, que podría servir como base para procesar y amplificar las señales cerebrales. ¿Imaginas poder aprender un idioma nuevo en cuestión de minutos o controlar un vehículo solo con pensarlo?

Claro que estas ideas suenan deslumbrantes, pero también plantean interrogantes éticos importantes. ¿Quién controla los datos cerebrales? ¿Podrían usarse para vigilar o manipular a las personas? En el caso de China, el temor al uso estatal de esta información es muy real, especialmente en contextos autoritarios donde la privacidad individual ya es limitada.

Entre la ciencia y la ética

Más allá de la carrera tecnológica, hay un debate profundo que aún no se ha resuelto. ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a permitir que se interfiera con el cerebro humano? ¿Qué significa mejorar nuestras capacidades a través de un chip? ¿Y cómo garantizamos que este tipo de avances no aumenten aún más las desigualdades sociales?

Como ocurre con muchas tecnologías emergentes, la clave estará en encontrar un equilibrio entre innovación y protección de derechos. Mientras tanto, empresas como Neuralink, NeuCyber y Synchron siguen experimentando y aprendiendo con cada paciente, acercándonos paso a paso a una nueva era de interacción humano-máquina.


La noticia China avanza en los implantes cerebrales y pone presión sobre Neuralink fue publicada originalmente en Wwwhatsnew.com por Natalia Polo.


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