31 de agosto de 2025

¿Ha demostrado un científico la existencia de Dios con una fórmula matemática?

En marzo de 2025, saltó a los medios una noticia que sonaba a película de Hollywood: un astrofísico de Harvard había «demostrado» la existencia de Dios mediante una fórmula matemática. Los titulares prometían el descubrimiento del siglo, el momento en que la ciencia por fin confirmaba lo que miles de millones de personas creían por fe. Pero como suele pasar con estas historias demasiado perfectas, cuando rascas un poco la superficie, la realidad es bastante menos espectacular.

El protagonista de esta historia es Willie Soon, un astrofísico malasio que ha trabajado en el Center for Astrophysics Harvard & Smithsonian. Soon apareció en el podcast de Tucker Carlson hablando del «ajuste fino» del universo, esa fascinante idea de que las constantes físicas parecen calibradas con una precisión casi imposible para que pueda existir la vida. Su argumento era que si la gravedad fuera un poquito más débil, los planetas no se habrían formado; si fuera un poquito más fuerte, todo habría colapsado en agujeros negros. Y así con docenas de constantes que, según él, están «ajustadas» de manera demasiado perfecta como para ser casualidad.

Para respaldar su punto, Soon citó una frase célebre de Paul Dirac, el físico que predijo la existencia de la antimateria. En 1963, Dirac escribió algo así como que «Dios debe ser un matemático de muy alto orden, y usó matemáticas muy avanzadas para construir el universo». Esta reflexión filosófica de Dirac sobre la sorprendente elegancia matemática de la naturaleza fue lo que los medios convirtieron en «científico presenta fórmula que demuestra que Dios existe». Ya sabes cómo funciona el teléfono roto mediático.

Pero aquí empieza el problema. Cuando buscas el paper científico, la investigación revisada por pares, la demostración matemática formal… no hay nada. Lo que hubo fue una charla en un podcast, no un avance científico. La «fórmula» de la que hablan no es realmente una ecuación que derive la existencia de Dios desde principios matemáticos, sino una cita poética de Dirac sobre lo increíble que es que las matemáticas describan tan bien la realidad.

El argumento del ajuste fino, aunque fascinante, tiene sus problemas serios. Sí, es cierto que las constantes del universo parecen estar «justo en el punto correcto» para la vida, pero hay explicaciones que no requieren un diseñador inteligente. Está el principio antrópico, que básicamente dice que solo podemos observar un universo en el que sea posible que existamos; si las constantes fueran diferentes, no estaríamos aquí para preguntarnos por qué son como son. También están las teorías de multiverso, donde existirían infinitos universos con diferentes constantes, y nosotros simplemente nos encontramos en uno de los que permite la vida.

Lo interesante es que Soon no es el primero en intentar conectar matemáticas y religión de manera formal. Para entender la diferencia entre trabajo serio y charla de podcast, vale la pena conocer algo que pasó en 2013. Kurt Gödel, uno de los matemáticos más brillantes de la historia, había escrito décadas atrás una especie de «demostración matemática de Dios» mucho más rigurosa que cualquier cosa que Soon haya presentado.

La idea de Gödel era esta: definió con precisión matemática qué significa que algo sea «perfecto» o «positivo», estableció reglas lógicas sobre cómo funcionan estas propiedades, y luego demostró que si aceptas esas definiciones, entonces matemáticamente debe existir un ser que tenga todas las propiedades perfectas. Era como un teorema matemático, pero sobre Dios.

En 2013, dos lógicos computacionales decidieron poner a prueba este argumento de Gödel de la manera más rigurosa posible: lo programaron en computadoras diseñadas específicamente para verificar demostraciones matemáticas. Estas máquinas pueden revisar cada paso lógico de un argumento y detectar cualquier error, por mínimo que sea. El resultado fue fascinante: la computadora confirmó que el argumento de Gödel era lógicamente perfecto. Si aceptas sus definiciones iniciales, entonces efectivamente se sigue que Dios existe.

Pero aquí viene el detalle crucial que toda la prensa se saltó: la computadora solo verificó que la lógica interna era correcta, no que las premisas fueran verdaderas en la realidad. Es como si programaras las reglas del ajedrez en una computadora y le pidieras que verifique que «si mueves el alfil en diagonal, entonces el alfil se mueve en diagonal». La máquina te diría que sí, que eso es lógicamente correcto dentro de las reglas del ajedrez, pero no te estaría diciendo nada sobre si el ajedrez describe la realidad del universo.

Para ser justos, Soon tiene credenciales académicas sólidas, aunque también ha sido una figura controvertida en climatología por sus posiciones heterodoxas sobre el cambio climático. Esto no invalida automáticamente lo que dice sobre matemáticas y filosofía, pero sí ayuda a entender por qué sus declaraciones generan tanto ruido mediático como escepticismo científico.

Al final del día, lo que queda en pie es algo que ha fascinado a científicos desde Newton: la extraordinaria, casi insultante precisión con que las matemáticas describen la naturaleza. Einstein lo llamaba «lo más incomprensible del universo es que sea comprensible». Esa elegancia matemática es real y sigue siendo un misterio profundo. Pero convertir ese asombro legítimo en una «demostración de Dios» requiere un salto lógico que ni la física ni la lógica han logrado justificar satisfactoriamente.

Puedes llamar «Dios» a esa misteriosa regularidad matemática del cosmos si quieres, pero eso sería más una decisión personal sobre definiciones que una conclusión científica basada en ecuaciones y datos. Mientras tanto, el universo sigue siendo tan matemáticamente hermoso como inexplicablemente inteligible, independientemente de cómo interpretemos esa belleza.



☞ El artículo completo original de lo puedes ver aquí

No hay comentarios.:

Publicar un comentario