6 de mayo de 2025

Átomos en libertad: cómo MIT logró capturar interacciones cuánticas con una cámara microscópica

Ver lo invisible: una nueva forma de observar átomos

Los átomos son como los protagonistas invisibles de una obra fundamental: forman todo lo que existe, pero escapan a nuestra vista incluso con los microscopios más potentes. Son tan pequeños que un solo cabello humano es millones de veces más ancho. A eso se suma que viven en el extraño mundo de la mecánica cuántica, donde las reglas comunes no aplican: no se puede conocer con precisión su posición y velocidad al mismo tiempo.

Hasta ahora, las técnicas tradicionales como la imagen por absorción solo permitían ver una nube difusa de átomos, sin llegar al detalle individual. Para cambiar esto, el equipo liderado por el físico Martin Zwierlein desarrolló una técnica innovadora llamada microscopía de átomos resueltos, que permite observar a cada átomo como si fuera un punto luminoso en una fotografía.

El truco cuántico: dejar moverse para luego congelar

La clave está en una secuencia precisa y delicada: primero, los átomos se dejan libres dentro de una especie de trampa láser débil. Esto les permite moverse e interactuar de forma natural, como si fueran peces en un estanque. Luego, en el momento justo, se activa una red de luz (llamada retícula óptica) que congela su movimiento. Justo después, un láser cuidadosamente afinado hace que los átomos emitan luz (fluorescencia), revelando sus posiciones exactas.

Zwierlein lo explica con una analogía sencilla: si usáramos una herramienta demasiado intensa, sería como usar un lanzallamas para ver un copo de nieve. Por eso, el proceso se diseñó para ser lo más suave y preciso posible.

Bosones y fermiones: dos comportamientos muy distintos

Esta técnica no solo genera imágenes bonitas, sino que también permite ver fenómenos cuánticos en acción. El equipo capturó imágenes de dos tipos fundamentales de partículas: bosones y fermiones.

Los bosones (como los fotones o las partículas de sodio en este experimento) tienen la extraña propiedad de querer estar juntos. A bajas temperaturas, forman una nube llamada condensado de Bose-Einstein, donde todos los átomos comparten un mismo estado cuántico, como si fueran músicos tocando la misma nota en perfecta sincronía.

En cambio, los fermiones (como ciertos átomos de litio) tienden a evitarse entre sí, siguiendo el principio de exclusión de Pauli. Sin embargo, bajo ciertas condiciones, pueden formar parejas con otros fermiones distintos, algo crucial para entender fenómenos como la superconductividad, donde los electrones se emparejan y se mueven sin resistencia.

Las imágenes obtenidas mostraron con claridad estos patrones: bosones agrupados, fermiones distribuidos y, en algunos casos, fermiones emparejados. Esto no solo confirma predicciones teóricas antiguas como las del físico Louis de Broglie, sino que también da herramientas para explorar estados aún más complejos.

Un vistazo al futuro: explorando los estados cuánticos más exóticos

Con esta herramienta, los científicos planean explorar territorios aún más desconocidos del universo cuántico, como los efectos Hall cuánticos, donde los electrones bajo campos magnéticos forman patrones de comportamiento sumamente extraños y difíciles de describir con fórmulas.

Zwierlein lo resume así: “Hasta ahora, los teóricos solo podían hacer dibujos de estos fenómenos porque no había manera de observarlos. Ahora, podemos comprobar si esos dibujos reflejan algo real”.

Este tipo de observaciones podrían ayudar a mejorar tecnologías emergentes como la computación cuántica, donde entender cómo interactúan las partículas es clave para diseñar procesadores que usen qubits en lugar de bits tradicionales.

¿Por qué importa este avance?



☞ El artículo completo original de Natalia Polo lo puedes ver aquí

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