Propuesta en estudio: dos horas por app y toque de queda digital
Según informó la BBC, el plan incluye restringir el uso de aplicaciones sociales a un máximo de dos horas diarias y fijar un toque de queda digital a las 22:00 para usuarios menores de edad. La medida, actualmente en discusión dentro del Ejecutivo, pretende atacar el carácter adictivo de algunas plataformas y promover un entorno online más saludable.
Peter Kyle, secretario de Tecnología del Reino Unido, destacó que su objetivo es definir qué constituye una «vida digital saludable» para los menores. Aunque la legislación de seguridad online fue aprobada en 2023, aún no ha sido plenamente implementada. Kyle enfatizó que a partir de julio las plataformas tendrán que garantizar contenido apropiado para cada edad o enfrentarán sanciones penales.
Críticas por demoras y regulación insuficiente
No todos celebran la propuesta. Ian Russell, padre de Molly Russell —una adolescente que se quitó la vida tras consumir contenido perjudicial online—, acusó al gobierno de actuar con lentitud. Según Russell, los daños que sufren los niños son consecuencia directa de una regulación laxa y de modelos de negocio que privilegian la interacción y el tiempo de permanencia por encima de la seguridad.
Para Russell, imponer simples restricciones horarias sería un «parche» insuficiente ante un problema de fondo: el diseño de productos digitales orientados a la adicción. Propone fortalecer leyes como el Online Safety Act y reformular el papel de las tecnológicas en la protección infantil.
Controles parentales: una opción infrautilizada
Curiosamente, muchas herramientas de control parental ya permiten aplicar límites similares a los propuestos. Apple y Google, por ejemplo, ofrecen opciones para limitar el tiempo frente a la pantalla y establecer horarios de uso.
Aplicaciones como TikTok tienen activado por defecto un límite de 60 minutos diarios para menores de 18 años, aunque puede desactivarse. Instagram, por su parte, invita a sus usuarios a configurar límites voluntarios.
No obstante, según declaraciones de Sir Nick Clegg, exdirectivo de Meta, el uso efectivo de estas herramientas por parte de los padres es muy bajo, lo que podría atribuirse a la complejidad del ecosistema digital. Con cada app ofreciendo sus propios controles, muchos adultos se sienten abrumados o desinformados sobre cómo gestionarlos.
El llamado de la comisionada infantil: «los niños no pueden vigilarse a sí mismos»
La comisionada para la infancia en Inglaterra, Dame Rachel de Souza, exigió mayor audacia al gobierno. A su juicio, la tecnología ha avanzado tan rápido que ha superado la capacidad de respuesta del Estado, dejando a los menores expuestos a riesgos para los que no están preparados.
Un desafío internacional: ¿puede el Reino Unido controlar a las Big Tech?
Una barrera para la aplicación de estas medidas es la jurisdicción internacional. La mayoría de las empresas tecnológicas tienen sede en Estados Unidos, donde existe resistencia a aceptar regulaciones impuestas desde otros países. La administración Trump, por ejemplo, criticó los intentos extranjeros de sancionar a sus gigantes digitales.
En ese contexto, surge la pregunta: ¿es viable aplicar desde el Reino Unido sanciones o límites efectivos a compañías como Meta, TikTok o Snapchat? Algunos expertos creen que una regulación europea coordinada podría tener mayor peso, pero a nivel nacional el margen de acción sigue siendo limitado.
Lecciones desde China: lo bueno y lo malo de los límites estrictos
Un ejemplo extremo lo ofrece China, donde desde 2021 los menores tienen permitido jugar videojuegos solo una hora diaria los viernes, fines de semana y festivos. Estas restricciones surgieron por preocupaciones sobre la adicción al juego y su impacto en el rendimiento escolar.
Si bien se ha demostrado que estas medidas redujeron el tiempo de juego, también han generado mercados paralelos, como el uso de cuentas de adultos o el acceso mediante VPNs. El caso chino demuestra que imponer restricciones severas sin acompañamiento educativo ni supervisión efectiva puede conducir a efectos secundarios no deseados.
¿Qué podría funcionar mejor?
En lugar de una prohibición estricta, muchos expertos abogan por un enfoque más integral. Esto incluiría:
- Educación digital desde edades tempranas
- Implicación activa de padres y cuidadores
- Transparencia en algoritmos y procesos de moderación
- Reglas claras y sencillas aplicables a todas las plataformas
- Participación infantil en el diseño de normas y contenidos
Como en una dieta saludable, la clave está en el equilibrio, no en la eliminación total. Limitar el tiempo de pantalla puede ayudar, pero no reemplaza la necesidad de enseñar a los niños a identificar riesgos, gestionar emociones y usar la tecnología de forma crítica y segura.
☞ El artículo completo original de Natalia Polo lo puedes ver aquí
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