Pero, ¿de qué estamos hablando exactamente cuando se menciona algo tan ambicioso como alterar las leyes fundamentales del universo? Vamos a desmenuzarlo con calma y sentido común.
Tecnología, física y realidades paralelas
Antes de imaginar un DeLorean impulsado por plutonio surcando la autopista del tiempo, es importante aterrizar los conceptos. En física, manipular el tiempo y el espacio implica alterar dimensiones que, hasta ahora, se consideran inmutables dentro de nuestro marco de realidad. Incluso los científicos más avanzados del mundo apenas han logrado pequeñas alteraciones del espacio-tiempo en condiciones extremadamente controladas, como ocurre con los experimentos sobre ondas gravitacionales.
Cuando Kratsios menciona esta capacidad, probablemente no se refiere a algo literal, sino a una metáfora sobre el potencial transformador de la tecnología. Sin embargo, el problema surge cuando este tipo de declaraciones se usan para justificar políticas públicas sin sustento científico.
¿Innovación sin límites o discurso sin fundamentos?
La frase de Kratsios apareció en el contexto de un llamado a eliminar regulaciones gubernamentales, especialmente aquellas que afectan al sector tecnológico. Según él, “el mayor obstáculo para lograr energía ilimitada en el país es un sistema regulador contrario a la innovación”.
Pero esta narrativa tiene varios puntos débiles. Por un lado, no se especifica qué tecnologías concretas permiten manipular el tiempo y el espacio. Por otro, el mismo gobierno que promueve este “avance sin límites” ha propuesto recortes significativos en áreas clave como la ciencia, el medio ambiente y la exploración espacial.
Un ejemplo claro: el presupuesto presentado por la administración de Donald Trump plantea recortes de hasta un 50% en el presupuesto científico de la NASA. Esto ha sido calificado por expertos como un “evento de extinción” para la investigación espacial. ¿Cómo se puede impulsar una supuesta era dorada de la ciencia si se le quita el oxígeno financiero a los principales organismos encargados de desarrollarla?
Innovar no significa destruir el marco regulatorio
Es cierto que algunas regulaciones pueden volverse obsoletas o limitar innecesariamente el progreso. Pero eliminar las normas que protegen la salud pública, el medio ambiente y la equidad digital no es sinónimo de innovación, sino de riesgo.
Un caso alarmante: casi 70 plantas de energía a carbón han recibido una exención de dos años para evitar reducir sus emisiones contaminantes. Esta decisión favorece una industria en declive, mientras deja de lado el impulso a energías limpias como la solar o la eólica, que han demostrado ser no solo más sostenibles, sino también económicamente viables.
Hablar de “doblegar el tiempo y el espacio” mientras se apuesta por tecnologías del siglo pasado suena, como mínimo, contradictorio.
El mito del individuo-genio sin obstáculos
Una de las ideas que subyace al discurso de Kratsios es la del “ciudadano innovador” que, sin el peso del Estado encima, puede liberar todo su potencial y crear avances asombrosos. Esta narrativa, aunque inspiradora, ignora la complejidad del ecosistema de innovación.
Los grandes avances tecnológicos no suelen nacer del esfuerzo solitario de un individuo, sino de un trabajo colaborativo, sostenido en el tiempo y apoyado por políticas públicas sólidas. Internet, por ejemplo, nació como un proyecto financiado por el Departamento de Defensa de EE.UU. Lo mismo puede decirse del GPS o de las vacunas de ARN mensajero.
Además, eliminar las regulaciones sin ofrecer garantías sociales (como salud, educación o acceso equitativo a Internet) no empodera a los innovadores; los deja a la deriva en un sistema desigual.
El «frente infinito» necesita más que discursos
La frase final de Kratsios, al hablar de “descubrimientos científicos que doblarán el tiempo y el espacio, harán más con menos y nos llevarán al frente infinito”, suena épica. Pero sin políticas coherentes, inversión estable y respeto por el conocimiento científico, estas palabras son poco más que una fantasía.
Para llegar a ese “frente infinito” no se necesita desmantelar el Estado, sino modernizarlo. Fomentar una colaboración inteligente entre sector público y privado. Financiar investigación de largo plazo. Invertir en educación STEM desde edades tempranas. Y sobre todo, establecer una visión clara y sostenible sobre el futuro.
¿Y si mejor hablamos con seriedad?
No es malo soñar. Las grandes innovaciones comienzan con ideas que antes parecían imposibles. Pero una cosa es imaginar y otra tergiversar conceptos científicos para justificar decisiones políticas que pueden ser perjudiciales.
Decir que “podemos manipular el tiempo y el espacio” puede sonar grandioso en un discurso, pero sin acciones concretas, sin respaldo científico y sin inversión real, es solo una frase vacía. Lo que sí podemos —y debemos— hacer es construir un entorno donde el conocimiento, la sostenibilidad y la equidad sean los pilares de una innovación que sirva a todos.
Porque, al final del día, el progreso no es cuestión de magia ni de promesas grandilocuentes. Es una labor constante, colaborativa y profundamente humana.
☞ El artículo completo original de Natalia Polo lo puedes ver aquí
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