En la carrera entre la inteligencia artificial y las herramientas diseñadas para detectar su uso, los estudiantes chinos han encontrado una forma de burlar a estas últimas. Han comenzado a utilizar la propia IA para evitar ser detectados por los sistemas que sus universidades han implementado para erradicar su uso.
Un reciente artículo de Rest of World desvela una situación que roza lo absurdo, donde los alumnos se ven forzados a "empeorar" sus trabajos o recurrir a servicios de reescritura para evitar ser acusados de usar IA, incluso cuando no lo han hecho. Y es que ahora mismo es bastante habitual encontrar trabajos redactados sin intervención de IA que, aun así, marcan cierto porcentaje en los detectores. Algo que para muchos profesores se convierte en una auténtica red flag.
El problema actual radica en la alta tasa de falsos positivos de los detectores de IA que se están utilizando en las universidades chinas —algo que también puede verse en centros académicos españoles. Según la información disponible, estos sistemas marcan con frecuencia textos escritos por humanos como si hubieran sido generados por una máquina. Esto deja a los estudiantes en una encrucijada: o simplifican sus textos y “confunden” a la IA con una redacción menos pulida, o se arriesgan a ser penalizados injustamente.
Un negocio en auge: reescribir con IA para no ser detectado
Esta problemática ha dado lugar a un mercado emergente de herramientas y servicios diseñados para “humanizar” los textos y eludir a los detectores. Irónicamente, muchos de estos servicios usan la propia IA para modificar los trabajos de los estudiantes. Se ha creado un círculo vicioso en el que la IA se utiliza para combatir a la IA. Algo que en España también se ha visto desde que se comenzaron a usar detectores, con prompts clásicos como: “haz que este texto parezca escrito por un humano”, o “introduce un 10 % de faltas ortográficas”.

Sin embargo, algunos estudiantes que han pagado por una supuesta edición manual de sus textos generados por IA han recibido resultados completamente incoherentes y plagados de errores inaceptables.
Un caso llamativo fue el de un estudiante de ingeniería cuyo trabajo sobre “semiconductores” fue modificado por uno de estos servicios. Al recibirlo, vio que el término semiconductor había sido reemplazado por “0,5 conductor”. Algo que parece un chiste. Pero no fue el único desliz: el término “tres cuchillos” pasó a convertirse en “herramientas de tres hojas”.
Ante la ineficacia y el coste de estos servicios, los propios estudiantes han descubierto trucos más simples y eficaces. Algunos han comprobado que basta con cambiar los puntos por comas en sus textos para reducir drásticamente el porcentaje de detección por IA. Aunque en estos casos, muchos sienten que están siendo “castigados” por escribir demasiado bien.
Este fenómeno pone en duda la fiabilidad de los detectores de IA. Es algo que muchos han vivido en primera persona: textos 100 % redactados por humanos que al ser analizados arrojan porcentajes significativos de "contenido no humano". Aunque, como estamos viendo en China, también es fácil engañar a estos sistemas con pequeños trucos.
La situación en China es un reflejo de un debate global sobre el papel de la IA en la educación y la dificultad de garantizar la integridad académica. Mientras las instituciones buscan la manera de adaptarse, los estudiantes, como siempre, encuentran la forma de ir un paso por delante.
Imágenes | Solen Feyissa Solen Feyissa
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La noticia Los estudiantes chinos están 'engañando' a los detectores de IA… con ayuda de la propia IA. Nada que en España no hayamos hecho fue publicada originalmente en Genbeta por José Alberto Lizana .
☞ El artículo completo original de José Alberto Lizana lo puedes ver aquí
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