Qué problema quería resolver el MIT
La captura de carbono no es tan sencilla como podría parecer. Los sistemas actuales se enfrentan a una paradoja química: los materiales que son buenos para atrapar CO2 no son igual de eficaces para liberarlo posteriormente, y viceversa. Esto obliga a elegir entre eficiencia en la captura o facilidad en la liberación, lo que reduce el rendimiento total del proceso.
Además, estas tecnologías suelen emplear absorbentes químicos que pueden ser tóxicos o peligrosos para el medio ambiente. Y por si fuera poco, el coste de capturar una tonelada de CO2 puede superar los 600 dólares, lo que las hace inviables para aplicarse a gran escala.
La solución: membranas de nanofiltración y separación de iones
El equipo del MIT, liderado por el profesor Kripa Varanasi y un grupo de estudiantes de doctorado, ha desarrollado un sistema que optimiza tanto la captura como la liberación de CO2.
Su clave está en separar dos tipos de iones: hidroxilos y carbonatos. Los hidroxilos vuelven al inicio del proceso para capturar más CO2, mientras que los carbonatos se destinan a liberar el CO2 almacenado. Esto evita reacciones inútiles como la formación de agua, que ocurren cuando los protones se combinan con los hidroxilos en lugar de con los carbonatos.
Para lograr esta separación, el sistema utiliza membranas de nanofiltración, una especie de «colador microscópico» que dirige los iones hacia el lugar correcto en el proceso. Este enfoque, según los investigadores, nunca había sido aplicado de esta manera.
Ventajas claras: más velocidad, menos coste, más seguridad
Gracias a este nuevo diseño, el sistema captura CO2 seis veces más rápido que los métodos tradicionales. Y en términos económicos, el coste se reduce en al menos un 20%, pasando de 600 a 450 dólares por tonelada capturada.
Pero más allá del ahorro, hay otro aspecto importante: al hacer el proceso más eficiente, es posible usar químicos más seguros, aunque originalmente fueran menos reactivos. Esto abre la puerta a una captura de carbono más respetuosa con el medio ambiente, algo esencial si se quiere escalar la tecnología sin generar nuevos problemas.
Pensado para operar a gran escala
Uno de los puntos clave de esta investigación es que el diseño fue concebido con la escalabilidad en mente desde el principio. Varanasi lo explica con claridad: para tener un impacto real, es necesario capturar gigatoneladas de CO2, no solo unas cuantas toneladas aquí y allá. Por eso el sistema está diseñado para funcionar incluso cuando varía la concentración de iones, sin perder estabilidad ni eficiencia.
Impacto en el mercado de créditos de carbono
Actualmente, los créditos de carbono se cotizan en torno a los 500 dólares por tonelada. Si el nuevo sistema permite capturar CO2 por 450 dólares o menos, podría facilitar que más empresas inviertan en esta estrategia para compensar sus emisiones. Como señala Simon Rufer, uno de los investigadores, esto podría hacer que el mercado de créditos sea más accesible y atractivo.
Un paso adelante hacia la descarbonización industrial
El objetivo a largo plazo del equipo del MIT no es solo crear una tecnología eficiente, sino ofrecer a la industria herramientas fiables, seguras y asequibles para alcanzar sus metas de descarbonización. Este tipo de soluciones podría jugar un papel clave en sectores difíciles de descarbonizar, como el cemento, el acero o el transporte marítimo.
Una meta compartida
Aunque esta tecnología aún está en fase de investigación, su publicación en la revista ACS Energy Letters y el enfoque integral del equipo del MIT son una muestra del potencial que tiene la ciencia cuando se orienta a resolver problemas concretos.
No se trata de una solución mágica, pero sí de un avance significativo que podría facilitar la adopción de estrategias de captura de carbono más viables y sostenibles.
☞ El artículo completo original de Natalia Polo lo puedes ver aquí
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