Hasta ahora, la mayor parte de los exoplanetas descubiertos estaban en órbitas más cercanas a sus estrellas. Este hallazgo obliga a replantear varios modelos clásicos de formación planetaria.
La clave está en el microlenteo gravitacional
Para lograr este avance, los astrónomos se apoyaron en el microlenteo gravitacional, una técnica que se podría comparar con observar una farola a través de una gota de agua en movimiento. Si una estrella pasa entre nosotros y otra más lejana, su gravedad actúa como una lente, magnificando la luz de la estrella de fondo. Si ese objeto intermedio tiene un planeta, su influencia produce una pequeña, pero detectable, perturbación en la luz.
Esta técnica, aunque compleja, permite descubrir mundos que otros métodos —como el tránsito o la velocidad radial— suelen pasar por alto, especialmente los que orbitan lejos de sus estrellas. De hecho, gracias al microlenteo se detectó OGLE-2016-BLG-0007, una super-Tierra con el doble de masa que nuestro planeta y una órbita más amplia que la de Saturno.
Nuevos datos, nuevos desafíos para la teoría
Hasta ahora, la formación de planetas gigantes como Júpiter se explicaba principalmente a través del proceso de acreción de gas desbocada. Según este modelo, un núcleo sólido suficientemente grande atrae grandes cantidades de gas antes de que el disco protoplanetario se disperse.
Sin embargo, el descubrimiento de tantas super-Tierras en órbitas distantes sugiere que podrían estar en juego otros mecanismos, como la inestabilidad gravitacional en el disco de formación. Imagínalo como hacer un pastel: en vez de añadir ingredientes poco a poco, el pastel se forma de golpe por un colapso masivo de la mezcla.
Andrew Gould, profesor emérito de la Universidad Estatal de Ohio y coautor del estudio, destacó que «aún no podemos distinguir claramente entre estas dos vías de formación». Lo que sí queda claro es que el universo es mucho más diverso y complejo de lo que nuestras teorías actuales anticipaban.
El papel de la tecnología y la colaboración global
Nada de esto habría sido posible sin la infraestructura tecnológica adecuada. La Red de Telescopios de Microlenteo de Corea cuenta con instalaciones en Sudáfrica, Chile y Australia, permitiendo una observación continua de millones de estrellas.
Detectar un evento de microlenteo ya es un desafío tremendo; encontrar uno que, además, revele la presencia de un planeta, es comparable a buscar una aguja en un pajar mientras el pajar está en movimiento. Cada anómala desviación de luz necesita ser capturada en tiempo real, algo que lograron gracias a sistemas de medición ultraprecisos desarrollados en el Laboratorio de Ciencias de Imagen de la Universidad Estatal de Ohio.
Hasta la fecha, se han descubierto apenas 237 exoplanetas mediante microlenteo, de un total de más de 5,000 detectados por distintos métodos. Aun así, la mejora constante de la tecnología promete que este número crecerá en los próximos años.
Nuevas pistas sobre la evolución planetaria
El estudio no solo amplia el catálogo de exoplanetas conocidos, sino que también ofrece pistas sobre la «arquitectura» de los sistemas planetarios. Los investigadores observaron que los planetas tienden a agruparse según su masa y composición, y que existen vacíos significativos en la distribución de ciertos tipos de mundos.
Por ejemplo, mientras los planetas pequeños son mucho más comunes que los gigantes, dentro de esta tendencia general aparecen áreas con «excesos» y «deficiencias» de planetas de determinadas masas. Entender por qué ocurren estas irregularidades podría ayudar a resolver preguntas fundamentales sobre la formación y evolución de los sistemas planetarios.
Cada planeta descubierto es como una pieza de un gigantesco rompecabezas cósmico. Algunos ayudan a delinear los bordes, otros completan partes del dibujo central. La información obtenida no sólo es valiosa para la astronomía teórica, sino que también tiene implicaciones para la búsqueda de vida fuera de nuestro planeta.
Mirando hacia el futuro
El estudio, publicado en la prestigiosa revista Science, fue posible gracias al apoyo de instituciones como la National Science Foundation, la Universidad de Tsinghua, la Fundación Nacional de Ciencias Naturales de China y el Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica.
La colaboración internacional, sumada al avance de la tecnología de observación, promete una nueva época dorada para el descubrimiento de mundos distantes. Cada nuevo hallazgo no solo enriquece nuestro conocimiento sobre cómo se forman los planetas, sino que también abre nuevas posibilidades para misiones futuras, incluso para la búsqueda de condiciones habitables fuera de la Tierra.
Al igual que una expedición que descubre nuevas islas en un vasto océano inexplorado, cada super-Tierra hallada en una órbita distante nos recuerda que el universo tiene muchos secretos aún por revelar.
☞ El artículo completo original de Natalia Polo lo puedes ver aquí
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