Si hay algo que las redes sociales han idealizado son estilos de vida que pueden encantar a muchas personas y ser un horror para otras. Los vestidores gigantes y muy ordenadores y los skincare que duran infinito son como un sueño para mucha gente y sería una pesadilla para mí.
Igual pasa con los viajes a lugares lejísimos y la vida como nómada digital. A algunas personas puede resultarles un placer y para muchos otros es totalmente lo contrario a lo que quieren para su vida y sus viajes.
Hace unos días vi el reel en Instagram de una mujer de México que estaba en Canadá visitando a su hermana y que tiene un negocio online en el que quería seguir trabajando en su destino pero que lo estaba dejando todo de lado y procrastinar se hacía más fácil que nunca estando en una ciudad nueva llena de novedades por descubrir.
Ser nómada digital no es tan perfecto como en las redes sociales
Y pues sí, efectivamente, es complicado centrarse en el trabajo cuando hay nuevo ocio y gente nueva por conocer. Pero, al fin y al cabo, hay que hacerlo, porque el trabajo es lo que nos permite poder vivir en otro país (y en el nuestro propio).
En Genbeta ya he compartido cómo yo fui nómada digital antes de que fuera una moda y sé que no es fácil teletrabajar y viajar y que hay que analizar bien la decisión. Sobre todo para estar en nuevos destinos dejando la menor huella negativa posible y yendo con mucha conciencia sobre los problemas que esta tendencia está creando.
Recuerdo un día en Foz do Iguaçu en Brasil, en la región llaman la triplea frontera, cerca de Argentina y de Paraguay y a los pies de las cataratas del Iguazú. En el hostal donde estaba, había personas de muchos países que acabamos haciendo mucha piña. Cenábamos todos juntos, hablábamos mucho y hasta muchos acabamos alargando nuestra estancia ahí para pasar más días juntos.
Un martes cualquiera, con uno de los trabajadores del hostal, el grupo decidió que iban a hacer rafting a un río del pueblo de este hombre. Iba a salir muy barato el plan y los paisajes que él nos mostró eran impresionantes. Todos fueron menos yo. Era martes, día laboral.
Así que mientras yo me quedé allí sentada para pasar ocho horas viendo noticias, haciendo entrevistas y escribiendo delante de mi ordenador. Me hubiera encantado ir, pero hay que tener muy presente la necesidad que realmente no es todo posible.
Otra vez viajando con uno de mis mejores amigos de mi pueblo que me vino a visitar a México, cuando yo viví allí la primera vez, decidimos conocer sitios de Quintana Roo. Estábamos cerca de las famosas pirámides de Chichen Itzá y yo ese día me quedé en el hostal donde nos alojábamos para trabajar. No tenía todos los días de vacaciones que él si había tomado y tenía que escoger qué días sí trabajar y cuáles no.
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La noticia Ser nómada digital no es tan idílico como parece. Es muy fácil procrastinar porque la vida se llena de estímulos fue publicada originalmente en Genbeta por Bárbara Bécares .
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