8 de julio de 2025

Botellas de vidrio bajo la lupa: un estudio revela más microplásticos que en botellas de plástico

Más partículas de lo esperado

El estudio, liderado por la investigadora Iseline Chaib, reveló que se encuentran alrededor de 100 partículas de microplásticos por litro en bebidas como refrescos, tés helados, cervezas y vinos embotellados en vidrio. Este número es entre cinco y cincuenta veces mayor al encontrado en las mismas bebidas envasadas en plástico o en latas.

La sorpresa fue mayúscula: los investigadores esperaban encontrar menos contaminación plástica en el vidrio, tradicionalmente visto como un material inerte y menos problemático desde el punto de vista ambiental.

El culpable está en la tapa

Una de las revelaciones más llamativas del estudio fue la fuente de estos microplásticos. Al analizar la forma, el color y la composición polimérica de las partículas, se comprobó que correspondían al mismo tipo de plástico que la pintura de los tapones de las botellas de vidrio.

Durante el almacenamiento y transporte, las botellas de vidrio suelen estar en contacto entre sí, y ese roce provoca microrayaduras invisibles a simple vista. Estas pequeñas fricciones liberan partículas de plástico que terminan cayendo en el contenido de la botella, contaminando la bebida incluso antes de que sea abierta.

Implicaciones para el consumidor

El hallazgo desafía la idea de que optar por vidrio garantiza mayor seguridad sanitaria. Aunque el vidrio sigue siendo reciclable y libre de los aditivos químicos del plástico, la contaminación por microplásticos también está presente, y en mayores niveles de lo que se pensaba.

Esto no significa que las botellas de plástico sean la mejor alternativa, sino que es necesario mirar más allá del envase principal y considerar todos los componentes del sistema de envasado, como tapas, etiquetas, y el propio proceso logístico.

Por qué los microplásticos preocupan

Los microplásticos, definidos como partículas de plástico de menos de cinco milímetros, están cada vez más presentes en alimentos, bebidas y el medio ambiente. Aunque aún se estudian sus efectos sobre la salud humana, se teme que puedan provocar inflamaciones, daño celular o acumulación de sustancias tóxicas en el organismo a largo plazo.

La ingestón crónica de estas partículas podría representar un riesgo acumulativo, sobre todo en poblaciones vulnerables como niños y embarazadas. Por eso, identificar todas las fuentes de exposición es crucial para formular estrategias de prevención.

Y ahora ¿qué hacemos?

Como consumidores, es fácil sentirse atrapados entre elegir el «mal menor». Pero hay varias acciones que pueden marcar la diferencia:

  • Priorizar envases reutilizables o retornables, que reducen la necesidad de nuevos procesos de embotellado.
  • Optar por envases con tapas metálicas sin recubrimiento plástico cuando sea posible.
  • Apoyar marcas que invierten en diseños de envases más seguros y sostenibles.

A nivel institucional, es fundamental que se revisen los estándares de seguridad alimentaria, incluyendo no solo el material del envase principal, sino también los accesorios que lo componen.

Una invitación a cuestionar

Este estudio es una llamada de atención para la industria, los reguladores y los consumidores. En un contexto donde se busca reducir el impacto ambiental del plástico, el vidrio aparece como una alternativa sólida. Pero los detalles invisibles también importan. Una simple capa de pintura en una tapa puede transformar una buena elección en una fuente inesperada de contaminación.

Mirar con lupa cómo interactúa cada componente de un envase con su contenido puede abrir nuevas rutas para mejorar la seguridad y sostenibilidad del sistema alimentario.




☞ El artículo completo original de Natalia Polo lo puedes ver aquí

No hay comentarios.:

Publicar un comentario