Grammarly es un programa y extensión de navegador que lleva ayudándonos a escribir correctamente desde 2009: diez años antes de que Google integrase sugerencias de escritura en Gmail o que la inteligencia artificial generativa lo cambiara todo en el lenguaje natural con ChatGPT. Y vaya si cambió, tanto que Grammarly ha lanzado una aplicación para mejorar textos que integra nueve agentes.
Vuelta a los orígenes. Las nuevas herramientas de Grammarly están enfocadas en utilizar inteligencia artificial para que alumnos y profesores mejoren en su trabajo: unos podrán redactar mejores textos y otros podrán detectar plagios escaneando "bases de datos, artículos académicos, sitios web y trabajos publicados". En ese sentido, hay un agente que da una puntuación numérica que refleja la probabilidad de que el texto sea generado por IA o escrito por un humano.
Algo llamativo del anuncio es que los fundadores de la compañía, antes de lanzar Grammarly, emprendieron creando My Dropbox en 2002 (no confundir con Dropbox) con una naturaleza que ahora recuperan: como detector de plagio.
Y profesores que buscan por todos los medios que no se "cuelen" contenidos plagiados y elaborados con IA, para lo que usarán un agente de inteligencia artificial que además les ayudará a corregir trabajos. Por suerte, hay universidades que ya la están implantando en clase.
Un agente que hace stalking a los profesores. La cosa no acaba ahí: el agente que ayuda a reescribir textos también mejora el proceso con la bibliografía y profundiza en algo que obsesiona a los alumnos: predecir la nota. Lo más impresionante de la promesa de Grammarly es cómo afirman que lo hace: investiga en Internet sobre qué profesor imparte la asignatura para tratar de conocer sus gustos y prioridades de evaluación, y ayudar a que el resultado se acerque lo más posible a lo que le va a agradar.

El gran reto. Como forma para diferenciarse, la propuesta de Grammarly es ambiciosa, porque hasta ahora no existe ningún detector de uso de inteligencia artificial que se haya aceptado ampliamente como efectivo. Según un estudio, detectores con los que contamos detectaban menos del 40% del contenido generado por inteligencia artificial modificado para evitar ser detectado, y son incluso más imprecisos (17,4%) cuando tienen que analizar contenido manipulado. Algunas grandes universidades estadounidenses no apoyan el uso de detectores, porque no funcionan.
Tensiones. Que los detectores no funcionen está generando problemas, y no solo a los profesores, porque se les cuelen trabajos generados por inteligencia artificial como si fueran elaborados de forma más artesanal. Los alumnos lo están sufriendo al ser acusados falsamente de mentir, con consecuencias fatales como suspensos en asignaturas. Pero de fondo hay una realidad: alumnos engañando a detectores de inteligencia artificial con ayuda de inteligencia artificial.
Hacia un futuro generado, resumido y leído por IA. Hace dos años, con el lanzamiento de GPT-4 aún fresco, Javier Lacort, editor de Xataka, dibujaba un futuro que a día de hoy suena incluso a presente: una realidad llena de emails redactados por inteligencia artificial, en la que resumimos esos mismos mails con inteligencia artificial, y en la que respondemos con las mismas herramientas.
El escenario más cómico: que "recurramos a la IA por postureo, para alargar artificialmente correos que el receptor no leerá, porque ya esa misma IA se encargará de resumirlo". A día de hoy, la integración en Gmail, WhatsApp, redes sociales y otros lugares del día a día ya hace que tengamos muy presente ese futuro.
Imagen | Annie Spratt en Unsplash y generada con IA
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La noticia El no tan remoto futuro de los colegios: los alumnos harán trabajos con IA que los profesores corregirán con IA fue publicada originalmente en Xataka por Antonio Sabán .
☞ El artículo completo original de Antonio Sabán lo puedes ver aquí
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