En el corazón del desierto de Karakum, una vasta extensión de dunas abrasadas por el sol que cubre alrededor del 70% de Turkmenistán, existe un lugar que rompe con la monotonía del paisaje. Allí, entre crestas de arena y caminos sin asfaltar, arde desde hace décadas el cráter de Darvaza, una cavidad de 70 metros de diámetro conocida como la ‘Puerta del Infierno’.
Su origen, como muchos episodios heredados de la era soviética, está envuelto en versiones contradictorias y documentos incompletos. La teoría más citada sostiene que en 1971 un equipo de geólogos soviéticos perforaba en busca de petróleo cuando dio con una bolsa de gas natural. El terreno cedió y se formaron varios sumideros. Para evitar una fuga de metano, habrían decidido prender fuego a uno de ellos. Pensaban que se extinguiría en pocos días. Medio siglo después, la llama sigue viva.
Medio siglo después, la llama empieza a extinguirse
Lo cierto es que, con independencia de su origen, el cráter se ha convertido en el principal reclamo turístico de un país que apenas recibe 15.000 visitantes al año. Cada noche, el resplandor de las llamas ilumina el cielo del Karakum y atrae a viajeros dispuestos a recorrer cuatro horas desde Asjabad por una carretera de doble sentido y caminos de arena. Las visitas se han profesionalizado: hoy existen varios campamentos, como Garagum, con alojamiento en yurtas, iluminación solar y cenas al aire libre junto al borde del cráter.

Pero ese fuego podría apagarse. En los últimos años, el gobierno de Turkmenistán ha mostrado interés en extinguirlo. Esta semana, durante la conferencia medioambiental TESC celebrada en Ashgabad, Irina Luryeva, directora del Instituto de Investigación de Gas Natural, informó de progresos concretos: se han reactivado pozos previamente sellados, perforado nuevos para capturar el gas residual, y el volumen de llamas ha disminuido visiblemente. La empresa británica Capterio, especializada en datos satelitales, confirmó que la intensidad de la combustión se ha reducido más de tres veces desde 2013.
Las llamas de Darvaza, que durante décadas han simbolizado tanto la potencia como la imprevisibilidad de los recursos energéticos del país, han comenzado a menguar. Y no es casualidad. Turkmenistán, frecuentemente señalado por su falta de transparencia y autoritarismo, ha empezado a moverse en clave internacional con promesas ambientales concretas: reducir un 30 % sus emisiones de metano para 2030. Como parte de ese compromiso, las autoridades han activado una hoja de ruta técnica para contener el flujo de gas en la zona.
Imágenes | Richard Mortel (1, 2, 3) CC BY 2.0
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La noticia Un episodio misterioso en la era soviética abrió la ‘Puerta del Infierno’: medio siglo después, sus llamas están apagándose fue publicada originalmente en Xataka por Javier Marquez .
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