Nos estamos acercando a un punto en que decir que las tierras raras mueven el mundo en general, no solo el tecnológico, ya no suena tan hiperbólico. Ocurre que una sola nación tiene la mayor parte del pastel en estos momentos. Ya lo decíamos, China ha construido la palanca de poder económico más elegante de la historia moderna con esos minerales tan deseados. De ahí que el resto de las naciones se afanan por encontrar el nuevo “oro” donde haya una pista, por pequeña que sea.
Una isla submarina ha emergido como posibilidad, el problema es para quién.
Un hallazgo accidental. La historia comenzó cuando un equipo internacional de científicos descubrió que una parte del altiplano submarino conocido como Rio Grande Rise, ubicado a unos 1.200 kilómetros de la costa de Brasil, era en realidad una isla tropical hacía decenas de millones de años.
Con un índice de alteración química altísimo (93), estas arcillas revelan una intensa meteorización subaérea y un clima cálido y húmedo, con implicaciones que van más allá de la geología: la isla pudo haber sido un punto de parada para aves migratorias entre América del Sur y África, ofreciendo una pieza más en el rompecabezas de los intercambios biológicos del pasado.
Un tesoro mineral. Pero hay más, por supuesto. Más allá de su valor científico, el Rio Grande Rise alberga una riqueza económica invaluable. Sus costras de ferromanganeso contienen altos niveles de metales esenciales como cobalto, níquel y litio, todos fundamentales para la transición energética global, desde baterías para vehículos eléctricos hasta almacenamiento de energía eólica y solar.
Esto plantea un desafío legal y diplomático complejo, en el que Brasil buscará fortalecer sus derechos de exploración sin violar acuerdos internacionales. A la vez, surgen advertencias sobre el impacto que una eventual explotación minera podría tener en ecosistemas de profundidad poco estudiados. Así, la tensión entre el aprovechamiento económico de estos recursos y la necesidad de preservar la biodiversidad marina aparece como dilema de fondo sin resolver.
Competencia global. De esta forma, la antigua isla del Rio Grande Rise, hoy oculta bajo kilómetros de agua y siglos de olvido geológico, ha reaparecido como un actor inesperado en la carrera por los recursos estratégicos del siglo XXI. Suelos rojos fosilizados, formados bajo selvas tropicales desaparecidas, ahora yacen junto a costras metálicas codiciadas por industrias de todo el mundo.
Si se quiere, el hallazgo no solo resalta el valor científico de las misiones oceánicas, también expone la creciente competencia global por esos minerales críticos en tantos ámbitos. En ese nuevo mapa de poder, donde el control de las materias primas marca la frontera entre independencia tecnológica y dependencia estructural, incluso una isla hundida hace millones de años puede inclinar la balanza del futuro. O, al menos, eso piensa Brasil.
Imagen | Pexels
En Xataka | Qué son las tierras raras, los elementos que mueven el mundo tecnológico y separan China de occidente
-
La noticia Se ha descubierto por accidente una antigua isla bajo el mar repleta de tierra raras. El problema es que no tiene dueño fue publicada originalmente en Xataka por Miguel Jorge .
☞ El artículo completo original de Miguel Jorge lo puedes ver aquí
No hay comentarios.:
Publicar un comentario