20 de abril de 2025

El juicio contra Google por monopolio publicitario inquieta a Mozilla y pone en juego el futuro de la web abierta

Una de las primeras en reaccionar fue Mozilla, conocida por su navegador Firefox y su compromiso con una web más privada y descentralizada. Su directora ejecutiva, Laura Chambers, expresó su preocupación por las posibles consecuencias de las medidas que el Departamento de Justicia de Estados Unidos podría imponer como parte de las soluciones (remedios) al caso.

¿Qué significa realmente este fallo?

Para entender la magnitud del asunto, pensemos en la publicidad digital como una gran autopista por la que circulan anuncios de todo tipo. Google no solo construyó una gran parte de esa autopista, sino que también controla los peajes, las normas de circulación y hasta los vehículos que transitan por ella. Esta posición dominante le ha permitido obtener enormes beneficios y decidir qué anuncios se ven, cuándo y cómo.

La justicia estadounidense ha concluido que Google mantuvo esta situación de privilegio no por méritos técnicos o por la preferencia de los usuarios, sino por acciones deliberadas para bloquear o reducir la competencia.

Ahora bien, si se decide aplicar sanciones estructurales —como obligar a Google a vender partes de su negocio publicitario o a modificar drásticamente su modelo—, estas medidas podrían transformar la forma en que funciona internet.

Mozilla: una pieza clave que podría caer

Lo que más inquieta a Mozilla no es tanto que Google pierda parte de su poder, sino que las medidas correctivas que se plantean para aumentar la competencia en las búsquedas puedan tener efectos colaterales sobre los navegadores independientes como Firefox.

Mozilla teme que el enfoque de las autoridades esté tan centrado en diversificar el mercado de buscadores —es decir, reducir el dominio de Google Search— que termine descuidando un componente igual de crucial: los motores de navegador.

¿Qué es un motor de navegador?

Cada navegador web funciona gracias a un motor que interpreta el código de las páginas y las muestra en pantalla. Hay tres grandes motores en uso hoy en día:

  • Blink, utilizado por Google Chrome, Microsoft Edge y otros navegadores basados en Chromium.
  • WebKit, que es el corazón de Safari (Apple).
  • Gecko, que impulsa Firefox y representa el único motor de navegador independiente de las grandes tecnológicas.

Si Gecko desaparece, también se extinguiría la diversidad tecnológica en los navegadores, ya que todos estarían controlados por las mismas empresas que dominan otros sectores digitales. Esto equivaldría a que todas las marcas de coches usaran el mismo motor, fabricado por una sola compañía. No habría espacio para la innovación, ni para modelos que prioricen la privacidad o el código abierto.

Un delicado equilibrio entre competencia y supervivencia

Chambers lo plantea con claridad: “Si el Departamento de Justicia realmente quiere mejorar la competencia, no puede arreglar un problema creando otro”. En otras palabras, no se puede corregir el dominio de Google en las búsquedas sacrificando la supervivencia de navegadores que ofrecen una experiencia distinta.

Firefox ha sido durante años una alternativa enfocada en la privacidad del usuario, el respeto por los estándares abiertos y la transparencia en el desarrollo. Pero mantener un navegador es caro y complejo, y Mozilla ha dependido en gran medida de un acuerdo comercial con Google, que paga por ser el buscador predeterminado en Firefox.

Una reestructuración forzada del ecosistema podría poner en peligro este acuerdo o dificultar la viabilidad económica de Mozilla.

La paradoja de la regulación

Este caso expone una paradoja recurrente en el mundo tecnológico: las regulaciones que buscan limitar a los gigantes muchas veces terminan afectando a los más pequeños. No por malicia, sino por un enfoque poco integral que no contempla todos los engranajes del sistema.

Mozilla está pidiendo que, al diseñar los remedios del juicio, las autoridades consideren no solo el mercado de búsqueda, sino también el de los navegadores y sus motores. Porque lo que está en juego no es solo el modelo de negocio de una empresa, sino el futuro de la web como espacio libre, diverso y accesible.

¿Qué puede pasar ahora?

Google ya ha anunciado que apelará la sentencia, lo que podría dilatar el proceso durante meses, o incluso años. Mientras tanto, se espera una audiencia clave en la que se debatirán las posibles medidas correctivas.

Estas son algunas de las opciones sobre la mesa:

  • División estructural: Obligar a Google a separar sus divisiones de publicidad y búsqueda.
  • Prohibiciones contractuales: Impedir acuerdos de exclusividad con fabricantes de dispositivos o desarrolladores de navegadores.
  • Requisitos de interoperabilidad: Obligar a Google a compartir datos y herramientas con competidores más pequeños.

Cualquiera de estas soluciones tendrá efectos colaterales. Lo que Mozilla pide es que se haga un análisis amplio que incluya los impactos en la competencia entre navegadores, y no solo en los buscadores.

Por qué debería importarnos como usuarios

Puede que como usuarios no sintamos el impacto de estos juicios de forma inmediata. Pero las decisiones que se tomen hoy afectarán a cómo accedemos a la información, qué opciones tenemos para navegar y quién decide qué contenido se nos muestra.

Si solo existen motores de navegador controlados por Google o Apple, el diseño y funcionamiento de la web podría adaptarse a sus intereses comerciales, dejando de lado valores como la privacidad, la accesibilidad o la innovación independiente.

Defender la existencia de navegadores como Firefox es, en el fondo, defender el derecho a elegir y a tener una internet plural, donde diferentes voces puedan desarrollarse sin depender de los dictados de un puñado de empresas.




☞ El artículo completo original de Natalia Polo lo puedes ver aquí

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