3 de junio de 2025

El Sol está acortando la vida de los satélites Starlink: lo que está pasando allá arriba

El ciclo solar y sus efectos sobre los satélites

El Sol no siempre brilla de la misma forma. Cada 11 años, entra en una fase conocida como máximo solar, un período donde su actividad aumenta considerablemente. Durante este tiempo, lanza al espacio enormes cantidades de partículas cargadas, generando tormentas solares que pueden tener efectos tangibles en nuestro planeta y en lo que lo rodea.

Uno de los impactos más curiosos es el que está teniendo sobre la flota de Starlink. Investigadores del centro espacial Goddard de la NASA han detectado que durante estas tormentas, los satélites sufren una especie de «empujón» que acelera su reentrada a la atmósfera terrestre, acortando su vida útil.

Por qué caen antes de tiempo

Imagina que un satélite es como un velero flotando en una atmósfera tenue. Durante una tormenta geomagnética, el Sol calienta las capas altas de la atmósfera terrestre, haciéndolas más densas. Es como si de pronto ese velero tuviera que remar contra una corriente mucho más fuerte. El resultado: pierde altitud más rápido de lo previsto.

Según Denny Oliveira, científico de la NASA, durante estas tormentas los Starlink reingresan hasta 10 días antes de lo esperado. Y eso no es un problema menor cuando hablamos de miles de unidades flotando alrededor del planeta.

Un laboratorio en el cielo

Aunque estos efectos del Sol no son nuevos, lo interesante es que nunca habíamos tenido una constelación tan grande como la de Starlink para observarlos en acción. Samantha Lawler, astrofísica de la Universidad de Regina, lo resume bien: es la primera vez que vivimos un máximo solar en plena era de las megaconstelaciones.

Entre 2020 y 2024, se registró el reingreso de 523 satélites Starlink. Y todo apunta a que esta cifra crecerá de forma exponencial. Los expertos ya anticipan que en pocos años podríamos ver satélites cayendo a diario.

¿Es peligroso que reingresen?

En principio, los satélites Starlink están diseñados para desintegrarse casi por completo al reingresar. Pero la naturaleza no siempre coopera con los planes. Cuando las tormentas solares aceleran ese proceso, se incrementa el riesgo de que algunas piezas sobrevivan y lleguen al suelo.

Esto no es teoría: ya se encontró un fragmento de un satélite Starlink en una granja en Canadá el año pasado. Es decir, que en algunos casos, los restos espaciales pueden alcanzar la superficie terrestre, aunque sea de forma puntual.

La pregunta que se hacen los expertos ahora es: si ya hallamos uno, ¿cuántos otros podrían haber caído sin que nadie lo notara?

Starlink y las tormentas: una relación complicada

No es la primera vez que Starlink sufre los estragos del clima espacial. En 2022, una tormenta solar destruyó 40 satélites de un solo golpe. Y en 2023, Elon Musk alertó que el servicio se había visto degradado temporalmente por otra tormenta intensa.

Aunque los satélites cuentan con mecanismos para bajar su órbita de forma controlada cuando fallan, lo que las tormentas están provocando es que ese proceso se acelere sin previo aviso, forzando su reentrada antes de que se complete su tiempo de servicio previsto.

Más satélites, más preguntas

El problema es que SpaceX no se detiene. Tiene planeado lanzar miles de satélites adicionales en los próximos años. Esto plantea nuevos desafíos tanto desde el punto de vista técnico como ambiental.

¿Qué pasa si aumentan los casos de fragmentos que alcanzan el suelo? ¿Hay protocolos para recogerlos? ¿Cómo afecta esto a la seguridad aérea, terrestre o incluso a la biodiversidad?

También surgen interrogantes sobre la sostenibilidad de mantener tantas unidades operando en un entorno tan volátil. Si el Sol sigue comportándose de forma agresiva, ¿será viable a largo plazo tener redes tan densas orbitando la Tierra?

Una oportunidad científica

A pesar de las preocupaciones, esta situación también representa una oportunidad para la ciencia. Nunca antes se había podido estudiar de forma tan directa y en tiempo real los efectos del clima espacial sobre objetos artificiales. Esto podría traducirse en mejoras de diseño, nuevos materiales, y estrategias más eficientes para la gestión de satélites.

Es un recordatorio de que, aunque pensemos en el espacio como algo lejano, está mucho más cerca e influenciado por el Sol de lo que imaginamos. La tecnología que nos conecta, nos entretiene o nos ayuda a navegar depende también de un astro impredecible y en constante actividad.




☞ El artículo completo original de Natalia Polo lo puedes ver aquí

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